Sao Paulo. (Foto: AFP)
Sao Paulo. (Foto: AFP)

La capacidad de los Estados para proveer de bienes y servicios se ha revelado como una “variable fundamental” para medir la respuesta frente a la en , donde pocos países pueden exhibir un “capital institucional construido”.

“Es lo que hace la diferencia”, estima Kevin Casas-Zamora, secretario general de la organización intergubernamental IDEA Internacional, sobre la respuesta observada hasta hora en los países de la región, sometidos a la presión extrema de una pandemia que les ha golpeado seriamente.

“Todos los países están en crisis”, resume a Efe este experto desde Estocolmo, sede de esta entidad, y comenta que hasta los que inicialmente fueron elogiados por su respuesta a la pandemia -y cita el ejemplo de Alemania como referencia- luego tendieron hacia el fracaso.

“Uruguay era de lejos el país que lo había hecho mejor hasta que dejó de serlo”, agrega Casas-Zamora sobre los latinoamericanos y cita sin embargo los casos de ese país, Costa Rica o Chile (en este caso en relación con la vacunación contra el ) como Estados con “capital institucional”.

“La pandemia ha sido particularmente severa en América Latina una región que tiene el 8% de la población del mundo tiene casi un 30% de las muertes a nivel mundial”, pero que también exhibe un deterioro económico desconocido desde la Gran Depresión de hace casi un siglo, agrega el exvicepresidente de Costa Rica, donde fue además ministro Planificación y Política Económica.

Sobre las consecuencias políticas de la pandemia, considera que “apenas las estamos comenzando a ver” y que “el inventario de esto no está hecho todavía”, aunque recuerda que la mayoría de los procesos electorales han quedado suspendidos o cancelados en la región.

Elecciones aplazadas

Al inicio de la pandemia, “la respuesta natural” fue la de posponer o cancelar los procesos electorales, lo que luego dio paso a una “opción natural” de ir celebrándolos con medidas para mitigar los riesgos, describe Casas-Zamora.

Y valora que “proteger la capacidad de los países de América Latina para celebrar elecciones creíbles y transparentes es fundamental y más que nunca ahora porque hay muchos sistemas políticos para los cuales las elecciones son la única válvula de escape porque están sometidos a una presión brutal en este momento de crisis aguda”.

Observa que es “absolutamente cardinal” que Latinoamérica “conserve ese que ha sido el logro más importante de las transiciones democráticas de la última generación”.

Y la evolución de las últimas convocatorias electorales - en Bolivia, en la República Dominicana o en Ecuador y en Perú en primera ronda- “muestra que las autoridades electorales en la región están en capacidad de celebrar elecciones en formas adecuadas en medio de un contexto difícil”.

“La región tiene la madurez y la capacidad institucional para hacer las elecciones y hacerlas bien”, valora el costarricense, que constata la “tremenda volatilidad” observada en el ejemplo de la recién celebrada primera ronda de los comicios en Perú.

“Todos los candidatos y los partidos políticos están parados sobre una gelatina y lo que es hoy, mañana no va a ser necesariamente”, resume sobre el panorama peruano, que es “un caso particularmente extremo de una tendencia que hemos visto en América Latina”.

Debilidad de la integración

Ese objetivo de construcción común está mostrando ahora con la pandemia “una extraordinaria debilidad”, pero la crisis también ha permitido constatar que los procesos de integración regionales que han tenido éxito se han basado más en lo económico que en lo político.

“En Latinoamérica nos ha faltado un enfoque mucho más pragmático, dirigido a solventar los problemas reales”, advierte Casas-Zamora al comentar las ventajas de los países que han contado ante la pandemia con estructuras estatales que han servido para paliar la situación de emergencia.

Y cita de manera no literal al expresidente del Gobierno español Felipe González al indicar que “construir una carretera de cuatro vías entre Perú y Ecuador o integrar las redes eléctricas de Chile y Argentina hacen mucho más por la integración que diez cumbres presidenciales.