Hay una sensación flotante de regreso a clases a medida que el verano llega a su fin en el hemisferio norte. Aumenta la presión sobre los Gobiernos para asegurar un gran avance mundial sobre el cambio climático antes de la COP26 —conversaciones cruciales de las Naciones Unidas que comienzan en Glasgow, Escocia, en poco más de 60 días.
Alok Sharma, el presidente de la COP, lleva un año viajando por el mundo en un intento por asegurarse de poder negociar un acuerdo en la cumbre. Ahora su enfoque se reduce a un puñado de países.
Sharma dice que la COP26 debe “consignar el carbón a la historia”, y espera que un informe especializado de científicos que fue publicado a principios de este mes conscientice sobre la necesidad de actuar ahora.
El estudio, realizado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), mostró que los humanos han elevado las temperaturas medias globales en 1.1 °C desde finales del siglo XIX, y ya emitió suficiente gas de efecto invernadero en la atmósfera para calentar el planeta en 1.5 °C.
Que Sharma logre o no su cometido en Glasgow se reduce esencialmente a los dos mayores emisores del mundo: China y Estados Unidos. China debe anunciar recortes de contaminación más ambiciosos que incluyan promesas de dejar de construir más centrales eléctricas de carbón. Y Estados Unidos debe cumplir su promesa de una década de ayudar a países pobres a hacer la transición a la energía verde y adaptarse al cambio climático.
Las próximas semanas serán claves. El enviado presidencial de Estados Unidos para el Clima, John Kerry, visitará China y Japón en un empujón diplomático final, y Sharma viajará allí también, según Politico. La oficina de Sharma declinó confirmar si viajará a China.
En su visita, se espera que Sharma insista en la necesidad de que China ponga fin al carbón. Su uso en el país sigue aumentando. Los Gobiernos provinciales aprobaron 24 nuevos proyectos de energía con carbón en el primer semestre de este año, según una investigación de Greenpeace la semana pasada.
Estados Unidos está muy por detrás de otros países en materia de finanzas ambientales. Hace una década, los países ricos prometieron movilizar US$ 100,000 millones al año para el 2020 con el ánimo de ayudar a los países pobres a enfrentar los peores impactos del cambio climático y hacer la transición hacia combustibles más ecológicos. Pero ese objetivo no se ha cumplido y los países en desarrollo dicen que no pueden reducir las emisiones más rápido sin este apoyo.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prometió más, pero está contenido en un proyecto de ley de infraestructura que avanza lentamente en el Congreso. Estados Unidos debe presentar una propuesta creíble sobre nuevo financiamiento a la Asamblea General de la ONU a fines de septiembre si quiere desbloquear el progreso de las conversaciones sobre el clima a tiempo, dice Nick Mabey, director ejecutivo del grupo de expertos ambientales E3G.
La reunión de Kerry en Tianjin también será clave. El éxito del Acuerdo de París del 2015 nació de una negociación alcanzada entre el entonces presidente Barack Obama y Xi Jinping un año antes. Una vez que los dos mayores emisores del mundo llegaron a un entendimiento, fue más fácil para otros países alinearse.
Pero ahora que la tensión se ha intensificado entre las dos superpotencias, un acuerdo de este tipo será mucho más difícil de lograr.