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Trabajadores construyen un nuevo dique en Taro, distrito de Miyako, en la prefectura de Iwate para protegerse de los maremotos, el 26 de febrero de 2021. (Foto: AFP)
Los imponentes diques en Japón, un legado del tsunami de 2011

Trabajadores construyen un nuevo dique en Taro, distrito de Miyako, en la prefectura de Iwate para protegerse de los maremotos, el 26 de febrero de 2021. (Foto: AFP)

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Algunas personas caminan frente al muro de protección mientras los trabajadores construyen uno nuevo y más alto en Taro, distrito de la ciudad de Miyako, prefectura de Iwate, el 26 de febrero de 2021. (Foto: AFP)
Los imponentes diques en Japón, un legado del tsunami de 2011

Algunas personas caminan frente al muro de protección mientras los trabajadores construyen uno nuevo y más alto en Taro, distrito de la ciudad de Miyako, prefectura de Iwate, el 26 de febrero de 2021. (Foto: AFP)

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Un hombre camina cerca de una vía de salida del dique en Ofunato, prefectura de Iwate, Japón, el 27 de febrero de 2021. (Foto: AFP)
Los imponentes diques en Japón, un legado del tsunami de 2011

Un hombre camina cerca de una vía de salida del dique en Ofunato, prefectura de Iwate, Japón, el 27 de febrero de 2021. (Foto: AFP)

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Un nuevo dique más alto que los anteriores para protegerse de los tsunamis, en el distrito de Taro de Miyako, en la prefectura Iwate, para protegerse de los maremotos. (Foto: AFP)
Los imponentes diques en Japón, un legado del tsunami de 2011

Un nuevo dique más alto que los anteriores para protegerse de los tsunamis, en el distrito de Taro de Miyako, en la prefectura Iwate, para protegerse de los maremotos. (Foto: AFP)

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Un hilera de casas cerca de un dique en Yamada, prefectura de Iwate, el 26 de febrero de 2021. (Foto: AFP)
Los imponentes diques en Japón, un legado del tsunami de 2011

Un hilera de casas cerca de un dique en Yamada, prefectura de Iwate, el 26 de febrero de 2021. (Foto: AFP)

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Una ventana del dique protector contra los tsunamis en Kamaishi, prefectura de Iwate, el 27 de febrero de 2021. (Foto: AFP)
Los imponentes diques en Japón, un legado del tsunami de 2011

Una ventana del dique protector contra los tsunamis en Kamaishi, prefectura de Iwate, el 27 de febrero de 2021. (Foto: AFP)

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El dique que protege de los tsunamis al puerto de pesca de Rikuzentakata, prefectura de Iwate, el 25 de febrero de 2021. (Foto: AFP)
Los imponentes diques en Japón, un legado del tsunami de 2011

El dique que protege de los tsunamis al puerto de pesca de Rikuzentakata, prefectura de Iwate, el 25 de febrero de 2021. (Foto: AFP)

La ciudad japonesa de Taro tenía unos diques supuestamente capaces de sobrevivir a casi todo lo que el mar podía llevar a la costa, hasta que el tsunami del 2011 los destruyó por completo.

Una década después del destructivo maremoto provocado por uno de los más potentes terremotos de la historia, la lección para muchas ciudades costeras ha sido: hay que construir más alto.

Esta política ha dejado un legado de cemento a lo largo de cientos de kilómetros en la costa nororiental de Japón, con la excepción de algunas comunidades que han rechazado poner puertas al mar.

Antes del 2011, los habitantes de Taro creían que estos muros soportarían cualquier cosa.

“Taro había construido una ciudad perfecta para prevenir desastres”, dice Kumiko Motoda, una guía local.

La ciudad empezó a construir diques en 1934, después de que la arrasaran los maremotos de 1896 y 1933.

Estas barreras de 10 metros de altura, de una longitud de 2.4 kilómetros, conocidas como “La Gran Muralla”, tenían 44 salidas de evacuación y estaban equipadas con paneles solares para mantener las luces encendidas.

Se señalizaron las carreteras de evacuación y los residentes podían contar con unos 10 minutos para poder ponerse a salvo, explica Motoda.

Pero los 16 metros de la ola que llegó el 11 de marzo pasó por encima de los diques y los destruyó al tiempo que arrastraba casas y vehículos.

En Taro, 140 residentes perdieron la vida y 41 siguen desparecidos.

Después del desastre, el gobierno de Japón pidió a las regiones costeras que contemplaran la construcción o reconstrucción de los muros para lo que destinó 1.3 billones de yenes (US$ 12,000 millones).

En total, hay 430 kilómetros de barreras, de las que el 80% están terminadas.

“Propenso a los desastres”

Las estructuras han modificado el paisaje costero impidiendo ver el mar en algunos tramos.

En Taro, las murallas miden 14.7 metros de altura y dos kilómetros de longitud.

Los habitantes tienen que estirar el cuello para poder ver la parte alta y, para ver el océano, tienen que subir más de 30 escalones de una escalera que parece dirigirse directamente al cielo.

Los expertos consideran que los diques cumplen dos funciones: actúan como rompeolas y reducen los daños, además de hacer ganar tiempo a la gente para la evacuación.

Unos pocos minutos pueden cambiar todo, dice Tomoya Shibayama, profesor de ingeniería civil y medioambiental de la Universidad de Waseda.

“Hubo muchos momentos (en el 2011) en que estos pocos minutos cambiaron la suerte de la gente”, dice.

Las nuevas construcciones tienen bases más anchas y muros internos reforzados para absorber mejor la fuerza de las olas.

También se ha adaptado la altura a las olas más altas de los tsunamis más potentes, que suelen ocurrir una vez cada cien años.

Se han mejorado los sistemas de alarma y las simulaciones por computador para rastrear las rutas de evacuación y la deslocalización de comunidades.

Aunque las barreras por sí solas no bastan, son necesarias, dice Shibayama.

“Siempre hay un riesgo de desastres naturales”, aunque se deslocalice a las comunidades. “Japón es un archipiélago propenso a los desastres”, recuerda.

La experiencia de Taro en el 2011 mostró que los diques no son una solución a prueba de fallos.

“Hubo gente que no se puso a salvo, pensando que el tsunami no les alcanzaría”, dice Motoda.

“Esta es mi casa”

Un gran terremoto producido solo dos días antes había producido una pequeña ola, posiblemente dando una falsa sensación de seguridad.

“Los diques están para hacer ganar tiempo para que la gente pueda evacuar, no para parar un tsunami”, dice Motoda, cuya madre sigue desaparecida tras el tsunami.

Para ella, los muros tienen como objetivo final que el mar no se trague los cuerpos de las víctimas.

Pero estos diques no están exentos de polémica y algunas comunidades han rechazado quedarse aisladas del mar, independientemente de los riesgos.

El pequeño pueblo pesquero de Mone, en Miyagi, perdió 42 de las 55 casas que tenía en el tsunami del 2011, pero en vez de construir un dique prefirió cambiar de lugar.

“La única forma de proteger nuestras vidas de un tsunami es evacuar a lugares más altos. No importa que haya un dique”, dice el productor de ostras Makoto Hatakeyama.

El pueblo, que perdió cuatro habitantes en el tsunami, se trasladó a 40 metros por encima del nivel del mar.

Hatakeyama, como muchos pescadores, se dirigió al mar para tratar de proteger su barco. Logró sobrevivir nadando a una isla cercana.

Cree que los diques dan una sensación de falsa seguridad.

“No se puede hacer nada con un tsunami... La gente debería entender que vive en un lugar donde hay tsunamis y terremotos”.

Y perder la conexión directa con el océanos es un sacrificio que no está dispuesto a hacer.

“Esta vista, la brisa, la atmósfera... No hay prácticamente nada igual en Japón”, dice este hombre de 42 años.

El mar “es mi identidad, me calma”, afirma. “Es mi casa”.