La cascada de arrestos de varios líderes opositores a menos de cinco meses de las elecciones en Nicaragua, en las que el presidente Daniel Ortega busca reelegirse por cinco años más, ha dejado al país centroamericano ante un callejón sin salida o la una negociación, según analistas y políticos consultados por Efe.
Para el sociólogo nicaragüense José Luis Rocha, hay una táctica y un cálculo político de Ortega tras el inusual arresto de cinco aspirantes presidenciales, una ex primera dama, otros dos políticos, dos empresarios, un periodista y seis dirigentes de un movimiento político fundado por disidentes del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), incluidos dos combatientes históricos y antiguos compañeros de lucha del mandatario.
Rocha, investigador de la revista Envío de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA), dijo que Ortega rechaza los llamamientos internacionales para liberar a los opositores porque hace suyo aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
“Piensan que con sanciones van a doblegar a Nicaragua”, lanzó Ortega, un exguerrillero próximo a cumplir 76 años que retornó al poder en el 2007 tras coordinar una Junta de Gobierno de 1979 a 1984 y presidir por primera vez el país entre 1985 y 1990.
A más sanciones, más represión
Tras el arresto de líderes de la oposición y precandidatos electorales, Estados Unidos sancionó a cuatro asesores de Ortega, incluida su hija Camila Antonia Ortega Murillo, y la comunidad internacional ha redoblado su presión sobre Nicaragua sin poder frenar la ola de detenciones.
“Nicaragua ha pasado momentos muchos más difíciles, muchos más duros”, señaló en un acto público el líder sandinista, quien junto a una Dirección Nacional administró una economía de guerra durante el primer régimen sandinista (1979-1990), en el fragor de la Guerra Fría.
Para el analista político nicaragüense León Núñez, a más sanciones contra el círculo de Ortega, más castigará a sus adversarios políticos.
Si Estados Unidos impone sanciones económicas devastadoras a la economía nicaragüense, Núñez no descartó que Ortega confisque propiedades y empresas a aquellos que no son sus colaboradores, como ocurrió durante su primer régimen.
Rocha sugirió tomar en serio las declaraciones de Ortega porque, a su juicio, cruzó la línea roja desde abril del 2018 cuando estalló una revuelta popular contra el Ejecutivo, la que aplastó a la fuerza y dejó cientos de muertos y decenas de miles en el exilio.
Además, a Ortega le tiene sin cuidado la diplomacia y los países que no son sus aliados.
También, valoró el sociólogo, es difícil que la Organización de Estados Americanos (OEA), aunque tenga los votos, expulse a Managua de ese organismo porque sería perjudicial para los nicaragüenses.
¿Negociar cese de sanciones por detenidos?
Para el excomandante sandinista disidente Luis Carrión, Ortega está “metiéndose en un callejón sin salida” y profundizando el aislamiento internacional de Nicaragua y cree que el mandatario está forzando una negociación con Estados Unidos.
En esa negociación sí, anotó Carrión, Ortega no estaría tomando acuerdos sobre elecciones libres, democracia o libertades civiles, sino sobre los opositores detenidos a cambio de que se levanten las sanciones que han afectado al entorno del mandatario, entre ellos su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, y cuatro de sus hijos.
En principio, Ortega descartó liberar a los opositores, a los que tildó de “agentes de Estados Unidos” y de “criminales”, y que están siendo investigados bajo una Ley que los cataloga de “traidores a la patria”.
Para Rocha, los detenidos son un grupo de “rehenes” y “fichas de intercambio” en las que Ortega puede sacar ventaja.
Argumentó que Estados Unidos tiene otras prioridades en el contexto internacional, incluso en Centroamérica donde la Administración de Joe Biden está más enfocada en el “Triángulo del Norte” -Honduras, El Salvador y Guatemala- por la situación de la crisis migratoria en la frontera sur con México.
Además, sostuvo, Nicaragua no tiene el mismo peso que tuvo en la década de 1980, cuando Washington acusaba a Cuba y a la entonces Unión Soviética de haber convertido a la revolución sandinista en una “cabeza de playa” para alentar la expansión comunista en Centroamérica.
Por tanto, según los analistas y políticos, en su camino hacia su quinto mandato de cinco años, y cuarto consecutivo, es altamente probable que Ortega se salga con las suyas, aunque sin legitimidad, con mayor aislamiento internacional, con incertidumbre económica y la amenaza de una implosión social.