Con un trabajo bien remunerado en una de las ciudades más ricas de China, Chen Xiaoyu decidió que era hora de casarse este año. Pero formar una familia no está en la agenda.
“De ser posible, me gustaría esterilizarme”, dijo Chen, de 29 años, que trabaja en la oficina de un hospital en Shanghai. “La presión financiera es inimaginable. Simplemente no podría pagar el costo de criar a un hijo además de los préstamos para una vivienda”.
El censo que se publica en China cada 10 años y que fue dado a conocer este martes muestra que en medio de las incertidumbres de la pandemia de coronavirus el año pasado, el número de nacimientos en todo el país cayó al nivel más bajo desde 1961, cuando el país luchaba luego de una hambruna nacional que mató a decenas de millones de personas.
Los puntos de vista de mujeres como Chen, y las experiencias de otras economías del norte de Asia como Japón, Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán, sugieren que hay pocas perspectivas de cambiar esa tendencia. Como resultado, la población total de China podría alcanzar su punto máximo en los próximos años, impulsando cambios profundos para la segunda economía más grande del mundo.
Para garantizar que el crecimiento económico no se desacelere en línea con el declive de la población, Pekín deberá emprender un cambio desafiante en su modelo de crecimiento, aumentando rápidamente el gasto en pensiones y atención médica, mientras se mantiene un alto nivel de inversión corporativa y estatal con el fin de actualizar su vasto sector industrial.
Una transición exitosa significaría que en las próximas décadas China se convierta en la economía más grande del mundo y continúe impulsando la demanda global de productos básicos, al tiempo que sus consumidores de más edad se conviertan en un vasto mercado para las multinacionales, con una enorme cantidad de ahorros de pensiones dirigidos por las compañías financieras globales. Por el contrario, un respuesta fallida podría significar que China nunca llegue a eclipsar a Estados Unidos, o que lo haga solo de manera fugaz.
“China ha estado trazando toda su estrategia de crecimiento para que sea congruente con el cambio demográfico”, dijo Lauren Johnston, experta en economía y demografía de China en la Universidad SOAS de Londres. “El papel de China como la fábrica constante de mano de obra del mundo tiene que desaparecer. Tienen que pasar a un crecimiento intensivo en capital”
Pekín tiene un enfoque doble para mantener el crecimiento económico a medida que su población se reduce. Primero, tiene la intención de frenar el declive de la fuerza laboral urbana aumentando la edad de jubilación y alentando la migración de más de 510 millones de residentes rurales del país a las ciudades. En segundo lugar, planea aumentar la productividad, una medida de la producción económica por trabajador, con el último plan quinquenal que enfatiza una mejor educación vocacional y más inversión en investigación científica, automatización e infraestructura digital.
El Gobierno de China se ha estado preparando para una disminución de la población desde la década de 1970, cuando el aumento de los niveles de educación y participación laboral de las mujeres resultó en familias más pequeñas, una tendencia acelerada por la imposición de una política de “un solo hijo” para la mayoría de las familias debido a los temores de la escasez de recursos. La tasa de natalidad ha seguido disminuyendo incluso después de que China alivió algunas restricciones sobre el tamaño de la familia en 2016, lo que sugiere que una mayor relajación tendría poco impacto a medida que las normas sociales han cambiado.
Debido a que el país está apostando por el aumento de la productividad, los demógrafos no esperan que el Gobierno de China lance un esfuerzo total para aumentar los nacimientos.
“Es demasiado simplificado pensar que tendrán una política pronatal”, dijo Stuart Gietel-Basten, director del Centro para la Ciencia del Envejecimiento de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong.