Por Anjani Trivedi
Descifrar a China se ha vuelto casi imposible. Los funcionarios continúan insistiendo en la viabilidad de su estrategia COVID cero, restringiendo los movimientos de las personas y cerrando las fronteras incluso cuando el resto del mundo prácticamente ha superado la pandemia. Tratar de predecir cuándo abandonará Pekín esta política ampliamente criticada no tiene sentido.
De interés clave ahora es lo que está sucediendo en el la fábrica del mundo. ¿Podrá o no seguir creando y manteniendo a flote la oferta y la demanda mundial? La mayoría de los observadores de China advierten sobre el deterioro de los indicadores. En los primeros tres meses del año, la manufactura se debilitó, con fábricas cerradas y menos trabajadores en las líneas de producción. La producción industrial cayó en abril, mostraron datos publicados esta semana.
Para lidiar con esto, los funcionarios dieron a conocer pautas detalladas para ayudar a las empresas a prepararse para que los trabajadores vivan temporalmente en el sitio, implementando series de pruebas de PCR y divulgando las llamadas listas blancas para permitir la apertura de ciertos sectores importantes. También se han introducido pases electrónicos para vehículos de carga y trabajadores, rutas fijas y otras medidas similares.
Una mirada más cercana a los datos muestra el surgimiento de una tendencia clara: Pekín está asegurando el movimiento de mercancías, tanto a nivel nacional como internacional. Las políticas cuidadosamente calibradas están sesgadas para hacer que el sistema sea productivo.
No se puede decir lo mismo de las personas. La congestión vehicular, los viajes aéreos y los viajes de pasajeros no van a ser un factor importante para leer el estado económico de China o el alcance de su recuperación. Indicadores como las ventas minoristas y los datos del sector de servicios actualmente se ven sombríos.
Sin embargo, el lado industrial es una imagen diferente: un índice de transporte de carga por carretera mejoró en la primera semana, y las entregas urgentes siguieron su ejemplo. En el aeropuerto de Shanghái, la carga manejada en los primeros 10 días de mayo se recuperó bruscamente y subió casi un 60% más que el año anterior. Similarmente, la actividad aumentó en el puerto de la ciudad, uno de los más concurridos del mundo en tiempos normales.
Los datos muestran que las empresas en sectores prioritarios, si bien enfrentan problemas de inflación de costo como sus pares a nivel mundial, continúan produciendo bienes. La inversión en activos fijos en el sector manufacturero de alta tecnología aumentó un 15,6% respecto al año anterior.
Las ventas de automóviles pueden haberse desplomado un 47.6% en abril, pero las de vehículos eléctricos, un enfoque clave de la política, aumentaron un 44.6%.
Sin duda, las exportaciones también cayeron drásticamente el mes pasado, pero es probable que eso se deba a que la demanda de los consumidores en el extranjero se ha estabilizado después de la euforia de compra posterior a la pandemia, y la inflación afecta. También existe el peligro de que algunas políticas estén tan bien ajustadas que corran el riesgo de ralentizar las cadenas de suministro de China.
Permitir que los sectores se abran selectivamente pasa por alto el hecho de que ciertas industrias tienen múltiples niveles de proveedores que necesitan reiniciar sus fábricas. Permitir que solo los niveles superiores se pongan en marcha no ayudará. Aún así, las empresas están ideando sus propias formas de hacer frente a las limitaciones.
Shenzhen Inovance Technology Co., un proveedor clave de piezas de maquinaria industrial, tenía trabajadores viviendo en su fábrica y recibió el visto bueno para reanudar sus operaciones. La compañía ha tratado de hacer que el proceso de cambio de proveedor sea más eficiente.
Casi un tercio de su presupuesto de investigación y desarrollo se destina a cambiar el diseño del producto y la calidad de las pruebas, según analistas de Goldman Sachs Group Inc. También busca sumar capacidad en otras ciudades para proteger sus apuestas contra los confinamientos.
Si bien todo esto se vuelve costoso para las empresas y para Pekín, la realidad es que los obstáculos y la escasez globales garantizarán que el suministro de China al resto del mundo siga siendo importante. La demanda de sus productos no desaparecerá, incluso si es controlada internamente por su estrategia COVID cero. La inversión extranjera directa en China aumentó un 20.5% en los primeros cuatro meses del año. Esto incluyó proyectos de fabricación de alta tecnología.
En última instancia, las empresas multinacionales saben que el peso de China como mercado y como centro industrial no desaparecerá pronto. En términos relativos, las cadenas de suministro ahí son más profundas y seguirán funcionando debido a su papel clave en la economía de China y su influencia sobre el resto del mundo, a diferencia de Estados Unidos, donde la logística y los inventarios siguen bajo presión.
La pregunta ahora es, en qué punto se desmorona la viabilidad financiera de estas políticas. Hacer que las empresas gasten su propio dinero para cumplir con las políticas de COVID cero es una cosa, administrar selectivamente la actividad económica es otra. Ambos requieren una mano amiga en forma de subsidios y otros incentivos que China no puede pagar de la misma manera que lo ha hecho en el pasado.
Analistas de Nomura Holdings Inc. estiman que si las pruebas PCR periódicas se expandieran a toda China continental, tendrían un costo de entre el 0.9% (50% de la población) y casi el 2% (70% de la población) del PBI de China. Eso es costoso e ineficiente, pero el país ha logrado tales hazañas antes. Solo que esta vez, la economía se verá diferente, enfocada pero fracturada.