El Tratado de Maastricht se firmó un 7 de febrero hace 30 años en un contexto de “miedo a que la inestabilidad conduzca a conflictos violentos” en Europa, recordó Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea, quien ejemplificó que, de no ser parte de la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Polonia hoy “estaría igual” de amenazada que Ucrania.
“Durante mucho tiempo creíamos que la confrontación en Europa era cosa del pasado, y ahora vemos que el señor (Vladímir) Putin intenta reavivar la Guerra Fría y solo la unidad lo puede disuadir de ello. Es una situación diferente a la de la Guerra Fría, pero los efectos son los mismos: dividir Europa. Tenemos que hacer todo lo posible por evitar eso”, señaló Timmermans en un evento organizado por la Universidad de Maastricht con motivo del 30 aniversario del tratado.
¿Significa esto que hay que modificar ahora el tratado? “No, debemos tener un debate sobre, por ejemplo, la votación por mayoría cualificada en política exterior, eliminando la regla de la unanimidad política en este sentido, permitiendo que los miembros digan ‘no estoy de acuerdo con eso, pero adelante, porque está en el interés de la posición europea colectiva’. Un país como Rusia ya no es capaz de dominar, pero si de perturbar”, explicó.
Timmermans reflexionó este lunes en la ciudad neerlandesa de Maastricht, en un evento digital junto a una treintena de jóvenes europeos nacidos después del 1992 -año en el que se firmó el tratado homónimo- sobre las tres décadas de cooperación europea en el marco de la Unión Europea (UE) y las aportaciones de la organización a sus países miembros.
“Me criaron para luchar contra el otro lado del Muro de Berlín, como soldado de la Guerra Fría y después diplomático, y nuestra idea era luchar por nuestra libertad contra el Pacto de Varsovia. Cuando yo tenía vuestra edad, podía reconocer desde kilómetros quién era del Este de Europa. Era una Europa profundamente dividida y el legado para vuestra generación es no vivir en una Europa dividida”, dijo.
Por lo que, sentenció, “debemos siempre ver el tratado de Maastricht en ese contexto: el miedo a que la inestabilidad conduzca a un conflicto violento en esos años”.
El proceso de integración de la UE trajo también consigo la seguridad que permitió a la OTAN aceptar nuevos miembros. “Realmente contribuyó a la estabilidad en la UE. Y como pensamiento: imaginad que hoy Polonia no fuese miembro de la UE o la OTAN, entonces lo que está pasando ahora en Ucrania, estaría pasando en Polonia”, aseguró el político neerlandés.
Pero lamentó que los Estados miembros tengan sus propias posiciones sobre las relaciones con Estados Unidos, y subrayó su “firme creencia en que no hay seguridad en Europa sin un vínculo transatlántico fuerte”, pero esa relación no es posible “sin un enfoque europeo unificado más fuerte” sobre la seguridad.
“Los estadounidenses, independientemente de quién sea su presidente, se hartarán cada vez más de que los europeos no contribuyan a una defensa colectiva de manera equilibrada. Y porque estamos demasiado divididos en esto, estamos desperdiciando demasiado dinero y no estamos tomando decisiones colectivas”, explicó.
Por otro lado, Timmermans cree que una de las razones por las que “agrandar” la Unión es hoy tan difícil se explica con que la “UE tiene a veces dificultades para manejar la diversidad dentro de la propia UE” y los ataques al Estado de derecho en países como Hungría o Polonia “han incrementado la sensación de que no podemos manejar a más miembros”.
Preguntado por el debate sobre la carne y la emergencia climática, señaló que, si los ciudadanos entendieran la huella de carbono de sus decisiones sobre lo que comen, cómo viajan o qué compran, “estarían dispuestos a reconsiderar” su comportamiento, pero advirtió de que “no se les debe decir lo que tienen que hacer, pero sí informarlos” para que decidan.
“Hoy en día ya vemos a muchísima gente, sobre todo jóvenes, replanteándose la cantidad de carne que comen. ¿Es porque se les dice que no lo hagan? No, porque están informados sobre sus consecuencias”, señala.
Cree que se trata de “cambios culturales, que van muy rápido” y lo comparó con el tabaco: cuando Irlanda prohibió fumar en bares y restaurantes, y otros países la siguieron, “todo el mundo en la industria dijo que ese era el fin de bares y restaurantes”, pero eso está lejos de la realidad: “El aire es más limpio y va mucha más gente, también con hijos”.
Lo mismo pasará con la carne, concluyó.