Los oligarcas rusos, hasta hace poco muy valorados en Israel por sus inversiones y mecenazgo, son ahora una piedra en el zapato. El país, que no ha sancionado a Rusia, puede convertirse en un refugio para magnates judíos que buscarían eludir las sanciones y alejarse del entorno del Kremlin.
Los nombres de Roman Abramovich y otros multimillonarios de origen judío asociados con Putin no son ajenos a Israel: muchos invierten en compañías e iniciativas económicas desde hace años; y también hacen donaciones millonarias a proyectos sin ánimo de lucro relacionados con el Holocausto o asuntos del mundo judío.
Algunos ya obtuvieron ciudadanía israelí hace años y gran parte de ellos tiene estrecha relación con el mundo empresarial y la clase política del país. Pero la invasión rusa de Ucrania puso a los magnates en el ojo del huracán, y las últimas semanas ha aumentado el flujo de aviones privados procedentes de Rusia que aterrizan en el aeropuerto de Tel Aviv, atribuidos por medios a oligarcas rusos.
Las alertas también llegaron de Estados Unidos. Una alto cargo de la Secretaría de Estado instó la semana pasada a Israel a unirse a las medidas contra Rusia y advirtió de la posibilidad de que se convierta en un “refugio del dinero sucio que alimenta las guerras de Putin”.
La presión occidental obligó a reaccionar al ministro israelí de Exteriores, Yair Lapid, quien aseveró que Israel no servirá como “vía para eludir las sanciones a Rusia” impuestas por Estados Unidos o la Unión Europea (UE), y ante ello puso en marcha un comité con varios ministerios que revisa la cuestión junto al Banco de Israel o la Autoridad de Aeropuertos.
Sin embargo, ante la ola sancionadora occidental, varios analistas señalan que muchos oligarcas judíos tendrían facilidad para obtener cobijo en Israel, donde podrían seguir con sus negocios y continuar dando recorrido a sus fortunas sin severas restricciones.
Israel no ha aplicado sanciones a Rusia porque prioriza conservar su estratégica alianza con Moscú en Oriente Medio, y por otro lado tiene una legislación fiscal favorable a las personas de origen judío que deciden instalarse en el país.
Al conseguir la nacionalidad, todos los inmigrantes se benefician de una ley que les exime de pagar impuestos o justificar el origen de sus ingresos en el extranjero en los primeros diez años.
Esto convierte a Israel en “un paraíso fiscal temporal” que esta vez podría atraer a una nueva “ola de inmigrantes judíos ricos de Rusia”, remarcan expertos en fiscalidad en el digital económico Globes. Abogados y contables en Israel han visto un aumento exponencial de encargos por parte de clientes rusos acaudalados.
Desde las primeras sanciones a Moscú por la anexión rusa de Crimea en el 2014, muchos oligarcas rusos judíos ya aprovecharon para acogerse a la llamada Ley del Retorno y tomaron pasaporte israelí, por lo que se beneficiaron de esa ventajosa legislación y destinaron parte de su abundante capital hacia Israel sin controles exhaustivos.
Entre ellos está el dueño del Chelsea, Abramovich. En el 2018 se hizo con la ciudadanía y pasó a ser la segunda persona más rica del país. También tiene nacionalidad israelí Mikhail Fridman, uno de los accionistas de los supermercados DÍA y sujeto a sanciones.
Ahora, ante el cerco impuesto a Rusia, aún más multimillonarios se podrían sumar, explica Roman Bronfman, exdiputado del partido izquierdista israelí Meretz y de origen ucraniano.
Israel “se ha convertido en un paraíso para lavar dinero, sobre todo ruso, procedente de un área gris y poco clara”, ya que las ganancias de los oligarcas están ligadas a sus lazos con el Kremlin y a posibles vínculos de corrupción con Putin, afirma.
“Este sistema ruso es como un Estado mafioso, y los magnates son parte del mecanismo”, denuncia Bronfman, que cree que el Ejecutivo israelí debe regularizar y tomar medidas más estrictas para impedir el flujo de capital ruso sin transparencia ni rendición de cuentas.
Además, la influencia de los millonarios rusos con las propias élites israelíes les podría facilitar el proceso de afincarse en el país. De hecho, tres de las principales cadenas de televisión (Canal 9, 13 y 14) están en manos de oligarcas judíos de países de la extinta Unión Soviética que hicieron su opaca fortuna en Rusia, en parte entre los círculos de Putin, según Bronfman.
Entre el Gobierno israelí hay ministros vinculados con Rusia o sus magnates: al titular de Finanzas, Avigdor Liberman, él mismo nacido en la URSS, se le ha considerado cercano al Kremlin. Otro ministro de origen ucraniano, Zeev Elkin, recibió donaciones de oligarcas en campañas electorales, igual que el titular de Justicia, Guideon Saar.
La red de contactos de los oligarcas va más allá y abarcaría la amplia comunidad ruso-parlante de Israel, donde residen 1,2 millones de personas emigradas de países del antiguo bloque soviético.
“Debéis tener mucho cuidado porque estos tipos tienen conexiones y podrían llamaros por teléfono para pediros cosas”, alertó hace poco Yair Lapid en una reunión de Gabinete con el resto de ministros, según medios locales.
“No os comprometáis a nada”, agregó el titular de Exteriores, que advirtió del “daño diplomático” que los oligarcas podrían causar a Israel, un asunto encima de la mesa aún pendiente de resolver.