El cielo de Europa se está llenando de aviones contaminantes casi vacíos que no tienen otro propósito que salvaguardar los valiosos espacios de las aerolíneas en algunos de los aeropuertos más importantes del mundo.
La variante ómicron del coronavirus ha trastocado la industria aérea y, debido a ello, llevar personas y bienes del punto A al punto B se ha convertido en una ocurrencia tardía para miles de vuelos.
Esto ha creado extraños aliados: ambientalistas y aerolíneas que abogan reducir los vuelos vacíos o casi vacíos presionando a la Unión Europea (UE) —un líder mundial comprometido en la lucha contra el cambio climático— para que modifique las reglas sobre los slots en los aeropuertos.
“La UE seguramente se encuentra en modo de emergencia climática”, tuiteó sarcásticamente la activista Greta Thunberg esta semana, vinculando un artículo sobre Brussels Airlines haciendo vuelos innecesarios.
La compañía ha dicho que, si la UE no toma medidas, tendrá que realizar unos 3,000 viajes este invierno principalmente para salvaguardar sus derechos de red.
El gigante alemán Lufthansa dijo que tendría que efectuar 18,000 vuelos “innecesarios” adicionales durante el invierno a fin de mantener sus slots. Aunque la demanda de vuelos aumentó durante las vacaciones, el resto del período invernal podría ser lento a medida que la ómicron avanza en todo el mundo.
Los slots en los aeropuertos más grandes son un bien extremadamente valioso en la industria y, para mantenerlos, las aerolíneas deben garantizar un alto porcentaje de vuelos. Es por eso que los vuelos, aunque generen pérdidas, deben mantenerse para garantizar que las empresas mantengan sus espacios.
La práctica era aceptada a pesar de las preocupaciones por la contaminación, aunque la caída pandémica de los vuelos puso eso en duda. Normalmente, las aerolíneas tenían que usar el 80% de sus franjas horarias para preservar sus derechos, pero la UE lo redujo al 50% para garantizar que el menor número posible de aviones vacíos o casi vacíos crucen el cielo.