Después de un viaje de casi siete meses, la misión Mars 2020 de la NASA, con el rover Perseverance a bordo, aterrizará el próximo jueves en Marte.
De esta manera, el Perseveranse se convertiría en el quinto rover de la NASA en Marte. Su objetivo es buscar restos de vida microbiana antigua y recolectar muestras de roca para traerlas a la Tierra.
Con la cuenta atrás en marcha, la tensión es máxima en el centro de control de la agencia espacial estadounidense. Ingenieros e investigadores ultiman los detalles de la recta final y valoran una posible corrección de la trayectoria de la nave para elegir el punto de entrada atmosférico óptimo.
Desde allí, el vehículo comenzará el descenso y se enfrentará a los llamados ‘siete minutos de terror’, el tiempo breve pero de vértigo que tardará en realizar unas complejas maniobras hasta posar sus huellas en el terreno. Cientos de cosas pueden salir mal y Perseverance tendrá que hacerlas de forma completamente autónoma, sin que los equipos en tierra sepan si ha tenido éxito hasta once minutos y medio después. Además, probará dos nuevas tecnologías nunca antes utilizadas en el planeta rojo.
Aterrizar en Marte es toda una hazaña. Solo el 40% de las misiones enviadas por cualquier agencia espacial lo han conseguido. El lugar elegido para el Perseverance, del tamaño de un automóvil pequeño y similar a su predecesor Cur
La extensión, de unos 50 km de diámetro, tiene un gran valor científico, ya que se cree que estaba cubierta por ríos y un lago hace 3,500 millones de años y, por tanto, reúne condiciones inmejorables para encontrar trazas de microorganismos, si es que alguna vez vivieron allí. Pero Jezero es un regalo envenenado para el rover. «Es fantástico para la ciencia, pero está repleto de peligros: rocas, pendientes, acantilados...», advierte Fernando Abilleira, subdirector de Operaciones de Vuelo en la Mars 2020.