La imponente colección de objetos masónicos de Poznan, en Polonia, preserva sus tesoros, con sus escuadras y compases, grabados, libros y álbumes antiguos, algunos con el sello del siniestro dignatario nazi Heinrich Himmler.
A lo largo de más de un kilómetro de estantes se extienden los cerca de 80,000 volúmenes, muchos muy antiguos, otros más recientes, conservados en la biblioteca de la Universidad UAM de Poznan (oeste).
Constituye “uno de los mayores catálogos masónicos de Europa, o incluso el más importante, según algunos” indica Iuliana Grazynska, conservadora de la colección.
“Y aún conserva misterios” subraya Grazynska que acaba de empezar a registrar 89 cajas de cartón de archivos reunidos por los servicios de Himmler y nunca clasificados.
Confiscados en Europa
“Los nazis detestaban la masonería” explica Andrzej Karpowicz, que durante 30 años fue responsable de la colección de Poznan.
Karpowicz recuerda que el nazismo fue “fruto de una ola antiélites y antiintelectuales”, y por eso inevitablemente “anti masones”.
“Los nazis detestaban la masonería” explica Andrzej Karpowicz, que durante 30 años fue responsable de la colección de Poznan.
Karpowicz recuerda que el nazismo fue “fruto de una ola antiélites y antiintelectuales”, y por eso inevitablemente “anti masones”.
Los nazis cerraron las logias o provocaron su disolución, confiscaron o quemaron sus bibliotecas. A medida que avanzaba el ejército alemán, las colecciones procedentes de los países conquistados enriquecían las del Reichsführer-SS Heinrich Himmler, que incluía también archivos relativos a los judíos, los jesuitas o las brujas, según Karpowicz.
Transportada hacia lugares mejor protegidos contra los bombardeos de los aliados, la colección fue dividida en tres partes principales, dos de ellas escondidas en Polonia, y la tercera en República Checa.
En 1945, las autoridades polacas se incautan de una parte en Slawa Slaska (oeste), que contaba hasta 150,000 volúmenes, y posiblemente incluía archivos del colaboracionista francés Henri Coston.
El resto fue confiscado por el Ejército Rojo de la Unión Soviética.
Una vieja tradición
La biblioteca de Poznan constituyó su colección masónica en 1959, en plena época comunista, cuando el movimiento masón no era legal.
En regla general, la masonería “solo puede desarrollarse en los regímenes democráticos”, dice Dominique Lesage, coautor, con Anna Kargol, del libro “Liberté Égalité Fraternité sur les rives de la Vistule” (Libertad, Igualdad y Fraternidad en las orillas del Vístula), sobre la renovación del movimiento desde la caída del comunismo en 1990.
Pero existía una vieja tradición, y la primera logia polaca, la Cofradía Roja, había nacido en 1721.
Entre sus eminentes masones, Polonia cuenta con su último rey Stanislas Augusto Poniatowski, su primer presidente Gabriel Narutowicz o el gran pianista Ignacy Paderewski.
Según la obra de Lesage, había en Polonia en el 2020 unas 47 logias de ocho obediencias diferentes, que congregaban a unos 800 miembros.
Perlas raras
Una amplia escalera, que se eleva hacia el luminoso techo del viejo inmueble de la biblioteca, lleva a la colección de Poznan.
Recientemente expuesta, una selección de perlas raras de esta colección supuso un verdadero viaje en el tiempo que, según la tradición y el calendario masónicos, empezó 4,000 años antes de J.-C.
La primera logia masónica fue oficialmente constituida en 1717 en Inglaterra y su primera constitución, escrita por James Anderson, y aun ampliamente observada, fue publicada en 1723.
“Tenemos la edición original y rarísima de esta constitución de Anderson y de todas las ediciones sucesivas, así como centenares de estatutos masónicos. Es el orgullo de nuestra colección” subraya Grazynska.
La mayor parte de la biblioteca está constituida por obras del siglo XIX y principios del XX, principalmente en alemán, entre ellas todas las enciclopedias masónicas en este idioma, dibujos, grabados, menús, pero también registro casi completos de los miembros de las logias o talleres, sobre un período que se extiende hasta 1919.
“Es una mina de informaciones, de la que se puede extraer a voluntad” asegura Karpowicz.