¿Quién no sueña con una casa con vistas al Bósforo? La caída de la lira, que ha perdido un 40% de su valor en un año, ha convertido el mercado inmobiliario turco en una auténtica ganga para muchos compradores extranjeros.
Los datos del Instituto estadístico de Turquía (TÜIK) muestran que en noviembre pasado se vendieron 7,363 viviendas a extranjeros, la cifra más alta registrada por el organismo y el doble que la media mensual antes de la pandemia.
La caída de la lira ha disparado no sólo las ventas a extranjeros sino también el afán comprador de ciudadanos turcos en busca de valores fijos ante una inflación que ya supera el 20% interanual.
Pero la alta cifra de noviembre no está relacionada sólo con el desplome de la moneda actual, sino que refleja una tendencia sostenida, señala Burak Bekar, gerente de Property Advisor Turkey, inmobiliaria especializada en la venta a extranjeros.
Oferta limitada
“Un 60% de la inversión extranjera directa en Turquía se halla en el sector de la vivienda: aunque los precios se han incrementado un 35% por encima de la inflación, la pérdida de valor de la lira ha hecho que en divisa extranjera valgan un 40% menos que un año antes”, agrega el economista Hayri Kozanoglu.
Por otra parte, “el stock de vivienda en Turquía se acaba, porque en los últimos años el Gobierno ha reducido las licencias de construcción, por lo que el valor sube”, subraya Bekar.
De hecho, si entre el 2014 y 2018 se construían entre 700,000 y un millón de viviendas anuales, en los últimos tres años se ha licitado menos de la mitad, según cifras de TÜIK.
Por eso, un inversor extranjero encontrará fácilmente comprador si quiere deshacerse de su inmueble, porque la demanda local de viviendas crece y la inversión extranjera apenas representa el 4% del mercado inmobiliario turco, destaca Bekar.
Revalorización alta
Las tres mayores ciudades turcas, Estambul, Ankara y Esmirna, encabezan el ranking mundial de subida de valor, con una revalorización anual alrededor del 30% en el primer trimestre del 2021, frente al 12% en Nueva York, el 6% de París, el estancamiento de Barcelona o la pérdida registrada en Dubái.
El mercado de Estambul es, además, muy versátil: se pueden encontrar inmuebles con precios de mil dólares por metro cuadrado, pero el valor se dispara hasta los 25,000 en las zonas más elegantes y una vivienda fácilmente duplica su precio por disponer con una terraza con vistas al Bósforo.
El informe del TÜIK muestra que los principales compradores son los iraníes, con más de 1,400 viviendas compradas en noviembre, seguido de los iraquíes, con unas mil, los rusos, con 800, y los alemanes en un lejano cuarto lugar, con poco más de 300.
Esto refleja sobre todo la necesidad de iraníes e iraquíes de encontrar un lugar seguro para su dinero ante la inestabilidad de sus propios países, mientras que en el caso de Alemania se trata a menudo de jubilados que buscan un lugar agradable en la costa mediterránea, dicen los expertos.
Ciudadanía incluida
Además, existe otro aliciente para algunos extranjeros: comprar por valor de al menos US$ 250,000 permite obtener la ciudadanía turca y empresas como Property Advisor incluyen esta gestión en el servicio al cerrar una venta.
Es un atractivo no solo para los iraníes o iraquíes, con obvias dificultades para viajar, sino también para estadounidenses y británicos porque ahorra trámites de residencia, aseguran.
Incluso hay italianos que se apuntan a esta opción por motivos fiscales, ya que les sale rentable tributar en Turquía, agregan fuentes del sector.
Los rusos compran sobre todo en la costa mediterránea, especialmente la provincia de Antalya, aunque en esta región la venta a alemanes y británicos, antes habitual, se ha detenido y hay incluso quien vende por desconfiar del futuro político del país, señala un agente inmobiliario de la zona.
Pero es la propia dinámica del mercado la que puede dar al traste con el negocio: el último desplome de la moneda, un 35% en un solo mes, ya no abarata la vivienda, sino que la elimina del mercado.
“Abundan compradores en busca de un piso, pero ya no tenemos oferta; ahora nadie quiere vender porque, aunque cobre dos millones de liras, mañana ese dinero ya no tiene valor”, se lamenta el corredor inmobiliario Serkan Pinarbasi, sentado en una oficina vacía en Estambul.
Las vistas al Bósforo de este barrio siguen siendo de ensueño, pero los carteles de “Se vende”, antes habituales, han desaparecido de todas las fachadas.