Un acuerdo de paz para el conflicto separatista en el este de Ucrania que nunca llegó a terminar ha vuelto a la palestra después de que Rusia movilizara tropas junto a la frontera del país y aumentaran las preocupaciones en torno a una invasión rusa.
Funcionarios destacados de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania se reunieron la semana pasada en Berlín para hablar de cómo implementar el acuerdo firmado en el 2015 en la capital bielorrusa, Minsk.
A continuación, un vistazo a los puntos clave del documento y las cuestiones en disputa sobre su aplicación.
Conflicto en el este
Después de que el presidente de Ucrania afín al Kremlin fuera depuesto en febrero del 2014, Rusia respondió anexionándose la península ucraniana de Crimea y apoyando una insurgencia separatista en la región del Donbás, una zona industrial en el este del país donde la mayoría de la población habla ruso.
Tropas ucranianas y batallones de voluntarios libraron duras y devastadoras batallas con los rebeldes con artillería pesada, vehículos blindados y aviones de combate.
Ucrania y Occidente acusaron a Rusia de apoyar a los separatistas con tropas y armas. Moscú rechazó las acusaciones y dijo que cualquier ruso que combatiera en el conflicto era voluntario.
En medio de los combates, el Vuelo 17 de Malaysia Airlines fue derribado sobre el este de Ucrania el 17 de julio de 2014. Las 298 personas que iban a bordo murieron. Una investigación internacional concluyó que el avión había sido destruido por un misil lanzado desde una zona controlada por rebeldes. El arma, señalaron los expertos, llegó a Ucrania desde una base militar en Rusia, aunque Moscú rechazó de plano cualquier implicación en el suceso.
Los líderes de Francia y Alemania comenzaron los esfuerzos por negociar una tregua en conversaciones con Rusia y Ucrania cuando se reunieron en Normandía, Francia, en el 2014 de junio, en lo que pasó a conocerse como el formato de Normandía.
Combates y negociaciones
Tras una gran derrota de las tropas ucranianas en agosto del 2014, representantes de Kiev y los rebeldes firmaron una tregua en Minsk en setiembre del 2014.
El documento, llamado Minsk I, planteaba un cese el fuego supervisado por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), la retirada de los combatientes extranjeros, intercambio de prisioneros y rehenes, una amnistía para los insurgentes y la promesa de que las regiones rebeldes tendrían cierto grado de autonomía.
El acuerdo se derrumbó con rapidez y los combates a gran escala se reanudaron. En enero y febrero del 2014, las tropas ucranianas sufrieron otra gran derrota en la batalla de Debaltseve.
Francia y Alemania se movieron deprisa para ayudar a negociar otro acuerdo de paz, y el 12 de febrero del 2015, representantes de Ucrania, Rusia y los rebeldes firmaron un acuerdo que planteaba un nuevo cese el fuego, retirada de armas pesadas de la línea de contacto entre tropas y rebeldes y cláusulas para una solución política. Los líderes de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania firmaron una declaración en apoyo del acuerdo.
Las cláusulas del Acuerdo de Minsk
El acuerdo, llamado Minsk II, incluía un cese el fuego vigilado por la OSCE, una retirada del armamento pesado y de los combatientes extranjeros de la línea de contacto y un intercambio de prisioneros.
En un importante logro diplomático para Rusia, el documento obligaba a Ucrania a conceder un estatus especial para las regiones separatistas que les permitiría tener su propia policía y les daría capacidad de decisión para nombrar fiscales y jueces. También requiere que Kiev ofrezca una amnistía generalizada para los separatistas y negocie con los rebeldes los detalles para celebrar elecciones locales.
También estipula que Ucrania sólo podría recuperar el control de la frontera con Rusia en las regiones rebeldes una vez hubieran alcanzado un grado de autonomía y hubieran celebrado elecciones locales monitoreadas por la OSCE, unos comicios que casi con certeza mantendrían a los rebeldes prorrusos en el poder de la región.
En otro logro para el Kremlin, el texto no incluía ninguna obligación para Rusia, que insiste en que no es una parte del conflicto y lo describe como un asunto interno ucraniano.
Muchos en Ucrania vieron el acuerdo con malos ojos y lo consideraron como una traición a los intereses del país y un golpe a su integridad territorial. En la práctica, la consternación generalizada ha bloqueado la implementación del acuerdo.
Moscú y Kiev cruzan acusaciones
Aunque el acuerdo de Minsk ayudó a poner fin a las grandes batallas, las escaramuzas frecuentes han continuado, de las que ambas partes se acusan mutuamente. Los dos bandos han negociado una larga serie de treguas, pero todas se incumplieron con rapidez.
Ucrania ha acusado a Rusia de no retirar a sus tropas de zonas de conflicto de las zonas de conflicto. Moscú ha negado de plano que tenga presencia allí y ha señalado al despliegue de instructores militares occidentales en Ucrania.
Aunque niega cualquier implicación militar en el este de Ucrania, Rusia ha ofrecido apoyo político y económico a los rebeldes y dado la ciudadanía a más de 700,000 habitantes de la región.
Los líderes de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania expresaron su apoyo al acuerdo de Minsk la última vez que se reunieron, en diciembre del 2019 en París, pero no se han hecho progresos visibles.
Más conversaciones
El presidente de Ucrania, Volodymir Zelenskyy, ha presionado para que se celebre otra cumbre a cuatro bandas, pero el Kremlin dice que no serviría para nada a menos que Ucrania acepte cumplir con sus obligaciones del acuerdo.
Entre las tensiones disparadas por el despliegue militar ruso cerca de Ucrania, Francia y Alemania han intensificado sus esfuerzos por negociar más conversaciones a cuatro bandas en el conflicto del este de Ucrania, que les parece una forma posible de desactivar la crisis.
Representantes de los cuatro países se reunieron el 26 de enero en París, y aunque no consiguieron avances acordaron celebrar un nuevo encuentro en Berlín el jueves con el objetivo de acordar una interpretación común de los acuerdos de Minsk.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, intentó reactivar el acuerdo de Minsk durante sus visitas a Moscú y Kiev, y lo describió como “la única vía que permite construir paz y encontrar una solución política sostenible”.
La presión sobre Ucrania
Las autoridades ucranianas, presionadas por Occidente para que apliquen el acuerdo de Minsk, se han mostrado cada vez más críticas con el documento.
El secretario del Consejo Nacional ucraniano de Seguridad y Defensa, Oleksiy Danilov, dijo la semana pasada a The Associated Press que el acuerdo se había firmado “a punta de pistola rusa” y advirtió que “el cumplimiento del acuerdo de Minsk supone la destrucción del país”.
El ministro ucraniano de Exteriores, Dmytro Kuleba, argumentó que Moscú intenta utilizar el pacto para que las regiones rebeldes se reintegren en Ucrania y utilizarlas para bloquear las aspiraciones proocidentales del país, y afirmó que “eso no ocurrirá”.
Zelenskyy fue más diplomático, pero dijo que no le gusta ningún punto del documento, un comentario que provocó una directa respuesta del presidente de Rusia, Vladimir Putin.
“Le guste o no”, bromeó Putin, citando un explícito pasaje del folclore ruso. “Tiene que cumplir lo que prometió”.