Una fiebre del oro ha reunido cientos de balsas de dragado de mineros ilegales en el río Madeira, un importante afluente del Amazonas, mientras autoridades estatales y federales discuten quién es responsable de detenerlas.
Las balsas equipadas con bombas están amarradas juntas en líneas que se extienden a través del vasto Madeira, y un testigo de Reuters vio plumas que botan escoria y que indican que están aspirando el lecho del río en busca de oro.
“Hemos contado no menos de 300 balsas. Llevan allí al menos dos semanas y el Gobierno no ha hecho nada”, dijo el activista de Greenpeace Brasil Danicley Aguiar.
La fiebre del oro comenzó cuando los líderes mundiales se reunían en una conferencia de Naciones Unidas sobre el clima en Glasgow (COP26), donde Brasil prometió intensificar la protección de la selva amazónica.
Sin embargo, el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro ha debilitado la aplicación de la normativa medioambiental desde que asumió el cargo en el 2019, haciendo la vista gorda ante las invasiones de tierras públicas e indígenas protegidas por parte de madereros ilegales, rancheros y mineros ilegales de oro.
El Madeira fluye unos 3,300 kilómetros desde su fuente en Bolivia a través de la selva tropical en Brasil y en el río Amazonas.
Las balsas de dragado han flotado río abajo desde la zona de Humaitá, donde ha habido un aumento de la extracción ilegal de oro, y fueron vistas por última vez a unos 650 kilómetros de distancia en Autazes, un distrito municipal al sureste de Manaos.
Un portavoz de la agencia brasileña de protección del medio ambiente, Ibama, señaló que el dragado ilegal en el río Madeira no era responsabilidad del gobierno federal, sino del estado de Amazonas y su agencia medioambiental IPAAM.
El jefe del IPAAM, Juliano Valente, dijo que su agencia ha dado instrucciones a las fuerzas de seguridad del Estado para que actúen, pero insistió en que el río es jurisdicción federal y que, por tanto, la aplicación de la ley debe corresponder a la policía federal y a la Agencia Nacional de Minería (ANM).
La policía federal y la ANM no respondieron inmediatamente a una solicitud de comentarios.
“Es una batalla campal. Ninguna de las autoridades está haciendo nada para detener la minería ilegal, que se ha convertido en una epidemia en la Amazonia”, dijo Aguiar.