Ante la acelerada devaluación del peso y la persistente inflación, los argentinos intentan hoy en día deshacerse de su divisa y comprar dólares estadounidenses, además de que buscan adquirir bienes duraderos como electrodomésticos, autos, materiales para la construcción y cierta tecnología.
La moneda argentina ha profundizado su debilidad ante la aceleración de la inflación, que ya estaba en un 64% anual a junio pasado, y la expectativa de un salto del tipo de cambio oficial, no solo por la escasez de reservas y la falta de financiamiento del déficit fiscal, sino por la incertidumbre en la resolución de los desequilibrios macroeconómicos debido a las diferencias políticas al interior del oficialismo.
“Este es un problema típico de la Argentina de mucho tiempo, propio de la alta inflación de Argentina”, explicó el director de C&T Asesores Económicos, Camilo Tiscornia, ya que desde 1945 Argentina se viene separando del resto del mundo en la dinámica de precios.
“Eso va provocando una serie de comportamientos que no están en países que no tuvieron esa alta inflación”, explicó Tiscornia.
El refugio habitual de los argentinos es la compra de dólares para atesoramiento, pero también se han volcado a adelantar la compra de bienes durables antes de que suban de precio.
“La gente, en la medida que siga teniendo este nivel de incertidumbre, va a seguir comprando bienes durables para protegerse de la inflación, sobre todo cuando no tiene acceso a la información financiera o a instrumentos financieros para cubrirse de la inflación”, explicó Matías Wilson, economista jefe de la Cámara Argentina de Comercio.
Indicó que los argentinos recurren a electrodomésticos, automóviles y algo de tecnología -porque tiene una vida útil más corta- y señaló que “es común” el adelantamiento de costos acopiando materiales para la construcción, en tanto agregó el gasto de pesos en turismo, que también vive un boom en Argentina. “La gente quiere sacarse los pesos de encima”, explicó.
Mercadería
La contracara del consumidor es el comerciante o fabricante que compra mercadería o retiene su producción.
“Agotaría todas las instancias para no vender ningún tipo de mercadería, incluido dólares, primero tomaría financiamiento ya que las tasas son negativas contra la inflación”, recomendó esta semana un informe del economista Salvador Distéfano.
En esa instancia están los productores agropecuarios, que retienen en los campos la cosecha para exportación -la consultora Equilibra estima que restan comercializarse unos US$ 10,300 millones-, ante la expectativa de un el tipo de cambio más favorable.
No conviene vender recibiendo pesos porque se pierde poder adquisitivo: la tasa de interés que remunera los depósitos a plazo es inferior a la expectativa de inflación, en tanto los instrumentos bursátiles “son más riesgosos, no es lo que haría una persona más conservadora, que no es tan sofisticada”, explicó Tiscornia.
El Banco Central, sediento de reservas, lanzó esta semana un mecanismo transitorio, con el que espera que los productores liquiden unos US$ 2,500 millones, al permitirles adquirir divisas en la plaza oficial minorista por el 30% de lo obtenido por la venta de granos y convertir el resto en un depósito con una retribución atada a la evolución del tipo de cambio oficial.
Turbulencias
Argentina tiene vigente un programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar la deuda por US$ 40,000 millones, pero en el último mes recrudeció el deterioro de las variables financieras.
Para Tiscornia, “se empieza a ver que el déficit fiscal no va a bajar” y “aumenta la expectativa de que ese déficit fiscal va a provocar más inflación porque el gobierno no tiene muchas alternativas para financiarlo. Va a tener que recurrir a la emisión monetaria y eso implica más inflación”.
Este mes, además, se disparó el tipo de cambio paralelo -37% en el mercado negro o “dólar blue” y hasta 34% en lo tipos de cambio financieros- por la renuncia del anterior ministro de Economía, Martín Guzmán.
La nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, en diálogo con el FMI, no tocó las metas de 2.5% del Producto Bruto Interno (PBI) de déficit primario para este año, una asistencia monetaria al Tesoro de 1% del PBI y un incremento de las reservas internacionales netas de US$ 5,800 millones y, ante inversores, dijo que contaba con respaldo político de todas las filas del oficialismo para equilibrar las cuentas públicas.
Si bien el riesgo país cedió por encima de los 2,600 puntos básicos, la incertidumbre no cede ya que el gobierno evalúa en estos días un eventual reemplazo de la ministra Batakis.
“Habría que ir a anuncios muy concretos de que el déficit fiscal empieza a bajar ya y esto es lo que es difícil de hacer políticamente”, manifestó Tiscornia.
“El gobierno no termina de convencerse de que lo tiene que hacer porque es costoso políticamente. Estamos en esta especie de limbo de mucha incertidumbre y eso provoca volatilidad financiera”, concluyó.