Canadá se sumará a una disputa contra Estados Unidos por su interpretación de cómo debe aplicarse el libre comercio en la industria automotriz en el continente, otra señal del desgaste de los lazos entre los dos vecinos.
La ministra de Comercio canadiense, Mary Ng, dijo que su país se uniría a México en la solicitud un panel de resolución de controversias bajo el acuerdo comercial entre Canadá, Estados Unidos y México, TMEC.
Canadienses y mexicanos quieren resolver los desacuerdos sobre cómo aplicar los requisitos de contenido del sector automotriz en virtud del pacto, que entró en vigencia en el 2020 y reemplaza al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Tampoco están contentos con las exenciones fiscales propuestas por Estados Unidos para los fabricantes de vehículos eléctricos con sede en ese país porque, dicen, podría socavar la industria automotriz norteamericana altamente integrada.
Según el TMEC, el 75% de los componentes de un vehículo deben originarse en América del Norte para calificar como libre de impuestos, frente al 62.5% bajo el TLCAN.
Canadá y México son partidarios de una interpretación más flexible de las regulaciones que Washington, que buscó una revisión del TLCAN cuando Donald Trump era presidente para proteger los empleos en la industria.
“La interpretación que adoptó Estados Unidos es inconsistente con el TMEC y el entendimiento compartido por las partes y partes interesadas a lo largo de las negociaciones”, explicó Ng, en un comunicado donde anunció la decisión.
El paso de Ottawa fue celebrado poco después por la secretaria de Economía mexicana, Tatiana Clouthier. “Juntos defenderemos la competitividad de esta industria regional”, argumentó.
La oficina del representante comercial de Estados Unidos expresó confianza en que su interpretación era consistente con el TMEC. El portavoz, Adam Hodge, señaló por correo electrónico que las reglas de origen eran necesarias para atraer inversiones y crear buenos empleos.
Pero Flavio Volpe, presidente de la Asociación Canadiense de Fabricantes de Partes Automotrices, afirmó que el enfoque estadounidense podría persuadir a los productores a usar partes más baratas fuera de América del Norte y a aceptar el arancel de 2.5% que Estados Unidos impondría entonces a sus vehículos.
Los mayores perdedores serían las empresas estadounidenses que suministran alrededor del 55% de todas las piezas de automóviles utilizadas en la fabricación norteamericana, dijo al medio Canadian Broadcasting Corp.