Cuando quedan cinco meses de campaña presidencial en México, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador ha obtenido una considerable ventaja en la mayoría de las encuestas. Sin embargo, las elites empresariales y financieras del país no parecen impresionadas.
El 85% de los altos ejecutivos encuestados por Banco Santander dijo el mes pasado que López Obrador será derrotado en las elecciones de julio tal como ocurrió en 2006 y 2012. Esta confianza explica por qué los mercados mexicanos se han mantenido tan bien a medida que López Obrador (quien por años ha convertido al "neoliberalismo" en el enemigo número uno en sus discursos y ha prometido revertir los esfuerzos para abrir la industria petrolera estatal) aumenta la ventaja sobre un par de candidatos más convencionales.
El peso es la segunda mejor moneda en todos los mercados emergentes este año y las acciones han tenido un mejor rendimiento que la mayoría de sus pares.
Pero en la era en la que se produce una sorpresa política tras otra, que los profesionales no son capaces de prever (la elección de Donald Trump, la votación del brexit, la postura cada vez más nacionalista de Polonia), este tipo de complacencia a algunos les parece peligrosa. Y solo porque Amlo, como se conoce a López Obrador, perdió en el pasado, no significa necesariamente que perderá de nuevo esta vez.
Alejandro Cuadrado, estratega de Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, advierte que el peso podría debilitarse un 7% desde los niveles actuales si Amlo lidera las encuestas en los días previos a la votación.
Exotix, una firma de investigación que se especializa en los activos más riesgosos, dice que una victoria electoral podría provocar una caída del 15% en el índice bursátil de referencia e impulsar los rendimientos de los bonos locales en 4 puntos de porcentuales.
"No creo que los inversores estén preparados", dijo en una entrevista Rafael Elías, jefe de investigación crediticia para América Latina en Exotix. "Hay que empezar a mirar seriamente las encuestas".
Las encuestas electorales más recientes muestran una ventaja significativa para Amlo. Tiene un apoyo del 40%, mayor que el candidato de la alianza liderada por el PAN, Ricardo Anaya, que aparece con el 31%, y el ex secretario de Hacienda, José Antonio Meade, del partido gobernante PRI, con el 20%, según el análisis de encuestas de Bloomberg.
El ascenso de Amlo, un ex alcalde de Ciudad de México, se produce en medio de un resurgimiento del descontento contra el PRI y el presidente Enrique Peña Nieto debido a las acusaciones de corrupción.
Al mismo tiempo, las amenazas de Trump de desmantelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y restringir la inmigración están despertando el orgullo nacional en México, una dinámica que favorece a Amlo en medio de sus promesas de restablecer la relación con Estados Unidos.
Por supuesto, todavía faltan meses para las elecciones y la campaña oficial no puede comenzar hasta que los partidos nominen oficialmente a sus candidatos a fines de marzo. Los candidatos también tienen previsto realizar tres debates a partir del 22 de abril. Y Amlo, quien ya disfruta de un gran reconocimiento, puede ver que sus posibilidades disminuyen a medida que los votantes se familiarizan con sus rivales.
También es posible que incluso si Amlo ganara, su agenda económica no sea tan radical. Se ha reunido con líderes empresariales y con ejecutivos en bancos, entre ellos Citigroup Inc. y JPMorgan Chase & Co., en un esfuerzo por tranquilizarlos.
"No estamos en contra de los hombres de negocios", dijo López Obrador a una multitud en el Auditorio Nacional de México en noviembre. "Estamos en contra de los políticos corruptos".
Y si bien es posible que una presidencia de Amlo lleve a los mercados mexicanos al caos, vale la pena recordar que las predicciones apocalípticas sobre el impacto de Trump en los mercados antes de ser elegido y las terribles advertencias sobre las posibles consecuencias negativas del brexit nunca se produjeron realmente.
Amlo ya estuvo a punto de ganar la presidencia. Lideró las encuestas antes de las elecciones de 2006, lo que causó la caída del peso, y terminó perdiendo por menos de 1 punto porcentual ante FelipeCalderón. Una minoría de inversionistas está observando los números, y se preparan para las consecuencias. Las opciones sobre el peso mexicano muestran un aumento en la preocupación en el período próximo a las elecciones.
Una victoria de Amlo no es "el punto de referencia, pero sí creemos que las posibilidades son lo suficientemente altas como para que nos estamos preparando", dijo Rob Turner, gerente de cartera sénior de Invesco, que se está absteniendo de comprar la mayoría de la deuda corporativa y soberana de México. "Nos estamos preparando para más incertidumbre, porque hay muy pocos detalles concretos".