La victoria de los socialdemócratas en Alemania obedece más a su candidato a canciller Olaf Scholz que al propio partido, afirman los expertos, para quienes la centroizquierda europea está lejos de brillar como hace 20 años.
El Partido Socialdemócrata (SPD) alemán venció las elecciones legislativas del domingo con un 25.7% de los votos, pero por estrecho margen por delante del candidato de los conservadores de la canciller alemana Angela Merkel (24.1%).
Este resultado es “impensable” para un partido “moribundo” hace un año, cuando las encuestas le auguraban un 15% de votos, según estos expertos, pero se trata sobre todo de una apuesta por Scholz, según Sébastien Maillard.
“Había que encontrar un sucesor digno de Merkel”, lo que encarna el actual ministro de Finanzas y vicecanciller de la coalición gobernante, agrega el director del Instituto Jacques Delors, en referencia al socialdemócrata.
Maillard rechaza así la existencia de una “dinámica de izquierdas”, ya que “los temas sociales no protagonizaron la campaña”. Este hecho podría quedar más claro en los próximos meses cuando se negocie la futura coalición.
Tanto los socialdemócratas como los conservadores intentarán liderar una futura coalición. Para ello, buscarán el apoyo clave de los Verdes (14.8% de votos) y de los liberales del Partido Democrático Libre (FDP, 11.5%).
“Si los liberales llegan al poder, ya no será de centroizquierda, ya que, en temas económicos, son muy conservadores”, según Tara Varma, del centro de reflexión Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).
“Desierto”
La victoria del SPD confirma una tendencia en Europa. En el norte, los socialdemócratas gobiernan en Suecia, Finlandia, Dinamarca e Islandia, a los que se sumará en breve Noruega. Algo inédito desde los años 1950.
Los socialistas de Pedro Sánchez están a las riendas en España desde el 2018 y la centroizquierda gobierna también en la vecina Portugal y en otro país del sur de Europa, el archipiélago mediterráneo de Malta.
Aunque no están al frente, partidos de esta tendencia forman parte de las coaliciones en Luxemburgo y en Bélgica y de un ejecutivo “de tecnócratas” en Italia. ¿Se puede hablar entonces de una primavera de la izquierda europea?
En total, alrededor de una decena de los 27 países de la Unión Europea (UE) cuentan con al menos un partido de esa tendencia en el poder, una progresión respecto al “desierto” de los últimos años, según Pascale Joannin.
Pero “la época de los grandes partidos de izquierda quedó atrás”, asegura la directora general de la Fundación Robert Schuman, que pone como ejemplo a los socialistas franceses. En el 2017, lograron un 6.36% en la presidencial.
El último período de éxitos de la socialdemocracia europea remonta a entre 1998 y el 2002, con Lionel Jospin como primer ministro en Francia; Tony Blair, en el Reino Unido; y Gerhard Schröder, en Alemania.
Crisis de COVID-19 como oportunidad
Sin embargo, la centroizquierda sufre en Europa una marcha de votantes, algunos de los cuales a los extremos. El bipartidismo reinante en sus años de éxito ya no existe y ahora necesita a menudo socios para gobernar.
“Ya no existe un consenso sobre los valores”, apunta Maillard, quien le augura no obstante un brillante futuro, si consigue aprovechar el apoyo social a la transición ecológica como futuro colchón electoral.
La actual coyuntura es además más favorable a la centroizquierda, con una creciente demanda de “protección sanitaria, económica, social” por parte de los ciudadanos europeos, apunta Tara Varma, del ECFR.
“Con la crisis de refugiados o con la crisis del euro, existía la idea de que era la derecha la que mejor protegía las fronteras” o garantizaba “una buena gestión económica”, abunda Ignacio Molina, del Real Instituto Elcano.
Pero con la actual crisis sanitaria y económica vinculada a la pandemia, “hay una idea de que la socialdemocracia es mejor gestionando el gasto público y la salud pública”, agrega Molina. Y “con un 25% del voto, consigue gobernar”.