La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner mostró todo su poderío al lograr el sábado la renuncia del ministro de Economía, un funcionario clave de Argentina, aunque su victoria sobre el mandatario Alberto Fernández siembra dudas sobre el futuro del oficialismo de cara a los comicios generales del año próximo.
Agobiado por la crisis económica y la presión de Kirchner, el ministro de Economía Martín Guzmán -defendido por Alberto Fernández- renunció para ser reemplazado por una funcionaria cercana a la vicepresidenta, la dirigente más poderosa de la coalición oficialista de centroizquierda.
La salida de Guzmán se sumó a la de otros ministros elegidos por Fernández, lo que dejó prácticamente toda la gestión en manos de funcionarios cercanos a Kirchner, una férrea defensora de la intervención del Estado en la economía que gobernó el país entre el 2007 y el 2015. El presidente, un político moderado, fue el gran perdedor.
“Cristina es la figura que maneja la coalición y el gobierno. Los socios de Cristina (como Alberto Fernández) hoy no tienen representación política”, señaló Julio Burdman, director de la consultora Observatorio Electoral.
Con una inflación anual cercana al 70%, inestabilidad financiera y altos niveles de pobreza, las chances electorales del peronismo en el poder parecen reducidas para los comicios presidenciales del 2023, para los que los sondeos muestran a la oposición de centroderecha con mejor intención de voto.
La pelea entre los dos líderes del Poder Ejecutivo -que se volvió personal, según medios locales- no hizo más que seguir horadando la popularidad del oficialista Frente de Todos.
“La vicepresidenta habla como si no fuese parte del gobierno, como si fuera de la oposición. La verdad es que se nota que no hay unidad entre ellos y la imagen del presidente es un desastre”, manifestó el empleado bancario Rodolfo Alba, de 52 años.
Tras años de vaivenes económicos, el país volvió a crecer en el 2021, pero la recuperación parece estancarse debido a la alta inflación y las disputas políticas dentro del oficialismo, entre otros factores.
“Hay mucha incertidumbre porque no sabemos hacia donde vamos, con qué rumbo. Izquierda o derecha, pero necesitamos un rumbo los argentinos y creo que, lamentablemente, no lo tenemos”, afirmó Carina Olartes, una empleada de 49 años.
Para la mayoría de las consultoras de opinión, el deterioro en la imagen de los dos líderes es evidente.
“Las encuestas muestran el costo que sufre Cristina por el conflicto con Alberto. Estaba sobre el 30% (de imagen positiva), hoy está en el escalón de abajo, entre el 25% y 30%”, explicó Ricardo Rouvier, director de la firma Ricardo Rouvier & Asociados, quien añadió que el presidente tiene una popularidad apenas superior al 25%.
Los portavoces del mandatario y de la vicepresidenta no respondieron a las consultas de Reuters.
Fernández no, ¿Scioli sí?
Al advertir que su estilo confrontacional atraía muchos votantes pero también generaba un amplio rechazo en las clases media y alta, Cristina Fernández de Kirchner escogió en el 2019 como candidato presidencial a Alberto Fernández -con quien ya había tenido cortocircuitos-, reservándose para sí la vicepresidencia.
Pero la relación, forzada por las elecciones, no duró.
La pelea entre ellos escaló a un nivel tan alto que personajes como la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, una reconocida organización de derechos humanos que busca hijos de desaparecidos durante la última dictadura militar, debieron intervenir este fin de semana para que volvieran a dirigirse la palabra.
“Lo llamé como un amigo (al presidente). Lo quiero. Por eso esta decisión mía. Me salió del corazón. Para él y para ella. Le dije que piense en la gente que votó a él y a Cristina”, reveló Estela de Carlotto a medios locales. Solo después del diálogo lograron un acuerdo para que la heterodoxa Silvina Batakis sea la nueva ministra de Economía.
La mayoría de los analistas políticos descarta que Alberto Fernández -casi sin respaldo dentro del peronismo gobernante- busque la reelección a fin del año próximo, pese a las tibias señales que había dado en los últimos meses.
Sin Alberto Fernández para la carrera presidencial, la vicepresidenta buscaría un candidato dialoguista que logre respaldo de las clases populares gracias a su apoyo pero sin generar rechazo en otros sectores.
El diputado oficialista Sergio Massa podría ser una opción, pero el reciente ingreso al gabinete nacional del exgobernador Daniel Scioli y de su aliada Batakis fue considerado una señal por varios expertos. Scioli ya fue candidato presidencial de la mano de Fernández de Kirchner en el 2015, aunque perdió los comicios.
“Hoy Cristina se imagina un futuro con Scioli como candidato”, sostuvo Burdman.