El sudeste europeo dio un paso hacia la independencia del gas ruso con el inicio de las obras de una planta flotante de almacenamiento de gas natural licuado (GNL) en el puerto septentrional griego de Alejandrópolis, un proyecto heleno-búlgaro, al que quieren sumarse también Serbia y Macedonia del Norte.
El pistoletazo de salida de la obra lo dio el primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, en presencia de los líderes de los tres países vecinos y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, quien con su viaje a Alejandrópolis ha dado una señal de apoyo de la Unión Europea a un proyecto energético crucial para los Balcanes.
Ambos políticos subrayaron la necesidad de Europa de mostrar unidad frente al “chantaje” energético de Rusia e independizarse de los suministros de un país que, en palabras de Michel, se ha convertido en una “máquina de guerra”.
Durante la inauguración de las obras, Michel afirmó que proyectos como estos ponen de relieve la importancia de “convertirnos en los jefes de nuestro propio destino”.
La planta de Alejandrópolis es “una iniciativa de importancia geoestratégica” que muestra la dirección hacia dónde debe ir Europa: “diversificar nuestras fuentes energéticas y la vez independizarnos del gas ruso”, afirmó Michel, quien aseguró que el nuevo futuro común se construirá en cooperación con “nuestros amigos de los Balcanes”.
Al acto asistieron asimismo el primer ministro de Bulgaria, Kiril Petkov; el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, y el primer ministro de Macedonia del Norte, Dimitar Kovacevski.
Mitstotakis aseguró que la nueva planta marca la “simpatía de los Balcanes y su unidad europea”. “Nuestra península puede tener su propio lugar en la transición energética de todo nuestro continente, construyendo colaboraciones fructíferas”, señaló.
“Con este proyecto tan importante, pronto podremos reemplazar el gas natural de fuentes rusas. El chantaje reciente de Moscú hace que esta cooperación no solo sea necesaria sino también urgente”, recalcó.
El sudeste de Europa consume entre 10,000 millones y 11,000 millones de metros cúbicos de gas al año, de los que en torno al 50% provienen de Rusia.
Con esta nueva planta, que se suma a la que ya existe en Revithousa, una pequeña isla junto a Atenas, Grecia aspira a mejorar su relevancia geopolítica y convertirse en un importante centro energético en Europa.
En el flanco sur Grecia tiene además proyectos de interconexión de gas con Israel, Chipre y Egipto.
La central de Alejandrópolis estará lista a finales del próximo año y consistirá de una unidad flotante, situada mar adentro a unos 18 kilómetros del puerto, dispuesta para la recepción, almacenamiento y gasificación de gas natural licuado. Será la primera planta extraterritorial de Grecia.
Mediante un sistema de gasoductos submarinos y terrestres el gas natural será enviado al Sistema Nacional de Transporte de Gas (NSF) y de allí a los consumidores finales.
Además, podrá conectarse al Interconector Grecia-Bulgaria (IGB), cuyas obras terminarán en unos meses, y al Gasoducto Trans Adriático (TAP), que llevará gas desde el Azerbaiyán hasta Italia y que ha empezado a funcionar recientemente.
Con una inversión total de unos 400 millones de euros, la capacidad de almacenamiento de gas natural licuado de la unidad será de 153,500 metros cúbicos al año, mientras que se estima que podrá gasificar 5,500 millones de metros cúbicos.
Con ello Grecia podrá duplicar con creces su capacidad de almacenamiento, que actualmente alcanza los 225,000 metros cúbicos en Revithousa y se ampliarán a 380,000 metros cúbicos en esa misma planta con la construcción de una segunda terminal.
A pesar de que el gas natural es “un combustible de transición extremadamente importante para los próximos años”, Mitsotakis recalcó que Grecia sigue “plenamente comprometida con sus compromisos europeos de reducir las emisiones de CO2 un 55% hasta el 2030 y el objetivo final son las energías renovables”.