El ejército ucraniano afirmó este domingo que logró frenar ataques rusos cerca de la ciudad de Severodonetsk, en el este del país, escenario de intensos combates desde hace semanas dentro de esta guerra que, según la OTAN, podría extenderse durante “años”.
“Nuestras unidades lograron frenar el asalto en la región de Toshkivka”, declaró el ejército ucraniano en Facebook. “El enemigo se retiró”, agregaron.
Serguéi Gaidai, gobernador de Lugansk, región en la que se sitúa Severodonetsk, calificó de “mentiras” las declaraciones según las cuales Rusia controla toda la localidad. “Es cierto que controlan la mayoría de la ciudad, pero no completamente”, dijo.
En Severodonetsk hay más de 500 civiles, entre ellos 38 niños, que se refugiaron en una planta química, según Gaidai. La planta ha sido de nuevo afectada por bombardeos en las últimas horas, según el gobernador.
Desde hace varios días se intenta establecer un corredor humanitario para evacuarlos, pero aún no ha podido concretarse.
Desde Moscú, el ministerio ruso de Defensa afirmó el domingo que “la ofensiva contra Severodonetsk se lleva a cabo con éxito”.
“Unidades de la milicia popular de la República popular de Lugansk, apoyadas por las fuerzas armadas rusas, liberaron la localidad de Metolkin”, al sureste de Severodonetsk, explicó el ministerio a la prensa.
También afirmó haber alcanzado una fábrica de Mikolaiv (sur) que almacenaba misiles de cruzero y haber destruido “diez obuses de 155 mm y hasta veinte vehículos blindados suministrados al régimen de Kiev por Occidente en los últimos diez días”.
Las afirmaciones no pudieron ser verificadas de forma independiente.
“No hay lugar seguro”
Tras haber fracasado en su intento de apoderarse de Kiev en el inicio de la ofensiva, a finales de febrero, el objetivo de Rusia parece ser ahora tomar totalmente las riendas de la cuenca minera del Donbás, compuesta por las regiones de Lugansk y Donetsk. Desde 2014, esta región está parcialmente controlada por separatistas prorrusos apoyados por Moscú.
“No hay ningún lugar seguro”, admitió el gobernador en una entrevista con AFP desde Lysychansk, en la región de Lugansk. Los rusos “bombardean nuestras posiciones las 24 horas del día”, describió.
“Una expresión dice: hay que prepararse para lo peor y lo mejor vendrá sólo”, cuenta Gaidai. “Por supuesto que tenemos que prepararnos”, reiteró el responsable, que teme que los rusos rodeen la ciudad y corten las carreteras que garantizan el suministro.
En la ciudad todo y todos parecen prepararse para los combates en la calle: los soldados cavan agujeros y ponen alambradas, la policía coloca coches calcinados para frenar el tráfico y muchos habitantes que aún estaban en la ciudad, deciden finalmente marcharse.
“Dejamos todo y nos vamos. Nadie puede sobrevivir a un ataque así”, declaró Alla Bor, profesora de historia.
“No daremos el sur a nadie”
Este domingo, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski mostró la determinación de seguir resistiendo en el sur, tras una visita a las ciudades de Mikolaiv y Odesa el sábado.
Mikolaiv, que tenía medio millón de habitantes antes de la guerra, sigue bajo control ucraniano, pero está cerca de Jersón, región prácticamente ocupada por los rusos.
Además, se encuentra en la carretera hacia Odesa, el mayor puerto de Ucrania, unos 130 km al suroeste, donde millones de toneladas de grano ucraniano están bloqueadas.
“No daremos el sur a nadie, vamos a retomar todo, el mar será ucraniano y será seguro”, dijo Zelenski, en un video publicado en Telegram tras regresar a Kiev.
Sin embargo, su optimismo chocó con el sombrío panorama perfilado por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien afirmó, en una entrevista publicada este domingo por el diario alemán Bild, que la guerra podría durar “años” y por ello los países occidentales deben prever un apoyo duradero a Ucrania.
“No debemos desfallecer en nuestro respaldo a Ucrania, aunque los costes sean elevados. No solamente en términos de apoyo militar, sino también por el aumento de los precios de la energía y los alimentos”, dijo.
Rusia redujo esta semana el flujo de gas hacia Europa occidental alegando problemas técnicos. Alemania, en primera línea, anunció medidas de urgencia el domingo para asegurar su suministro de energía y estas implicarán recurrir más al carbón.
“Es amargo, pero es indispensable para reducir el consumo de gas”, declaró el ministro de Economía, el ecologista Robert Habeck, en un comunicado. El gobierno de coalición alemán prometió abandonar el uso de carbón antes de 2030.
Entretanto Catar anuncio que el grupo italiano ENI se unía a la empresa francesa TotalEnergies en el proyecto North Field East, cuyo objetivo es aumentar la producción de gas natural licuado del país del Golfo en un 60% para 2027.