Sacudidos por las consecuencias humanas, sociales y económicas de la pandemia y por los fallos evidentes del actual sistema de vigilancia, preparación y respuesta a este tipo de situaciones, los 194 Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aprobaron este miércoles 1 por consenso un proceso para negociar un instrumento legal para que el mundo esté preparado para la próxima pandemia que llegue.
Los expertos son prácticamente unánimes al afirmar que habrá una próxima pandemia, que muy probablemente será causada por una enfermedad de origen animal que pasará a los humanos y que la única incógnita es cuánto tiempo tardará en suceder.
¿Cómo se gestionan las pandemias hoy?
Las primeras regulaciones sanitarias internacionales se adoptaron a mediados del pasado siglo, en 1973 y 1981, pero adolecían de varios defectos, como su dependencia de las notificaciones de los países para poder funcionar o una limitada lista de enfermedades y disposiciones de vigilancia que se centraban en los puntos de entrada y salida de los países afectados.
La gran reforma normativa ocurrió con el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), aprobado en el 2005, tras la aparición en el 2003 del Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS), la primera enfermedad que mostró plenamente cómo la interconexión del mundo favorece la propagación incontrolada de enfermedades infecciosas nuevas.
Una de las mayores novedades que establecía el RSI fue la obligación de que todos los países cuenten con sistemas para detectar, evaluar y responder a situaciones que pudiesen representar una amenaza para la salud pública internacional, y notificar ese hecho al resto del mundo, a través de la OMS.
¿Qué falló en la gestión internacional de la pandemia?
La magnitud de la actual crisis sanitaria ha mostrado los límites del RSI -un instrumento de cumplimiento obligatorio- para la coordinación de una respuesta internacional efectiva ante la pandemia, una palabra que ni siquiera aparece como tal en el texto.
Lo que primero ha saltado a la luz ha sido que solo una minoría de países cuentan con el sistema de vigilancia epidemiológica que establece el RSI. Se estima que dos terceras partes de los Estados miembros de la OMS no estaban preparados para una pandemia y la razón principal para ello ha sido su falta de recursos.
Por otro lado, se puso de relieve la debilidad de la OMS a la hora de manejar una emergencia como la actual, así como la falta de transparencia, acusación que recae particularmente en China, que ha sido reacia a cooperar y no ha facilitado los trabajos científicos para identificar el origen del coronavirus.
El RSI tampoco es suficientemente fuerte y eficaz como para evitar la falta de solidaridad y cooperación que se ha visto en estos dos últimos años, sobre todo en cuanto al acceso de los países de menores recursos a los principales instrumentos para afrontar esta emergencia: vacunas, test, tratamientos y otros insumos y equipos.
¿Qué se busca con un tratado sobre pandemias?
La OMS ha lanzado hoy un proceso para negociar un instrumento legal internacional sobre pandemias que podría tomar la forma de una convención o de un acuerdo entre países, con muchos de ellos que ya han manifestado su preferencia por la primera de estas formas, pues su peso político sería más contundente.
El único antecedente de esta naturaleza es la Convención para el Control del Tabaco, negociada también en el marco de la OMS, un acuerdo internacional adoptado en el 2003 y que en la actualidad tiene 182 Estados parte, que cubren al 90% de la población mundial.
La negociación aprobada empezará a más tardar en marzo próximo, será conducida por un órgano negociador intergubernamental y buscará cubrir todas las carencias identificadas en el RSI y reforzar a la OMS, sobre la que han caído muchas críticas, pero que está subfinanciada por los Estados miembros, con las limitaciones que ello implica.
¿Qué cambiaría?
Entre las ideas que circulan está la de crear mecanismos para asegurar que los países cumplirán con las nuevas regulaciones y exigir que se presente evidencia científica para justificar medidas que interfieran con los viajes o el comercio internacional.
Asimismo, se plantea reforzar el poder la OMS para acceder a todas las fuentes posibles de información sobre brotes epidémicos y obligar a los países a que acepten las misiones científicas que esta entidad decida enviar.
A pesar del reconocimiento de que este proceso es indispensable, las negociaciones acarrearán tensiones, en particular por parte de los países que sientan que la necesidad de una coordinación y colaboración efectiva choca con su soberanía o con sus intereses.