Therese Raphael
Las cosas no podrían sentirse menos festivas en Gran Bretaña en este momento. Hay una nueva mutación del coronavirus, aparentemente de cosecha propia, que está causando un aumento en el número de casos de COVID, se están cancelando las reuniones navideñas y hay un estancamiento de las conversaciones sobre el brexit. Ahora, Europa ha puesto al Reino Unido en aislamiento, cerrando fronteras debido a las preocupaciones sobre la nueva variedad de COVID.
No solo aquellos que se aprontaban a viajar para Navidad se enfrentan a contratiempos. Diariamente, alrededor de 10,000 camiones grandes hacen el viaje entre la ciudad francesa de Calais y Dover, el puerto de transbordadores más grande del Reino Unido. Dover representa un 17% del comercio de bienes del Reino Unido y 119,000 millones de libras (US$158,000 millones) en bienes pasaron por el puerto en el 2015. Existe el riesgo de que las carreteras de Dover se conviertan en aparcamientos si la frontera permanece cerrada.
Francia dice que tratará de establecer medidas para que la carga vuelva a moverse, dado que los virus generalmente no se transmiten por los camiones. Pero la paralización proporciona una muestra temprana de lo que ocurrirá si Gran Bretaña deja la Unión Europea sin un acuerdo comercial el 31 de diciembre.
Para muchos partidarios del brexit, esa es una característica, no un problema. “Este virus mutante ha llegado en un momento en que nos permite ocultar nuestra falta de preparación y salir sin un acuerdo”, dijo Ben Habib, exmiembro del Parlamento Europeo del Partido por el brexit a Talk Radio. Tales opiniones son compartidas por algunos miembros del Partido Conservador, al que pertenece Johnson, lo que dificulta que el primer ministro logre un acuerdo comercial.
La situación en las fronteras británicas es claramente grave, pero ¿infringirá una herida fatal a Johnson? Todo depende de cuántos británicos se inclinen por culpar al virus por el caos, especialmente si las negociaciones comerciales entre la Unión Europea y el Reino Unido colapsan, y cuántos apunten con el dedo a su primer ministro.
Si bien Johnson no causó el virus, parece incapaz de proyectar la sensación de tener el control de la respuesta. Nunca está claro si los científicos, los encuestadores o los miembros de su propio partido en el Parlamento guían las decisiones políticas.
El plan, anunciado en noviembre, para permitir que hasta tres grupos familiares se reunieran en Navidad siempre fue poco sensato. Los números de casos no estaban cayendo tan rápido como el Gobierno esperaba en algunas partes del país, y la evidencia arrojada por Canadá y Estados Unidos sobre el Día de Acción de Gracias sugirieron que otorgar libertad de acción sería desastroso.
Johnson podría haberle dicho a la ciudadanía que haría una evaluación más precisa de la situación más cerca de las fiestas de fin de año. Pero a medida que aumentaba la evidencia de que el virus estaba fuera de control nuevamente en algunos lugares y que Inglaterra no podía permitirse una flexibilización de las medidas de control del covid para Navidad, él inicialmente las redobló. Varios de los miembros de su partido en el Parlamento rechazaron las restricciones. Algunos sugirieron que su posición como líder del partido estaría en duda si cancelaba la Navidad. Johnson hizo caso a esa advertencia. La semana pasada en el Parlamento, dijo que sería “inhumano” cambiar sus planes. “Tengan una feliz y pequeña Navidad”, bromeó (aunque poniendo el énfasis en pequeña).
Para el sábado, había realizado otro espectacular giro en U. Londres y zonas del país ahora se habían puesto en un nuevo “Nivel 4” de restricciones: tiendas, restaurantes, pubs, gimnasios y centros de recreación debían cerrar. Los hogares en nivel 4 no podrían juntarse con otros grupos familiares durante las fiestas. Eso provocó una estampida durante el fin de semana a medida que las personas se dirigieron a las autopistas y las estaciones de trenes para reunirse con sus familias antes de que la medida entrara en vigencia.
La mano del primer ministro se vio forzada por la información sobre una nueva forma virulenta de covid, pero los datos han estado apuntando hacia esto durante semanas, y los mensajes de su Gobierno sobre la nueva “mutación” durante el fin de semana apenas calmaron a la opinión pública y a otras naciones. Un país de la UE tras otro ha ido cerrando sus fronteras a los viajeros provenientes del Reino Unido.
Si bien se espera que los ARN de los virus como el SARS-CoV-2 muten (y muchas mutaciones de este coronavirus ya se han registrado), esta variante debe tomarse en serio. Al vincular los datos genéticos con los datos epidemiológicos, los científicos pudieron correlacionar la nueva variante y el aumento del número de casos en zonas del país.
El Gobierno dice que puede ser hasta 70% más transmisible que la cepa existente. Los epidemiólogos estiman que la nueva variante aumenta el número R, que mide la transmisibilidad, en 0.4. Esto hace que sea probable que los confinamientos actuales duren meses, como lo reconoció el domingo el secretario de Salud, Matt Hancock, mientras esperamos que las vacunas surtan efecto.
La mayoría de los epidemiólogos espera que la vacuna siga siendo efectiva con la nueva cepa. Pero se necesita más investigación para comprender cómo se alteran los anticuerpos. Cualquier Gobierno responsable, al que se le presenten los mismos datos, aumentaría las restricciones.
La eventual decisión de Johnson de cancelar la Navidad fue indudablemente correcta. Pero su tendencia a prometer en demasía y su propensión a atacar enfoques alternativos justo antes de adoptarlos, erosionan la confianza. Sus colegas del gabinete no están ayudando.
En medio de esta falta de confianza, florecen las teorías conspirativas y las agendas populistas. Algunos dicen que el Gobierno ha promocionado la mutación del virus para disculpar su error de política navideña o que la UE está castigando a Gran Bretaña con el cierre de la frontera debido al resentimiento causado durante las negociaciones sobre el brexit.
Las cosas podrían verse diferentes para mediados del 2021. Un programa de vacunación exitoso, nuevas extensiones de los subsidios del Gobierno del Reino Unido, un mejor clima y un acuerdo comercial sobre el brexit permitirían a Johnson reenfocarse en su agenda de “reequilibrio” para mejorar la suerte de las comunidades de clase trabajadora. Restauraría el optimismo y comenzaría a reactivar una economía que ha sufrido la peor recesión de Europa. Aun así, el estilo de toma de decisiones de Johnson ha causado un daño duradero a su liderazgo. Eso será más difícil de reparar.