En un tono inquietantemente tranquilo, él confesó su traición: tratar de derrocar al presidente venezolano, Nicolás Maduro. Los colombianos, dijo, le concedieron libre entrada y salida y la CIA se reunió con él.
Oswaldo García Palomo, un coronel fugitivo retirado de la Guardia Nacional de Venezuela que había hecho un llamado público a golpe de estado, atravesó nuevamente la frontera a fines de enero para fomentar la revuelta. Sin embargo, el ministro de Comunicación e Información de Venezuela, Jorge Rodríguez, señaló la semana pasada cuando compartió la confesión con los periodistas, que García estaba bajo vigilancia desde el momento en que llegó.
Esta no era la imagen que la oposición buscaba proyectar. Desde que Juan Guaidó se declaró presidente interino hace tres semanas y ofreció amnistía a los oficiales que abandonaran a Maduro, más de 30 países liderados por EE.UU. han aclamado la decisión, con la esperanza que los militares lo sigan. No se han apresurado a su lado.
En un país que cuenta con más de 2,000 generales y almirantes, solo un alto oficial -sin tropas a cargo- ha prometido lealtad a Guaidó, y dos coroneles (un médico y un agregado militar en Washington). Guaidó confirmó que ha hablado en privado con otros oficiales y que vendrán más. Él no tiene dudas, tal vez lo harán.
Aún así, la captura y confesión de García muestran cuán difícil es la tarea a la que se enfrenta Guaidó.
"Las fuerzas armadas de Venezuela son una de las instituciones más espiadas del mundo", dijo Diego Moya-Ocampos, consultor de riesgo político en IHS Markit en Londres. “Los altos mandos se benefician de un complejo sistema de patrocinio en el que todo es preferencial. En la práctica, Maduro lidera un gobierno militar".
Promesas dudosas
El plan para deshacerse de Maduro implica más que diplomacia. Parece que el embargo al petróleo que priva al régimen de sus principales ingresos tendrá un impacto pronto, incluso en algunas de las élites gobernantes.
Guaidó también está preparado para arrebatar a Maduro el control de Citgo Petroleum, la unidad de refinación con sede en EE.UU. de la estatal PDVSA. También existe una operación de ayuda multinacional en curso que podría causar más interrupciones. Por otra parte, las tropas de bajo rango han ido abandonando la Guardia Nacional progresivamente.
El asesor de seguridad nacional de EE.UU., John Bolton, recientemente ofreció levantar las sanciones contra los jefes militares que decidan unirse a Guaidó. El senador Marco Rubio, de Florida, reiteró la propuesta y confirmó que si alguno de los seis líderes militares principales desertaba, EE.UU. garantizará su inmunidad.
Sin embargo, los observadores expertos dicen que los generales dudan que se cumplirán las promesas. Esta es una de las principales razones por la que la revolución no se está moviendo tan rápido como algunos esperaban cuando Guaidó paralizó al mundo el 23 de enero con su autoproclamación. Esto ha generado impaciencia y señalamiento.
Los formuladores de política estadounidenses y los que rodean a Guaidó, al igual que los líderes en Brasil y Colombia, se miran entre sí preocupados por el fracaso. Los funcionarios de cada lado han comentado en privado que asumieron que los otros tenían una estrategia más desarrollada.
"Más y más fuerte"
Gabriel Silva, un exembajador colombiano en Washington, dijo que le preocupa que el presidente colombiano, Iván Duque, le ha "apostado todo a la expulsión de Maduro". Silva, un crítico de Duque, dice que el gobierno colombiano "también apostó por un alto nivel de compromiso de Trump para lograrlo. Ahora, la realidad es que ese proceso se ha estancado y no está avanzando. Cada día que pasa es un día en que Maduro se hace más y más fuerte".
El plan de ayuda humanitaria para los que están pasando hambre, con el objetivo de desafiar al gobierno de Maduro, está estancado. Otras fuentes de ingresos cuestionan la convicción de que un embargo al petróleo doblegará al líder. Rusia y China siguen siendo aliados y clientes del petróleo.
Venezuela dice que duplicará sus exportaciones de crudo a India. Adicional, cientos de millones de dólares que provienen de tráfico de droga ilegal están afluyendo hacia las cuentas bancarias de los líderes del país, según EE.UU.
La Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) estimó recientemente que de 15 a 20 toneladas de cocaína aún se trafican de Venezuela a EE.UU. cada mes, según una persona que trabaja con la agencia y que pidió permanecer en el anonimato.
Según funcionarios estadounidenses, gran parte del tráfico ilícito es controlado por oficiales militares venezolanos y funcionarios del gobierno. Esto significa que sus compatriotas pueden sufrir, pero muchos de ellos no sufrirán. Una portavoz de la DEA prefirió no ofrecer más detalles. Maduro ha desestimado las acusaciones de EE.UU., calificándolas de absurdas.
Frustración
Se ha intensificado la preocupación sobre lo que se encamina. En una reunión en la embajada de EE.UU. en Bogotá, Colombia, la semana pasada, líderes militares, de inteligencia y civiles de ambos países discutieron sobre las maneras de trasladar la ayuda humanitaria a Venezuela. Hubo una sensación de frustración en el aire, según un participante que accedió a discutirlo bajo condición de anonimato.
EE.UU. dijo que asumía los costos de la ayuda, pero quería que Colombia encontrara camiones y conductores para llevarla a Venezuela. Los colombianos indicaron que nadie aceptaría la misión porque el ejército venezolano los arrestaría. La ayuda permanece en bodegas cerca de la frontera.
En reuniones similares en la ciudad fronteriza colombiana de Cúcuta, una persona que asistió dijo que la dinámica era la misma: EE.UU. espera que Colombia encuentre los medios para entregar la ayuda y los colombianos dicen que no pueden.
El martes, en manifestaciones antigubernamentales muy concurridas, la oposición anunció planes para organizar caravanas de venezolanos que trajeran la ayuda desde la frontera y se establecería una posible confrontación con las fuerzas de seguridad. Esto equivaldría a una oportunidad fotográfica útil a nivel condenatorio y político. Pero la región es poco poblada y, dada la escasez de gasolina y transporte, no está claro cómo trasladar a otros venezolanos al área.
Uno de los puntos culminantes de los recientes acontecimientos de la oposición, dividida durante mucho tiempo, es la forma en que se ha unido tras Guaidó en un esfuerzo por derrocar a Maduro y celebrar elecciones libres. Pero cuanto más se estanquen las cosas, más probable es que algunos rompan filas.
Otros dicen que Guaidó ofreció amnistía sin la preparación adecuada. De hecho, la Asamblea Nacional aún no ha aprobado oficialmente la medida.
"Puede haber sido un error" pedir a los soldados lealtad hacia un nuevo presidente, dijo Alonso Medina, activista de derechos humanos y abogado. "Debemos recordar que durante 20 años las fuerzas armadas han sido un apéndice del gobierno, y la oposición está apenas empezando a hablar con ellos".
Antonio Guevara, coronel retirado que vive en el exilio, también dijo que no ha ocurrido nada que genere una fractura en las fuerzas armadas. "El alto mando militar permanece unido y las grietas aún no se han convertido en fracturas que puedan generar desestabilización", dijo.
Añadió que, en levantamientos anteriores, la clave de la acción estaba en manos de los comandantes de nivel medio que supervisaban a las tropas. Hasta el momento no hay evidencia de que estén cediendo.