Una mesita en la que hay mascarillas y bolsas con granos es el comercio improvisado de Sonora Espinosa, una desempleada de 60 años que busca su sustento diario en la concurrida Avenida Central de la capital de Panamá.
El bullicio de diciembre acabó y en estas primeras semanas de enero el movimiento en la célebre Peatonal, como también se conoce a la Avenida Central, va muy lento.
En este bulevar coinciden almacenes, puestos fijos de buhoneros, que son pequeños locales que cuentan con un permiso municipal, y vendedores ambulantes e improvisados como Sonora, que grita “mascarillas” mientras muestra su producto.
“Estuvo más movido en diciembre pero ahora, y en los meses anteriores, ha sido muy triste. No hay dinero, la gente solo pasa (por el bulevar) para despejar la mente llena de preocupaciones, pero el dinero no está. Hay días que se me hacen duros y difíciles”, afirmó con amargura la mujer.
Sonora, que vive con su esposo, también sexagenario y desempleado, regentaba una cafetería escolar hasta que la pandemia obligó en marzo del 2020 al cierre de los colegios en el país. Aseguró que ninguna de las nueve personas que laboraba allí tiene ahora una ocupación formal.
Tiene la esperanza de que con la reapertura de las escuelas en marzo próximo pueda retomar el negocio de la cafetería, cuyo cierre intempestivo hace casi dos años debido a la emergencia sanitaria le causó “una pérdida enorme, más de US$ 5,000″ en productos.
Casi 48 de cada 100 trabajan en la informalidad
Sonora Espinosa forma parte del 47.6% de personas económicamente activas que se encuentran en la economía informal en Panamá, es decir, 677,875, según datos oficiales de octubre pasado.
En el 2019, antes de la pandemia, la tasa de informalidad era de 44.9%. En plena emergencia sanitaria trepó a 52.8% y el desempleo a 18.5%, la tasa más alta en 20 años, según datos oficiales de setiembre del 2020, año en que la economía se derrumbó un 17.9%.
Dependiente de los servicios y muy vinculada al sector externo, la economía panameña ha comenzado a recuperarse: se expandió un 14.9% entre enero y setiembre del 2021 y el desempleo se situó en 11.3% en octubre pasado.
Pero para Rolando Gordón, decano de la Facultad de Economía de la estatal Universidad de Panamá (UP), la principal del país, en este 2022 va a estar “difícil” mejorar los niveles de empleo.
“El empleo que se está generando es informal”, lo que impacta en las finanzas del Estado “porque el informal no paga impuestos directos”, señaló Gordón.
¿Qué puedo vender?
Ricaurte Ruse es un panameño de 41 años que tiene más de 16 como vendedor informal en un puesto fijo en la Peatonal. Reconoce que en los últimos tiempos “hay muchas personas que han incursionado en esto de la buhonería”.
“Muchos me preguntan ‘¿qué puedo vender?, ¿qué puedo hacer? Son personas que no son de esto (de vender en la calle) pero la pandemia los ha obligado”, recalcó Ruse, que con su puesto de “mercancía seca” como llaman a la ropa y accesorios, mantiene, a veces a duras penas, a su esposa y tres hijos.
Para Mario Antonio Rosh, de 50 años y con más de 30 como vendedor informal, “hay una necesidad grande, hay hambre en este país” por causa de la pandemia.
“Yo conozco mucha gente que tenía un trabajo en la construcción u otro tipo de trabajo y ha quedado vendiendo buhonería, hasta ambulante. Sé que la necesidad tiene cara de perro, que a muchas personas les da pena esto, pero lo han tenido que hacer por sus hijos, y he visto un aumento bastante notable”, aseguró.
Raúl Palacios, de 43 años, trabajaba como contratista en un edificio “pero la pandemia acabó con todo” y tuvo que regresar a la buhonería, que “no es tan mala”, pero “la economía no está buena, porque hay como 40%-50% de personas trabajando y los demás están la calle, viendo que se hace”.
“Un trabajo fijo es algo que es seguro para la familia y el hogar, que tiene tantos gastos, y a veces de la buhonería no sale tanto para el gasto”, afirmó Palacios, que pidió al Gobierno y a la empresa privada “buscar una solución” al desempleo y la informalidad.