La creciente oposición a los nuevos contratos de litio en Chile es el último indicio de lo difícil que será para el mundo producir los componentes básicos de la transición hacia la energía limpia.
En los últimos meses de su mandato, el Gobierno del presidente Sebastián Piñera está a punto de otorgar nuevas cuotas de producción en un esfuerzo por aprovechar las mayores reservas del mundo.
Esto se produce en un momento en que los precios del metal para baterías alcanzan máximos históricos gracias a la creciente demanda de vehículos eléctricos.
Anteriormente, estos esfuerzos habrían encontrado poca resistencia, dada la abundancia de litio que se esconde bajo los salares chilenos y lo limpio y fácil que es producirlo en comparación con la minería de roca dura que se practica en el principal productor, Australia.
Después de todo, quienes se adjudiquen los nuevos contratos de todos modos tendrán que realizar trabajos de exploración y pasar por todos los permisos habituales antes de poder desarrollar los proyectos.
Pero la política, y las sensibilidades ambientales y sociales, han cambiado.
Piñera, de 72 años, está a punto de traspasar el poder al izquierdista de 35 años Gabriel Boric, cuyo equipo acusa al Gobierno saliente de intentar apresurar la licitación de los nuevos contratos en un momento en que el país está reevaluando su postura sobre los recursos naturales en un proceso para redactar una nueva Constitución.
Esta semana, un grupo de miembros de la oposición de la Cámara Baja presentó un requerimiento para detener el proceso de licitación, acusando a las autoridades de eludir las obligaciones de consulta a las comunidades en un frágil ecosistema desértico. Un sindicato de trabajadores de la minería del cobre tildó el proceso de extemporáneo.
El recrudecimiento de las críticas subraya el enorme desafío que supone la obtención de las licencias sociales necesarias para aumentar el suministro de metales como el níquel, el cobalto y el litio en la transición de los combustibles fósiles.
Chile, el mayor productor de litio después de Australia, ha visto disminuir su participación en el mercado en los últimos años, produciendo alrededor de 18,000 toneladas métricas el año pasado. El país ofrece cinco contratos para producir hasta 80,000 toneladas cada uno durante 20 años.