El boletín, basado en datos del 2021, indica fuertes aumentos (por encima de los 30 microgramos por metro cúbico de aire) en la concentración de partículas en suspensión en zonas que el pasado año sufrieron graves incendios. (Foto: Difusión)
El boletín, basado en datos del 2021, indica fuertes aumentos (por encima de los 30 microgramos por metro cúbico de aire) en la concentración de partículas en suspensión en zonas que el pasado año sufrieron graves incendios. (Foto: Difusión)

Cientos de millones de personas se verán perjudicadas por el empeoramiento de la que los expertos esperan este siglo por el aumento de la intensidad y duración de las olas de calor y el incremento de los incendios forestales, alertó este martes la .

El organismo de Naciones Unidas advierte en su boletín anual sobre calidad atmosférica, emitido con ocasión del Día Internacional por el Aire Limpio, que el aumento de las partículas contaminantes, ligado al cambio climático, puede tener consecuencias tan graves como el calentamiento global.

“A medida que se incrementa la temperatura del planeta, se prevé que los incendios forestales y la contaminación atmosférica ligada a ellos aumente, incluso en un escenario de emisiones bajas”, lo que tendrá consecuencias para la salud humana y los ecosistemas, afirmó al respecto el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.

El boletín, basado en datos del 2021, indica fuertes aumentos (por encima de los 30 microgramos por metro cúbico de aire) en la concentración de partículas en suspensión en zonas que el pasado año sufrieron graves incendios, especialmente Siberia, Canadá y el oeste de Estados Unidos, comparadas con la media del periodo 2003-2020.

Las mediciones también registraron un aumento superior a la media en las emisiones antropogénicas causadas por actividades como la generación de calefacción o la quema de rastrojos agrícolas, especialmente en los meses invernales en India y otras zonas del sur de Asia.

Niveles insalubres de contaminantes

En el oeste de Norteamérica, los incendios forestales entre mayo y septiembre provocaron en algunas áreas concentraciones adicionales de hasta 20 microgramos de partículas contaminantes PM2.5 (las más nocivas para la salud) por metro cúbico, cuatro veces más que el nivel recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Se teme que similares aumentos en la concentración de partículas contaminantes se registren este año en regiones como Europa o China, azotadas por olas de calor e incendios forestales que en el caso del Viejo Continente se sabe que han causado la emisión de 6,4 megatoneladas de carbono.

Los datos observados “son un anticipo del futuro, ya que se prevé un mayor aumento de la frecuencia, la intensidad y la duración de las olas de calor, lo cual podría empeorar aún más la calidad del aire”, subrayó Taalas.

Este empeoramiento de la calidad de aire ligado al calentamiento global es denominado por los expertos “sanción climática”, y la OMM prevé que las regiones que más la sufran se sitúen principalmente en zonas de Asia que albergan una cuarta parte de la población mundial.

“El cambio climático podría exacerbar los episodios de contaminación del ozono en superficie, lo que generaría efectos perjudiciales para la salud de cientos de millones de personas”, vaticina la agencia meteorológica de Naciones Unidas.

La polución, síntoma repentino del lento cambio climático

Calidad de aire y clima están interconectados, pese a que los fenómenos de polución suelan ser repentinos y el calentamiento global sea más gradual y a largo plazo, recuerda el boletín de OMM.

Así, por ejemplo, la quema de combustibles fósiles es por un lado una fuente importante de emisión de dióxido de carbono, principal gas causante del efecto invernadero, y al mismo tiempo emite óxido de nitrógeno, precursor del ozono y de las partículas en suspensión más perjudiciales.

Al mismo tiempo, la calidad de aire puede perjudicar la salud de los ecosistemas, ya que los contaminantes del aire pueden depositar en la superficie de la tierra concentraciones de nitrógeno, azufre y ozono que pueden afectar al agua, la biodiversidad, el almacenamiento de carbono o las cosechas.

Pese a los malos augurios, una buena noticia es que la superficie incendiada anualmente ha mostrado una tendencia descendente en las dos últimas décadas, como resultado del menor número de fuegos en sabanas y pastizales, si bien en algunas regiones ha habido aumentos destacados, caso de Norteamérica, Amazonas o Australia.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ya ha advertido en recientes informes que el cambio climático puede aumentar la gravedad y frecuencia de los “incendios forestales catastróficos” como los sufridos en Australia en el 2019 o en el oeste de los Estados Unidos en el bienio 2020-21.

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