La OTAN y Rusia sellaron importantes compromisos de control de armas y de mejora en la transparencia de sus actividades militares. (Foto: John Thys/AFP)
La OTAN y Rusia sellaron importantes compromisos de control de armas y de mejora en la transparencia de sus actividades militares. (Foto: John Thys/AFP)

En un archivo subterráneo bajo el cuartel general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) está el documento clave que expone la visión de la Alianza y de Rusia sobre sus futuros lazos, tal y como se firmó hace casi un cuarto de siglo. La sala está sellada. Para tocar el documento hace falta utilizar guantes blancos.

La OTAN y Rusia no se consideran adversarios. Comparten el objetivo de superar los vestigios de la pasada confrontación y competencia y de reforzar la confianza y la cooperación mutuas”, reza el preámbulo del Acta Fundacional OTAN-Rusia, firmada en mayo de 1997.

Las cosas parecían más prometedoras entonces, menos de una década después de la caída del Telón de Acero y que se descongelaran las relaciones entre Moscú y Occidente. Hoy, con miles de ucranianos refugiados en búnkeres en todo el país y con millones más obligados a abandonar sus hogares, el documento parece papel mojado.

Cuando se firmó el Acta, el periodo posterior a la Guerra Fría era el inicio de una época de recorte del gasto en defensa a medida que la amenaza de Moscú se disipaba. La OTAN y Rusia sellaron importantes compromisos de control de armas y de mejora en la transparencia de sus actividades militares.

Y lo más importante, se comprometieron a limitar el despliegue de sus fuerzas en Europa.

El miércoles, lamentando la “brutal invasión” rusa de Ucrania, el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, dijo que la mayor guerra terrestre en suelo europeo en décadas “cambiará nuestro entorno de seguridad” y tendrá “consecuencias duraderas para nuestra seguridad y para todos los aliados de la OTAN”.

En sus conversaciones en la sede de la entidad en Bruselas, el secretario estadounidense de Defensa, Lloyd Austin, y sus homólogos están valorando qué defensas establecen en el flanco oriental de la Alianza, desde Estonia en el norte, pasando por Letonia, Lituania y Polonia, y hasta Bulgaria y Rumanía en el mar Negro.

El objetivo es disuadir el presidente ruso, Vladimir Putin, de ordenar la invasión de cualquiera de los 30 aliados, no solo durante esta guerra sino en los próximos cinco o diez años. Antes del inicio de la ofensiva, Putin pidió a la OTAN que frenase su expansión y retirase sus fuerzas del este. Pero está pasando lo contrario.

“Estamos reformando nuestra defensa colectiva: cientos de miles de soldados en alerta máxima, 100,000 soldados estadounidenses en Europa, y 40,000 bajo el mando directo de la OTAN, en su mayoría en la parte oriental de la Alianza, respaldados por fuerzas marítimas y aéreas”, explicó Stoltenberg.

Se espera que los ministros encarguen a los mandos militares que elaboren opciones para situar a tropas de una forma más permanente y en mayor número en el este, a diferencia de los grupos de combate rotatorios, con un total de alrededor de 5,000 efectivos, desplegados en los estados bálticos y en Polonia en los últimos años.

Los líderes estudiarán estas opciones en su próxima gran cumbre, que se tendrá lugar en junio en Madrid.

La opinión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y de sus homólogos de la OTAN, que también se reunirán en Bruselas la próxima semana, sobre el estado actual del Acta no podría ser más clara.

En un comunicado el mes pasado, los líderes señalaron que las acciones de Moscú eran “un flagrante rechazo de los principios consagrados en el Acta Fundacional OTAN-Rusia: es Rusia la que se ha alejado de los compromisos contemplados en el Acta”.

La decisión del presidente Putin de atacar Ucrania es un terrible error estratégico, por el que Rusia pagará un alto precio, tanto económica como políticamente, en los próximos años”, agregaron.

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