Los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus socios del acuerdo OPEP+ se reúnen telemáticamente el lunes para decidir cuál será el volumen de crudo que sacarán al mercado en febrero.
Esta reunión ministerial se inscribe en el marco de una política “atenta a las condiciones del mercado” de la alianza, pese a que la recuperación de la demanda de oro negro en el 2021 sigue incierta.
En la última cumbre, realizada del 30 de noviembre al 3 de diciembre, la OPEP+ se comprometió a agregar 500,000 barriles diarios en enero, en vez de los dos millones inicialmente previstos.
En dicha reunión, los trece miembros del cartel, liderados por Arabia Saudita, y sus diez aliados, conducidos por Rusia, acordaron encontrarse a principios de cada mes para definir el volumen de producción para el mes siguiente.
Este seguimiento ilustra la voluntad del cartel de mantener una fuerte influencia en el mercado aunque también la gravedad de la situación de los productores de crudo, a los que les bastaba, antes de la crisis sanitaria, con dos cumbres anuales en la sede de la organización en Viena, Austria.
Para los analistas de JBC Energy esta estrategia muestra “la capacidad de la OPEP+ de gestionar el mercado, instalando las fundamentos de la recuperación del Brent pese a la incertidumbre que sigue pesando sobre la demanda”.
Los dos contratos de referencia, el Brent del Mar del Norte euro-peo y el WTI estadounidense, evolucionaban el fin de semana en torno a los US$ 50 el barril, un nivel más bajo que a principios del 2020 pero muy superior a los mínimos que alcanzaron en abril pasado.
Dos pesos pesados
El resultado de las negociaciones de los veintitrés miembros de la OPEP+ -de los que tres están por el momento exentos de cuotas- depende de la buena voluntad de los dos pesos pesados de la alianza, Rusia y Arabia Saudita, respectivamente, segundo y tercer productor mundial por detrás de Estados Unidos.
En marzo pasado, el desacuerdo entre Riad y Moscú, que llevó a una corta pero intensa guerra de precios, hundió el precio del crudo, antes de que la saturación de la capacidad de almacenamiento diera la puntilla hasta llevar a terreno negativo al WTI.
La situación se ha calmado actualmente y los ministros saudí y ruso de Energía manifestaron en diciembre su unidad en una reunión bilateral.
“La carta de cooperación de la OPEP+ nos ha reunido y ha aportado buenos resultados. Es por ello que debe continuar”, declaró entonces el ministro de Energía saudí Abdelaziz ben Salmán.
Su homólogo ruso Alexandre Novak, encargado del sector energético, había insistido también en la importancia de “trabajar juntos para lograr un equilibrio de la situación en el mercado”.
Demanda débil
Es difícil, no obstante, predecir la evolución de la demanda petrolera, deprimida por la pandemia de COVID-19.
En su último informe mensual, el cartel prevé un aumento inferior al esperado y advierte de las “altas incertidumbres, esencialmente en lo que respecta al desarrollo de la pandemia de COVID-19 y el despliegue de las vacunas”.
También se interroga sobre “los efectos estructurales del COVID-19 en el comportamiento de los consumidores, en particular en el sector de los transportes”.
Otras voces parecen más optimistas. El analista de Price Futures Group, Phil Flynn, estima que la demanda va a mejorar antes que la producción, en particular en Estados Unidos.
No obstante, la oferta propuesta fuera del marco del acuerdo de la OPEP+ sigue siendo alta: la de Estados Unidos se mantiene en 11 millones de barriles diarios, y Libia, miembro del cartel pero exento de cuotas, duplicó la producción en noviembre tras el alto el fuego firmado en el país, según el cartel.