Un grupo de inversores afirmó que el impulso mundial para reducir las emisiones de metano y acabar con la deforestación corre el riesgo de verse frenado por los débiles esfuerzos de las empresas del sector ganadero.
Más de 100 países se comprometieron a reducir las emisiones de metano en un 30% y a detener y revertir la deforestación para el 2030 en las conversaciones sobre el clima celebradas el mes pasado en la COP26. La agencia alimentaria de la ONU dijo que la ganadería representa un 44% de las emisiones de gases de metano ocasionadas por la actividad económica.
Sin embargo, menos de una quinta parte de los mayores productores de ganado del mundo ni siquiera calculan algunas de sus emisiones, según un informe de la Iniciativa FAIRR (FI), cuyos miembros gestionan más de US$ 45 billones en activos.
“Como mayor impulsor del metano procedente de la actividad humana y de la deforestación, los objetivos fijados en la COP26 otorgaron una gran parte de responsabilidad al sector agroalimentario”, afirmó el presidente de FI, Jeremy Coller.
“Sin embargo, las fallas en la gestión del metano y del estiércol subrayan la creciente sensación en el mercado de que las vacas son el nuevo carbón”, sostuvo.
En su cuarto informe anual, el grupo evaluó a 60 productores de proteínas animales que cotizan en bolsa y cuyo valor total asciende a US$ 363,000 millones, en relación con diez aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza, como las emisiones y el uso de antibióticos.
Entre los que obtuvieron una puntuación alta se encuentran las empresas noruegas de acuicultura Mowi ASA y Grieg Seafood, mientras que las empresas cárnicas y lácteas mejor valoradas fueron Maple Leaf, Marfrig y Fonterra, todas ellas definidas como de “bajo riesgo”.
Otros grandes productores, como el mayor envasador de carne del mundo, JBS SA y Tyson Foods, por su parte, fueron considerados de “riesgo medio”.
JBS perdió puntos por razones como su información sobre el bienestar de los animales y las condiciones de trabajo de los empleados, mientras que Tyson fue marcada por razones como que parte de su abastecimiento proviene de regiones en riesgo de deforestación, dijo FAIRR.
JBS dijo que mejorar su rendimiento en materia de ESG seguía siendo una prioridad. En la clasificación de FAIRR, JBS señaló que ocupaba el puesto 11 de 60 empresas, con una puntuación global de 57%, lo que representa una mejora de seis puntos porcentuales respecto al 2020.
Tyson dijo que se comprometió con FAIRR y entregó informes sobre sus promesas para prevenir la deforestación, incluyendo el comenzar a abastecerse de carne de vacuno libre de deforestación verificada a finales del 2021, con la transición completa a finales del 2025.
FAIRR hace públicos los resultados para que otros inversores puedan utilizarlos cuando analicen el rendimiento de las empresas y en su compromiso con los directorios.
El informe también revela que 42 de las 45 empresas cárnicas y lácteas que se abastecen de soja para la alimentación animal en zonas con alto riesgo de deforestación, como la región del Cerrado en Brasil, no tienen una política para mitigar la deforestación.
Según el informe, la industria ganadera tampoco ha hecho un buen seguimiento de su cadena de suministro en general, y actualmente pasa por alto hasta el 90% de la deforestación causada por los proveedores indirectos.
Casi un tercio del ganado comprado por JBS en el estado amazónico brasileño de Pará procedía de ranchos con “irregularidades” como la deforestación ilegal, según constató la fiscalía en una auditoría realizada en el 2020.
“La ciencia es clara en cuanto a que, para evitar un cambio climático galopante, los sectores altamente emisores, como la agricultura, deben transformarse en la próxima década. Sin embargo, la última investigación de FAIRR muestra lo lejos que tiene que llegar el sector alimentario”, dijo Eugenie Mathieu, analista senior de Aviva investors.