Empresas estadounidenses y canadienses han estado pidiendo a gritos que se tomen medidas contra las políticas energéticas nacionalistas de México, pero la queja comercial que sus países presentaron esta semana podría llevar a la región norteamericana por un camino peligroso.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, ha hecho del fortalecimiento de las energéticas estatales mexicanas a costa de las empresas privadas el emblema de su Administración, y no hay señales de que ceda lo suficiente para satisfacer a sus vecinos.
Su insistencia podría conducir a una disputa comercial prolongada en virtud del Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá, conocido como T-MEC. Exnegociadores del tratado señalan que la disputa costaría a México entre US$ 10,000 millones y US$ 30,000 millones en aranceles. Las consecuencias de una larga batalla podrían poner en riesgo oportunidades de inversión para toda la región, justo cuando se espera que las interrupciones en la cadena de suministro de Asia impulsen significativamente el comercio dentro Norteamérica.
“Estamos viendo un potencial desastre entre Estados Unidos, México y Canadá”, dijo en una entrevista Kenneth Smith Ramos, quien fue el principal negociador del T-MEC de México hasta el 2019. “México tendría que reformar por completo dos leyes que son esenciales para AMLO”.
La última señal de que López Obrador se mantiene firme se produjo el viernes, cuando dijo que la relación comercial de México con Estados Unidos no puede darse a costa de la dignidad de los mexicanos. Ha insistido en que su política energética no viola el T-MEC y dijo que anunciará su respuesta formal a la denuncia en un desfile militar para conmemorar el Día de la Independencia de México el 16 de setiembre.
“Dado lo fuerte que López Obrador se siente acerca de sus políticas proteccionistas en el sector energético, es poco probable que se llegue a un acuerdo”, dijo Carlos Petersen, analista político de Eurasia Group. “Esto no pondrá en peligro el T-MEC en su conjunto, pero sin duda creará tensiones y posibles medidas de represalia por parte de Estados Unidos y Canadá”.
Esta semana, Estados Unidos y Canadá solicitaron conversaciones para la resolución de disputas en el marco del T-MEC argumentando que México está violando el libre comercio con sus medidas para priorizar la energía de su empresa estatal de servicios públicos sobre la de empresas privadas de energías renovables. Ambos países argumentan que las políticas de AMLO han conducido a negaciones y revocaciones de la capacidad de las empresas estadounidenses para operar en el sector energético de México.
La oficina de AMLO restó importancia a la posibilidad de una disputa.
“No hay intención de conflicto, todo lo contrario, diálogo tranquilo”, dijo Jesús Ramírez, vocero de AMLO, en una entrevista posterior a las declaraciones del presidente. “Sí nos interesan las inversiones de las empresas de Estados Unidos y de Canadá”.
Oportunidades perdidas
A la larga, la disputa podría afectar el atractivo de México y Norteamérica para los inversionistas, señaló en una entrevista Luis de la Calle, exfuncionario de comercio de México.
En medio de las interrupciones en las redes de envíos globales, el cambio en la ruta de las cadenas de suministro provenientes de Asia podría impulsar las exportaciones de México en más de US$ 35,300 millones al año, según estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo. Pero la disputa comercial pone parte de eso en riesgo, dijo De la Calle.
Los problemas económicos en China y Europa han convertido a Norteamérica en la región más competitiva del mundo en este momento, sostuvo De la Calle. Si los tres países no logran llegar a un acuerdo, el principal costo es el costo de oportunidad para México y Norteamérica de no aprovechar el contexto internacional que favorece tremendamente a Norteamérica.
En virtud de las normativas del T-MEC, la queja comercial le da a México hasta 30 días para acceder a programar consultas. Si después de 75 días no se llega a un acuerdo, Estados Unidos podría solicitar que un panel formal escuche los argumentos de ambas naciones. Si bien ese proceso se enfoca en lograr que México acepte acciones correctivas, los conflictos prolongados pueden, a la larga, llevar a que Estados Unidos imponga aranceles punitivos a las importaciones de México en virtud del pacto comercial de dos años de antigüedad.
López Obrador ha dicho que el sector petrolero está excluido del acuerdo, un argumento que Smith y otros expertos en comercio ponen en duda. El miércoles, en su conferencia de prensa diaria, después de que Estados Unidos anunciara su queja, AMLO puso una canción titulada “Uy, qué miedo”, que parecía restar importancia a sus preocupaciones. También dijo que estaba protegiendo al país contra empresas voraces y agregó que, al iniciar la disputa, la Administración Biden corría el riesgo de parecer que está apoyando a empresas corruptas.
López Obrador ha trabajado para que México regrese a una independencia energética respaldando al productor estatal de petróleo y gas Petróleos Mexicanos, conocido como Pemex, y a la eléctrica estatal CFE. El Gobierno se ha negado a otorgar permisos a varios proyectos energéticos extranjeros casi terminados.