Todos esperan el regreso de Alexéi Navalni. El Kremlin, que niega el envenenamiento del líder opositor, los servicios penitenciarios, que amenazan con llevarlo a la cárcel, el Comité de Instrucción, que le acusa de estafa, y la oposición, que espera que lidere su campaña para las legislativas del 2021.
“Regresaré a Rusia, que es mi país y donde tengo un gran apoyo”, dijo Navalni a la emisora de radio “Eco de Moscú”.
El caso es que Navalni aún no ha dicho cuándo va a volver a Rusia. A lo más que ha llegado es a afirmar que comprará el billete de vuelta en cuando los médicos alemanes le den luz verde.
No tiene prisa. Desde su exilio temporal en Alemania ha logrado poner en evidencia al presidente, Vladímir Putin, con dos vídeos que comprometen al Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) en su intento de asesinato con la sustancia química, Novichok.
Puertas abiertas
El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, aseguró esta semana que el líder de la oposición extraparlamentaria tiene las puertas abiertas.
“Cualquier ciudadano de la Federación Rusa es libre de regresar a su país. Aquí, por supuesto, no puede haber ninguna restricción para nadie”, comentó.
El Kremlin tampoco ha perdido el tiempo. Promovió la aprobación de una ley que prohíbe publicar los datos de los miembros de las fuerzas de seguridad, algo que Navalni hizo poco antes al divulgar las identidades de los ocho supuestos agentes del FSB implicados en su envenenamiento en Siberia.
Sea como sea, Navalni niega que la investigación iniciada por Bellingcat le haya cerrado el camino de vuelta.
“No entiendo por qué me he tenido que cerrar el camino (de vuelta) con esta investigación. Ese no es mi problema. Es problema de Putin, que me odia a mí y a todos aquellos que no aceptan la corrupción y la usurpación del poder. Por eso, decidió enviar un mensaje a todo esa gente: el de matarme”, señaló.
Poco importa que sean muchos, además del propio FSB, los que se han puesto a la cola para ajustar cuentas con el opositor, que cuenta, eso sí, con el respaldo de Occidente.
Campaña de intimidación
En estos últimos tres días las autoridades han claramente coordinado una campaña para amedrentar a Navalni, cada cual más sorprendente que el anterior.
El Servicio Penitenciario Federal (SFP) fue el primero en dar el golpe el lunes al rescatar la condena suspendida de 3.5 años que le fue impuesta en el 2014 a Navalni por un caso de estafa y lavado de dinero a la compañía “Yves Rocher Vostok”.
Según el comunicado oficial, Navalni incumplió con su obligación de someterse a inspección penitenciaria, por lo que le ordenó que se personase en sus oficinas el 30 de diciembre, cuando expiraba el período de prueba.
La legislación contempla diferentes castigos en dichos casos, entre los que figura la anulación de la pena suspendida y su sustitución por una real, es decir, tres años y medio de prisión.
Al día siguiente, fue el Comité de Instrucción el que incoó un caso penal contra Navalni por estafa por valor de casi 4 millones de euros.
Según la acusación, el opositor se habría apropiado con fines personales de ese dinero que él mismo había recaudado para financiar las actividades de organizaciones como el Fondo de Lucha contra la Corrupción, el látigo de los altos funcionarios rusos.
Los asesores de Navalni ridiculizaron la amenaza del SPF, al recordar que está aún convaleciente de un intento de asesinato, y rechazaron el caso penal al recordar que las cuentas y gastos del opositor son públicas y no hay rastro de malversación.
Por si fuera poco, la empresa del conocido como “chef de Putin”, Yevgueni Prigozhin, presunto fundador de la compañía militar privada Wagner, informó el miércoles de varias demandas por calumnias contra Navalni por valor de un millón de euros, según informó la agencia Interfax.
Elecciones legislativas
Mientras, la oposición espera como agua de mayo el retorno de su político con más tirón electoral, aunque debido a los antecedentes penales no podrá presentar su candidatura a la Duma o cámara de diputados.
La campaña “Voto inteligente” de Navalni, que consiste en apoyar al candidato que tenga más opciones de derrotar al representante del partido oficialista Rusia Unida, sea liberal, comunista, nacionalista o independiente, preocupa y mucho al Kremlin.
Esa estrategia ya ha dado sus frutos, ya que la oposición logró hacerse con numerosos escaños en las asambleas regiones en las elecciones de septiembre pasado, tanto en Moscú como en la Rusia profunda.
El Kremlin tomó nota y los diputados oficialistas ya han aprobado sendas leyes para impedir que los políticos que reciban fondos del exterior puedan ostentar cargos en la administración, lo que descalificaría a muchos de los asesores de Navalni.
Además, prohibieron los mítines y manifestaciones financiadas desde el exterior en un intento de impedir nuevas protestas multitudinarias al grito de “Rusia sin Putin”.