Dramas, interrupciones, dopaje... en su centenaria historia el Tour de Francia, cuya edición 2020 será probablemente aplazada a una fecha aún por determinar, ha pasado por períodos difíciles. Estos son los más importantes:
Interrupciones debidas a las guerras:
En 1914, el Tour comienza un 28 junio, el día del atentado en Sarajevo contra el archiduque Francisco Fernando que desencadenará las hostilidades de la I Guerra Mundial.
Finaliza el 26 de julio con la victoria del belga Philippe Thys, apenas dos días después de que el Imperio austro-húngaro declare la guerra a Serbia. El siguiente Tour de Francia, el 13º, no se disputará hasta 1919, año de la creación del maillot amarillo.
Veinte años más tarde, la edición de 1939 arranca sin los corredores de varios países (Alemania, Italia, España) y evita las regiones del norte y el este de Francia. Finaliza un 30 de julio, poco más de un mes antes de la entrada de Francia y del Reino Unido en el conflicto contra el régimen nazi.
Al año siguiente, el fundador del Tour, Henri Desgrange, abre la puerta poco antes de morir a la posibilidad de una carrera con el recorrido reducido. Sin éxito. No habrá Tour de Francia hasta 1947.
Parones inesperados:
En 1904 el Tour de Francia estuvo cerca de detenerse. En Saint-Etienne, aficionados del campeón local Alfred Faure la emprendieron contra sus rivales. Hicieron falta disparos con pistola para restablecer el orden.
En esa segunda edición, los incidentes y las irregularidades se multiplicaron al punto que los cuatro primeros fueron descalificados cuatro meses después de la llegada, por violar el reglamento. "El Tour morirá de su éxito, de las pasiones ciegas que desencadenará", escribió entonces su fundador Henri Desgrange.
Sin remontarse tan atrás, la edición de 1982 estuvo a punto de verse KO.
Una manifestación de obreros de la siderurgia que protestan contra los despidos provoca la anulación de la contrarreloj por equipos de Fontaine-au-Pire (norte). A partir de los años 1980 y 1990, el Tour debe lidiar con las reivindicaciones que tratan de beneficiarse del eco mediático que genera la carrera.
Poco antes, en 1978, fueron los propios corredores los que se manifestaron. En Valence d'Agen, Bernard Hinault y el resto del pelotón echa pie a tierra cerca de la meta. ¿El motivo? El elevado número de traspasos y los escasos periodos de descanso.
Las horas sombrías del dopaje:
Más recientemente, el peligro para el Tour surgió desde dentro. En 1998, en medio de la euforia del Mundial de fútbol ganado por Francia, llega a las portadas el dopaje sanguíneo, después de la intercepción en la aduana de un vehículo lleno de productos prohibidos.
Es el conocido como caso Festina, el equipo excluido durante la carrera, sin que ello apaciguase los ánimos, entre registros de la policía, detenciones, y en medio de una tormenta mediática.
El Tour llega finalmente a París luego de varios amagos de detener la carrera.
El periodo de reconstrucción, que sacrificará a toda una generación de corredores, será largo, eclipsado por el escándalo Lance Armstrong. Ganador en el asfalto entre 1999 y el 2005, el estadounidense fue despojado de sus maillots amarillos en el 2012 y de su récord de siete triunfos por dopaje. Suspendido de por vida, su imagen quedó como símbolo de aquellos años de plomo.