En el ultrasecreto cabo Ferrat, un paradisíaco lugar de la Costa Azul que tanto aprecian los oligarcas rusos, surgen las primeras dificultades de la mano de las sanciones vinculadas con la guerra en Ucrania.
Tras los italianos y los sauditas, la clientela rusa, “exigente y apresurada”, empezó a llegar a partir del 2006 a esta arbolada península, con sus idílicas calas, ubicada entre Niza y Mónaco, para comprar casas a 50 millones de euros, explica Barbara Benassaya directora de la agencia inmobiliaria Pisani Real Estate.
“Hicieron que el mercado se disparara artificialmente, dispuestos como estaban a pagar lo que fuera”, agrega Benjamin Mondou, presidente de Century 21 Lafage Transactions, que agrupa a diez agencias inmobiliarias.
Aún más que el cabo de Antibes, donde se ve a menudo al oligarca Roman Abramovich, el cabo Ferrat se ha convertido en la península más eslava del Mediterráneo francés.
Ahí, los rusos poseen emblemáticos bienes como el antiguo zoológico, transformado en villa ultramoderna, o la mansión Santo Sospir, decorada por el artista Jean Cocteau. Y el millonario anglo-estadounidense Len Blavatnik, nacido en Ucrania cuando ese país formaba parte de la Unión Soviética, es propietario de un lujoso hotel.
Pero su presencia suele ser discreta, y los propietarios, pueden esconderse detrás de empresas pantalla domiciliadas en Bahamas o Guernesey.
Nellcote y los Rolling Stones
El nombre de Alexander Ponomarenko aparece rápidamente en los documentos de la SCI La Chabanne Project, como propietario de una hacienda de 15,000 m2 por la que pagó 83.5 millones de euros en el 2008. Tres mansiones se estaban construyendo en ella.
Quedaba más de un año de obras pero “las cuentas del señor Ponomarenko están congeladas por lo que la obra se parará”, dice uno de los empresarios que trabaja en ella y que requirió el anonimato.
Ponomarenko, que dimitió a mediados de marzo de la presidencia del mayor aeropuerto de Rusia, en Moscú, fue sancionado por la Unión Europea (UE) cuatro días después del inicio de la invasión de Ucrania, por sus “estrechos vínculos con otros oligarcas asociados con Vladimir Putin”, el presidente ruso.
Es imposible saber si esta propiedad forma parte de la treintena de bienes rusos “congelados” en Francia. Contactado por la AFP, el ministerio de Economía no proporcionó detalles.
Tras la incautación a principios de marzo cerca de Marsella (sur) de un yate relacionado con el presidente de la petrolera Rosneft, Igor Sechin, las autoridades francesas se muestran discretas sobre su búsqueda de haberes de oligarcas.
En la Costa Azul, el temor es que los rusos no puedan pagar a sus empleados, o sus facturas. Si los bienes son congelados, ya no podrán ser vendidos ni alquilados.
Los nombres de varios oligarcas son bien conocidos en esta zona: los Rotenberg, en la Villa Shoshana, cuyo padre de familia Arkadi es considerado como muy cercano al presidente ruso, y se halla sometido a sanciones de Estados Unidos.
La mansión Nellcote pertenece a una SCI donde aparecen los nombres del propietario de la empresa siderúrgica rusa de Magnitogorsk (MMK) Viktor Rashnikov, “influyente oligarca” según la UE que lo sancionó, y el de su hija Olga, a quien hizo una donación.
Los postigos de esta mansión neoclásica, donde los Rolling Stones grabaron en 1970 “Exile on Main Street”, están cerrados. Nadie responde entre el personal de seguridad. Pero el riego está funcionando, y las jardineras desbordan de flores. ¿Está incluido en la medida del bloqueo de Francia? ¿Qué ocurrirá ahí en verano?
200,000 euros por mes
“Hay una incertidumbre generalizada, no sabemos cómo terminará el conflicto, la situación no es favorable” admite Jean-François Dieterich, alcalde de Saint-Jean-Cap-Ferrat, municipio de 1,500 habitantes en invierno, donde el 60% de las 2,074 viviendas son residencias secundarias.
“Habrá consecuencias, muchas cosas dependen de la clientela rusa”, agrega.
En el sector inmobiliario, “hay que esperar”, según Benassaya. “En las compras de entre dos y tres millones de euros tenemos a muchos rusos que tienen dificultades para sacar dinero. Algunos tienen cuentas en Mónaco, y por eso es un poco más fácil”.
De momento, se producen varias anulaciones, especialmente para los alquileres de “grandes mansiones a 200,000 euros (US$ 217,000) por mes” constata la agente.
Los rusos que viven aquí todo el año, sobre todo mujeres y niños, optan por la discreción, ocultando incluso la bandera rusa en la matrícula de sus coches, según indican algunos habitantes.
Varios ucranianos tienen también vínculos en cabo Ferrat, como Rinat Akhmetov, el hombre más rico del país y propietario del club de fútbol Shakhtar Donetsk, que adquirió en el 2019 una villa por 200 millones de euros.
Clichés en torno al ruso
“Todos los clichés que pueden haberse creado en torno al ruso que hizo fortuna en los años 2000 y que pasaba su vida en Courchevel (lujosa estación de esquí de los Alpes) y Saint-Tropez, ha creado confusiones entre empresarios rusos y oligarcas cercanos al poder” se lamenta Edouard Deschepper, que dirige el proyecto de transformación de un hotel de cinco estrellas para el promotor ruso Kirill Pisarev, vía el fondo de inversiones Wainbridge Estate.
“En cuanto se ve a un ruso que quiere abrir una cuenta bancaria, se nos responde educadamente ‘no’, sin dar explicaciones”, relata, precisando que su jefe ruso vive en Londres y ha relocalizado su fortuna fuera de Rusia.
En su pequeño barco de pesca, Arnaud Allary observa su entorno con cierto fatalismo: “Mi familia pesca aquí desde hace cinco generaciones. Hace 50 años, aquí nada valía nada, y hoy he visto cómo un pequeño apartamento de dos habitaciones se vendía frente al puerto ¡a 1.3 millones!”.
Además, sin los rusos, la pesca sería más fácil en la bahía. “A veces hay 80 yates aquí, y cada vez estoy obligado a ir a pescar más lejos”, asegura. Aunque reconoce que, sin los rusos, los pedidos de langosta se reducirían.