Salarios, carrera profesional, sociedad de consumo. Los jóvenes chinos están cansados de esta lucha diaria y comienzan a apostar por una nueva filosofía de vida, que han bautizado como “estar tumbado”, que contrasta con la dura cultura del trabajo de las generaciones anteriores.
A sus 24 años, Wang terminó agotado y frustrado tras sus cuatro meses de búsqueda de empleo.
“Iba a las páginas web de búsqueda de empleo cada día pero enviar mi currículum era como arrojar una botella al mar”, dice este técnico de laboratorio, que no quiere dar su apellido.
El joven diplomado finalmente encontró un trabajo pero la experiencia le dejó un regusto amargo, sobre todo cuando supo que sus compañeros de universidad se colocaban rápidamente en empresas de la familia, gracias a sus contactos.
“Estar tumbado” quiere decir para estos jóvenes trabajar pero haciendo lo mínimo, sin pretender tener una gran carrera o vivir en un apartamento de lujo.
“Estamos aplastados por la sociedad y solo queremos vivir de manera más relajada. Estar tumbados, no es acostarse y esperar la muerte. Yo trabajo, pero no mucho”, explica a la AFP.
La expresión china “tang ping”, que se traduce literalmente por “estar tumbado”, causa furor desde hace semanas en las redes sociales, en un momento en que millones de ciudadanos consumen su energía buscando trabajos que les permitan pagar un alquiler altísimo.
“Algunos prefieren apuntar menos alto, adaptar sus deseos”, dice Lin, una encargada de servicios de personal de 24 años. “No todos los jóvenes pueden tener un éxito enorme, comprarse automóviles de lujo, apartamentos, casarse y tener hijos”, dice.
Para muchos, mejor es fijarse objetivos más fáciles de lograr y disfrutar la vida.
“¿No es maravilloso colmar simplemente las necesidades y vivir más tranquilo?”, pregunta Lucy Lu, trabajadora independiente de 47 años.
“Levantarse las mangas”
Las largas jornadas de trabajo en China explican en parte la reducción de la natalidad, que el régimen comunista espera relanzar esta semana autorizando a las parejas a tener a partir de ahora tres hijos.
Las interminables jornadas de trabajo hacen que los padres vean apenas a sus hijos durante la semana y en algunos casos los instalan directamente en casa de los abuelos.
En las empresas de tecnología, vitales para la economía china, no es extraño que la gente trabaje seis días por semana, de 9 de la mañana a 9 de la noche. Es el famoso “996”, denunciado por los medios de comunicación.
Pero los jóvenes recién diplomados no tienen mucha opción: su salario de base medio cuando les contratan es de 800 euros en una ciudad en la que los alquileres superan en general y con creces esta suma.
Pero la filosofía de “estar tumbado” encaja mal con la política del presidente Xi Jinping, que se resume en el eslogan: “levantarse las mangas y trabajar duro”, consigna que rezuma productivismo socialista.
También choca frontalmente con los esfuerzos que hicieron generaciones precedentes para salir de la miseria con el sudor de su frente. Hasta hace no mucho tiempo, en China apenas se hablaba de vacaciones ni de fin de semana y el descanso era considerado una pérdida de ingresos.
“Es una actitud totalmente irresponsable, que no solo decepciona a los padres sino también a centenares de miles de contribuyentes”, dijo a la prensa el profesor Li Fengliang, de la prestigiosa universidad Tsinghua, refiriéndose a esta tendencia a hacer lo mínimo.
En televisión, un presentador estrella chino se preguntó si el ideal de la juventud era únicamente “pagar el alquiler más bajo, encontrar cualquier trabajo y no estresarse nunca”.
La agencia oficial de noticias Xinhua también atacó esta nueva tendencia difundiendo un video en el que describía la jornada de 12 horas de un investigador anciano. “Este sabio de 86 años se niega a estar tumbado”, dijo la agencia.