Hasta donde alcanza la vista, los avellaneros despliegan sus hojas apenas enrojecidas en el comienzo del otoño. Pero bajo su húmedo follaje, la cólera crece contra el grupo italiano Ferrero, el gigante del chocolate de untar y los bombones.
Los productores de avellanas de Turquía, el primer exportador mundial, denuncian la intromisión en su cosecha de esta firma propietaria de las marcas Nutella, Kinder o Ferrero Rocher, a la que acusan de romper los precios.
“Tienen el monopolio, las manos libres. Pero compran todavía más barato que el año pasado. Este año, no les venderé nada”, advierte Aydin Simsek, de 43 años, que controla de reojo a la docena de recolectores turcos que, en cuclillas, llenan de avellanas sus grandes sacos de tela.
Arropada por su espesa chaqueta y su chal floreado, Serife Koyu pasa una docena de horas cada día en Akyazi (noreste), arrodillada ante los árboles a pesar de su evidente embarazo.
La jornada de trabajo se paga a 12 euros (US$ 14) para esta mujer llegada con su familia de Diyarbakir (sureste) para seis semanas de cosecha.
Para Mehmet Sirin, de 25 años, con una capucha puesta para protegerse de la llovizna, “es una explotación”. “Las avellanas nos llegan en forma de Nutella pero nosotros sacamos mucho menos beneficios que ellos”, protesta. “Es una pura injusticia”, resopla antes de seguir trabajando.
Según la FAO, la organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Turquía asegura un 70% de la producción mundial y un 82% de la exportación de avellana en el mundo.
Lejos queda Italia (20%) y algunos países que se reparten las migajas como Azerbaiyán, Georgia o Irán.
Comprar a US$ 2.3 y vender a US$ 23
De las 600 mil o 700 mil toneladas de avellanas recogidas, unas 300,000 se exportan. “¿Cómo es que solo los extranjeros sacan beneficio?”, se indigna el presidente de la Cámara de Comercio de Estambul, Omer Demir.
“¡Maldita! Nos las compran a 22-23 liras turcas (US$ 2.3) el kilo y las venden a US$ 23. ¿Cómo hemos llegado a esto? Hay que cerrarles el paso”, asevera.
Pero los principales mayoristas, como aquellos que suministran al grupo italiano, “no dejan ninguna opción a los otros”, lamenta. Pagan por anticipado la cosecha a un precio fijado de antemano y suministran las herramientas y los abonos a los locales.
Nadie puede escapar. Cabbar Saka lo reconoce, no tiene opción. “¿Qué puedo hacer? Necesito dinero para la boda de mi hija. He vendido mis 1,600 kilos de avellana al mayorista”.
Además, recibió todo el cobro al momento cuando la Oficina Agrícola, el regulador público, paga solamente a plazos.
El distrito de Akyazi cuenta con 5,500 productores declarados. Ante las casas, la cosecha se seca al aire libre en lonas, durante solo unos días y vigilando constantemente el cielo por si llegan lluvias.
“Ferrero y los grandes actores del mercado tiran los precios a la baja”, denuncia Sener Bayraktar, presidente de la cámara de comercio local, que acusa al gigante italiano de hinchar las estimaciones de la recolecta para influenciar en su cotización.
“Pero el temor de los productores es que, si se quejan, ya no podrán vender. Ferrero ha puesto en marcha un sistema que no da ninguna oportunidad” a los actores locales, asegura Bayraktar, que pide a las autoridades un apoyo más franco a los intermediarios intermedios.
Y a estos últimos les reclama aumentar sus precios de compra para animar a los productores a que les reserven sus frutos.
“No a este precio”
Solicitado por la AFP, el gigante italiano se defiende: “No compramos directamente a los productores, pasamos por una red de compradores y proveedores especializados respetando las leyes del mercado y su dinámica”, explica un portavoz desde la sede, que recuerda que Ferrero opera en Turquía desde hace más de 35 años.
El suministro de materia prima turca es indispensable para la producción de Nutella y de los Ferrero Rocher.
Por ello, en el 2014 creó una filial local, Ferrero Findik (avellanas en turco) que gestiona seis fábricas de tratamiento y una de producción de Nutella.
En el 2014 también compró al rey de la avellana local, Oltan, con lo que terminó de asegurarse el control del mercado y los precios.
Para apoyar a los 76,500 productores de avellana, el ministerio de Agricultura les anima a transformar ellos mismos el producto en vez de limitarse a vender el fruto, lo que les aseguraría mejores ingresos.
El año anterior, Aydin Simsek vendió toda su cosecha a Ferrero. Este año sus 15 toneladas irán a la Oficina Agrícola pública. “Cuando Ferrero actúe de buena fe, yo estaré contento de comer Nutella. Pero no a este precio”, suelta.