El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, cumple sus primeros cien días de gobierno con avances importantes en el plan de vacunación anticovid, aunque también arrastra el pesado lastre de una crisis económica heredada por su antecesor, Lenín Moreno.
Aunque lo hará algunos días después, el mandatario centroderechista se anotará al parecer un primer triunfo significativo al cumplir su promesa de inmunizar contra el Covid-19 a unos 9 millones de ecuatorianos, el 60% de la población, en sus primeros cien días de Gobierno, que se cumplirán este martes 31 de agosto.
Hasta este viernes, según el Vacunómetro oficial, el nuevo Gobierno había administrado alrededor de 16 millones de dosis, en comparación con los alrededor de dos millones de su predecesor, Lenín Moreno, desde que inició el plan el 21 de enero hasta el cambio de gobierno el 24 de mayo.
Casi 10 millones cuentan con la primera dosis y, de ellas, algo más de ocho millones la pauta completa, según el Ministerio de Salud, que espera llegar a los 9 millones totalmente inoculados una semana después del plazo prometido en campaña electoral porque, al inicio, pararon el plan unos días para arqueo y reparto.
Vacunación primero
En un acto público este viernes, Lasso agradeció la colaboración de “Gobiernos amigos” para el aprovisionamiento acelerado de vacunas y aseguraba que el éxito del plan se demuestra en “una disminución de los índices de contagio y mortalidad” y “seguramente va a incidir en la recuperación de la economía y otros campos de la vida social del país”.
Desde que arrancó su mandato, Lasso ha volcado todos sus esfuerzos en acelerar el plan de vacunación que inició Moreno, pero que sufría de retrasos y escándalos de supuesta corrupción.
El nuevo mandatario incluso prevé alcanzar la inmunización del 90% de la población hasta finales de año, lo que permitirá al país volver a una nueva normalidad, necesaria para apuntalar la recuperación económica.
A la par, ha iniciado un plan agresivo para mejorar sus relaciones comerciales con nuevos acuerdos con EE.UU. y México, este último vital para ingresar plenamente a la Alianza del Pacífico, integrado también por Chile, Perú y Colombia, con los que ya tiene ese acuerdo.
Durante una visita de Lasso a México hace unos días, los dos países anunciaron el desbloqueo de la estancada negociación.
Recuperar la economía
En el plano económico, el mandatario ecuatoriano tiene duras tareas pendientes en el horizonte, pues debe sortear los coletazos de una crisis iniciada en 2019 y agravada por la pandemia, que ya ha provocado la agitación de sindicatos y grupos sociales.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) le exige que elimine un decreto para la fijación del precio del combustible mediante un sistema de bandas que ha provocado el encarecimiento de las gasolinas, con sus consecuentes efectos.
Y los sindicatos, especialmente el Frente Unitario de Trabajadores, la mayor central obrera del país, que abandone la idea de las privatizaciones y de reformas que impliquen la precarización laboral.
Esas demandas sociales ya estaban en el tapete de las discusiones durante el Gobierno de Moreno que, en octubre de 2019, soportó una dura protesta indígena que exigía la derogación de un decreto que eliminaba los subsidios a los combustibles.
Moreno tuvo que ceder y eliminó tal decreto, pero, meses después, en medio de la pandemia, expidió la nueva normativa de fijación de precios que tuvo un efecto similar y un cierto ahorro para las arcas públicas, el mismo objetivo del decreto inicial.
La sociedad no aguanta más recortes
Con la intención de impulsar el desarrollo productivo, Lasso ha ratificado que mantendrá la misma política y que no descarta procesos de privatización, como alternativas económicas y ante la estrechez de poder acudir a préstamos de los multilaterales, que ya fueron explotados por su antecesor, unos 7,000 millones en 2020.
Para el economista Pablo Dávalos, un catedrático opuesto a las políticas de ajuste, el actual Gobierno parece la continuación del anterior, pues a su criterio tiene una total sintonía con el de Moreno.
Sin embargo, opina que posibles políticas de eliminación de subsidios, la profundización de un modelo extractivista minero y petrolero o las estrategias de privatización, chocarían con una realidad: “La gente no soporta más el peso de la crisis”.
“El país no está preparado para asumir ajustes, no hay condiciones económicas ni sociales” para nuevos programas de choque como los que aplicó Moreno, amparado en los pactos crediticios con el Fondo Monetario Internacional (FMI), agregó el analista.
Y asegura que Lasso mantiene su apego al FMI y que, con esa lógica, buscaría pasar reformas tributarias y fiscales que, aparentemente, podrían toparse con la resistencia de varios grupos parlamentarios.
Con ese panorama, el economista incluso intuye que podría ocurrir “un choque de trenes” entre el sistema político y la sociedad.