Las reformas tributarias y fiscales que pretende realizar el presidente Guillermo Lasso, el progresivo aumento del precio de los combustibles y la aparición del nombre del mandatario en los Papeles de Pandora son la gasolina de las protestas convocadas este martes en Ecuador, que llegarán a su clímax en horas de la tarde.
La capital ecuatoriana amaneció este martes en una tensa calma pero con la esperanza de que las manifestaciones sociales y sindicales transcurran de forma pacífica y no se desborden como ocurrió en el 2019, aunque los altos mandos policiales y militares son conscientes de que cualquier cerilla puede provocar un incendio.
La policía al frente
“Nosotros como Policía Nacional manejamos los escenarios el antes, el durante y el después. Damos cumplimiento a una serie de operaciones desde las 00.00 (locales) para evitar que se interrumpa la circulación peatonal, vehicular, comercial o financiera de la ciudad”, explicó el coronel Juan Carlos Soria Alulema, comandante del distrito Manuela Saenz, el casco histórico de Quito.
Delante de varios centenares de agentes, en la Plaza Grande, a los pies del Palacio de Gobierno, el mando policial explicaba esta mañana el cometido que tendrán a lo largo de la jornada, en la que se espera la llegada de miles de manifestantes al casco antiguo, Patrimonio de la Humanidad desde 1978 y escenario de tantas y tantas revueltas a lo largo de la historia ecuatoriana.
Y como es habitual en Ecuador, cada cual con su demanda colectiva y particular, aunque todas parecen sintetizarse en un grave descontento del Gobierno de Lasso, que apenas lleva cinco meses en funciones.
“Los paquetazos económicos, la subida de los combustibles, el desempleo, no hay acceso a universidades. El pueblo está cansado. No se han derogado los decretos inconstitucionales que permitían el alza (de los combustibles) al pueblo. ¡(El presidente) se burló del pueblo!”, manifestó el asambleísta Bruno Segovia, del movimiento indigenista Pachakutik, el primero en llegar a Quito y concentrarse en una alameda a las puertas del casco antiguo.
Para la Policía, “la primera alarma”, en palabras de Soria Alulema a sus agentes, que a las 10.00 locales (17.00 GMT) ya habían acordonado todos los accesos en un radio de cientos de metros alrededor de la sede de la Presidencia.
Dos perímetros de seguridad
En el perímetro exterior, el de mayor contacto con los manifestantes que se irán acercando a lo largo de la jornada, la Policía Nacional, se acantona detrás de vallas y rejas entrelazadas para evitar que alguien se cuele.
Detrás de cada una, un contingente de policías regulares y también agentes antidisturbios, ubicados en los extremos de todas y cada una de las callejuelas que conducen a la Plaza Grande.
En los accesos interiores, a menos de cien metros del Palacio de Carondelet, estaban las Fuerzas Armadas, con grupos especiales cuyo único objetivo es impedir, llegado el caso, un asalto a la Presidencia.
Un capitán de una de las unidades especiales apostadas en la calle García Moreno, a escasas decenas de metros de la entrada a Palacio, explicó que su misión es impedir el avance de cualquier manifestante.
“Pero no somos los primeros, nosotros somos la última línea”, dijo al indicar con el dedo hacia un retén policial a cientos de metros, en una empinada cuesta.
Ninguno de los consultados supo decir si el presidente se encontraba hoy en el Palacio, información que ha sido confirmada a Efe por la Secretaría de Comunicación, al precisar que mantendrá reuniones allí a lo largo de toda la jornada.
En el 2019, con una ola de disturbios mucho más graves que la prevista este martes, a raíz de un decreto que eliminaba históricos subsidios a las gasolinas, el entonces mandatario Lenín Moreno fue evacuado hacia la ciudad de Guayaquil (suroeste).
La caja de Pandora
Al actual gobernante, además de un temido “paquetazo” de medidas laborales y fiscales, le acusan de supuesta corrupción tras aparecer su nombre en los Papeles Pandora.
“No es posible que el primer personero del Estado, aquel que debe demostrar honestidad y transparencia, esté vinculado con actos de corrupción. Él mismo manifiesta que los que tienen dineros en los paraísos fiscales son corruptos y hacen por esconder dinero mal habidos”, apostilló Segovia.
Lasso, que está siendo investigado por una comisión de la Asamblea Nacional y por la Fiscalía, desmiente cualquier irregularidad, y asegura que se deshizo de todos sus bienes en paraísos fiscales cuando Ecuador pasó una ley, en el 2017, que lo prohibía a funcionarios públicos y candidatos electos.
Pero poco calado han tenido sus argumentos entre los grupos sociales más afectados por la crisis en el país, ni los sindicatos que hoy empezaban a tomar las calles y dirigirse a Quito.
Como contraste de la tensión en la zona, algunos vendedores ambulantes que empezaban a desplegarse por las callejuelas del casco antiguo con bebidas y comida, o los limpiabotas que habitualmente ofrecen sus servicios en la Plaza Grande, que a primera hora lustraban los zapatos de los pocos viandantes que aun podían pasar por la emblemática plaza, donde se alza el monumento a la libertad de los ecuatorianos.