Muchas preguntas quedaron en el aire tras la agitada jornada electoral chilena.
Una de ellas es cómo se explica que el candidato con mayor apoyo en esta primera vuelta (27.91% de los votos) haya sido el derechista José Antonio Kast en un momento en que, supuestamente, Chile venía girando hacia la izquierda con un proceso constituyente en curso detonado por el estallido social de octubre de 2019, según la BBC.
Durante las protestas, se demandó un cambio al sistema neoliberal imperante en Chile, exigiendo reformas en materia de pensiones, salud y educación, entre otros.
Como una salida a la crisis, se acordó cambiar la Constitución creada bajo el gobierno de facto de Augusto Pinochet, lo cual fue ratificado en un plebiscito donde ganó el “apruebo” por un aplastante 78%.
Y luego, Chile eligió a los integrantes de la asamblea encargada de cambiar la Carta Magna, en unos comicios marcados por la derrota de la centroderecha, que estuvo lejos de alcanzar el tercio necesario para influir en el contenido de la misma.
A pesar de todo lo anterior, el candidato defensor del legado de Pinochet, partidario de mantener varias de las políticas sociales chilenas actuales —como el sistema de pensiones— y de reducir en lo posible la participación del Estado en la economía, obtuvo la primera mayoría en la primera vuelta presidencial.
¿Cómo se explica esta aparente paradoja (si es que la hay)?
Apoyos cruzados
Según varios de los analistas consultados por BBC Mundo, lo primero que hay que tener en consideración es que no todas las personas que apoyaron un cambio a la Constitución o las protestas del estallido social se sienten necesariamente interpretadas por las ideas de la izquierda.
“Muchas personas creyeron que el 80% del apruebo era de izquierda y los datos nunca mostraron eso. Siempre advertimos que probablemente la mitad era de derecha”, explica Javier Sajuria, académico de la Queen Mary University of London.
“No era un bloque uniforme sino de una diversidad gigantesca, con personas de centroizquierda y también de centroderecha que no quieren una Constitución ultraprogresista”, agrega el politólogo chileno.
Una opinión similar comparte Pamela Figueroa, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago de Chile.
“Hubo una amplia mayoría que aprobó la idea de que el malestar social y la crisis de legitimidad y confianza podían resolverse a través de un proceso constituyente. Pero eso no significa que toda esa mayoría tenía claridad de cuál podría ser ese proyecto de cambio”, dice.
De esta manera, hay quienes creen que no existe una paradoja como tal.
“Aquí no hay una paradoja. Un votante del apruebo perfectamente pudo apoyar a Kast”, le dice a BBC Mundo el analista electoral, Kenneth Bunker.
Por otra parte, los expertos coinciden en que no hay que menospreciar el 22% de los chilenos que votó rechazo en el plebiscito para cambiar la Carta Magna, quienes en su mayoría no apoyaban las protestas y habrían optado por respaldar al candidato de la derecha radical.
“En un principio claro que parecía una inconsistencia. ¿Cómo pasamos del 80% del país que votó a favor del progresismo, de un cambio, a Kast, un candidato tan conservador y a favor del statu quo? Pero la verdad es que el 30% que logró este candidato no es muy distinto al 20% que votó rechazo”, señala Bunker.
¿Cambios a cualquier costo?
El contexto social post pandemia y estallido, con una economía en crisis, también podría haber jugado un papel interesante en el respaldo a Kast.
Aunque este candidato comenzó la carrera presidencial con un tímido apoyo, su popularidad fue creciendo bajo la consigna de establecer “orden y progreso”, y mano dura contra la inseguridad, el narcotráfico y la migración.
Y eso, al parecer, le hizo sentido a muchos chilenos a pesar de que varios querían (y probablemente siguen queriendo) cambios.
“Sabemos que muchas personas quieren cambios pero no a cualquier costo. Ese es el punto”, apunta Bunker.
“Y en estos últimos dos años han pasado muchas cosas en Chile, ha habido mucha violencia, está la instalación de la delincuencia, hay una sensación de inseguridad. Entonces sí, quieren cambios pero sólo en la medida que vengan con orden. Y Kast le habla muy bien a eso”, agrega.
Pamela Figueroa, por su parte, afirma que, aunque la convención constituyente sigue teniendo un amplio apoyo ciudadano, “hay mucha desinformación y ataque” a esta asamblea que ha generado temor.
“Hay una campaña en su contra que apela al temor ante posibles cambios. Y sabemos que el temor moviliza hacia los polos”, dice.
“Me parece que Kast, con su discurso conservador, mirando hacia el pasado, convoca a un grupo de personas que no necesariamente cree que los cambios deben hacerse de una manera radical”, indica.
Sajuria, en tanto, afirma que “la gente está agotada de la incertidumbre, de estar insegura, vulnerable en términos económicos. Más que paradoja, lo que pasa es que a Chile le está pegando muy duro el proceso político”.
Baja votación
Desde que comenzó a regir el voto voluntario en el año 2012, la mayoría de los comicios en Chile —tanto presidenciales como municipales y otros—, se han caracterizado por una baja convocatoria de votantes.
En esta elección, votó un 47% del padrón electoral, similar a las primeras vueltas de 2013 y 2017.
Para el plebiscito por la nueva Constitución, votó un 51%, lo que fue calificado como “histórico”.
“Sabemos que los jóvenes y los sectores más vulnerables fueron a votar en masa para el plebiscito (por la nueva Constitución). Ahora no sabemos”, dice Bunker.
En entrevista con BBC, la analista política y encuestadora Marta Lagos fue más allá y dijo que en estos comicios hubo un “problema de convocatoria” que le abrió las puertas al abanderado derechista.
“Como votó poca gente, la derecha fue capaz de convocar a más gente que la izquierda, que no tuvo la capacidad de capitalizar el voto de protesta contra la política. No es que esos votos no existan, que la gente no esté descontenta o que no vaya a salir a la calle de nuevo. El punto es que no votan”, indicó.
De esta forma, los analistas coinciden en que la capacidad de Gabriel Boric de convocar a sus votantes será clave para la segunda vuelta.
Así como también su discurso que, a vista de la popularidad de Kast, deberá intentar apelar al cambio pero con orden.