Bajo presión debido a su gran impacto ambiental, la industria de los teléfonos inteligentes se ha comprometido a incrementar sus esfuerzos para reciclar y reacondicionar los terminales.
Pero, ¿en qué punto se encuentra ahora el sector y cuáles son las perspectivas? A continuación, un repaso de la situación actual con motivo del Mobile World Congress (MWC), el congreso mundial de la telefonía móvil que se celebró en Barcelona.
¿Cómo está el sector?
Tras un lento arranque al inicio de la década del 2010, la actividad se ha acelerado con fuerza en los últimos años, tanto en el reacondicionamiento (que es la reparación y adaptación de los aparatos usados), como en el reciclaje de los componentes (metales, tierras raras, plásticos...).
Según Persistence Market Research, el 11% de los terminales que se venden en el mundo están reacondicionados. Una tasa “inferior a la de otros productos electrónicos”, aunque “en alza”, gracias a los progresos realizados en materia de recogida y reparación, subraya la consultora.
“Cada vez más actores ponen en marcha programas de reciclaje, debido a la presión reglamentaria y de los consumidores”, abunda Thomas Husson, analista en Forrester. “Estamos en tasas todavía bajas, pero comienza a despegar”.
Para las asociaciones medioambientales, sin embargo, estos avances son todavía insuficientes. “De todo el residuo electrónico solo se recicla el 20%, cuando en realidad podríamos recuperar mucho más”, recuerda Claudia Bosch, de la ONG catalana Setem, organizadora de un “congreso social del móvil” que se celebró en Barcelona, como contrapunto al poderoso MWC.
¿Quiénes son los principales actores?
En estos últimos años, han surgido multitud de empresas en el sector del reciclaje, como la página de reventa Back Market, del fabricante de teléfonos “éticos” Fairphone, o Recommerce, especializada en aparatos de segunda mano.
Y no han sido las únicas. Señal de que se trata de un mercado en alza, los propios gigantes de los teléfonos inteligentes también se han metido en el sector del reacondicionamiento. Así, Apple y Samsung han prometido incrementar el porcentaje de materiales reciclados que incluyen sus aparatos y disponen ahora de sus propias filiales de reciclaje.
“La capacidad de reciclar los smartphones se ha convertido en una cuestión importante para todos los fabricantes, pero también para los operadores” telefónicos, insiste Thomas Husson. “Hay en juego cuestiones de imagen, cada uno trata de diferenciarse”, agrega.
En Barcelona, el grupo británico Vodafone anunció una colaboración con Recommerce para favorecer la recogida de aparatos viejos, mientras que el francés Orange ya se comprometió el año pasado a incrementar del 2% al 10% la cantidad de teléfonos inteligentes reacondicionados que vende en sus tiendas.
¿Cuáles son las perspectivas?
Según los expertos, el sector debería experimentar un notable crecimiento, impulsado por el apetito creciente de los consumidores hacia los productos “verdes” y por la ralentización de las innovaciones en el mercado de los teléfonos inteligentes, lo que incrementa el atractivo de los productos de segunda mano.
El sector de los smartphones reacondicionados debería crecer un 10% por año de aquí al 2027, especialmente en mercados asiáticos como India o Indonesia, según la oficina de estudios Mordor Intelligence.
Un análisis que comparte también Persistence Market Research, que proyecta un fuerte incremento de la cifra de negocios de los terminales reciclados, que saltaría de los US$ 49,900 millones en el 2020 a US$ 143,800 millones en el 2031.
¿Y los mayores obstáculos?
Aunque las perspectivas son positivas, el sector debe afrontar todavía distintos obstáculos, algunos técnicos, que se derivan de la recogida de residuos. Para que el reciclaje sea eficaz, se necesita una “enorme organización”, subraya Thomas Husson.
Pero las principales reticencias son de tipo cultural. “Se venden cada vez más teléfonos reacondicionados con garantías. Pero siempre existe una preocupación entre los consumidores, que tienen dudas sobre la calidad del producto”, recuerda el analista.
Además, las prácticas comerciales de los propios fabricantes y los operadores no favorecen tampoco el reacondicionamiento.
“Hay una cultura del consumismo que está constantemente bombardeándonos con nuevas ofertas”, describe Claudia Bosch. “Hay muchísimo marketing que nos incita a desechar las cosas”.
Una estrategia paradójica si se atiende al mensaje medioambiental que envían los gigantes del sector.
“Si realmente nos preocupamos por el planeta, hay que apostar por la durabilidad del producto. Sin embargo, esto va en contra del modelo económico dominante”, basado en una “renovación regular de los aparatos, muchas veces subvencionada por los operadores”, incide Thomas Husson.