A solo unas cuadras de las mesas de dinero ubicadas en las torres más altas del centro de Buenos Aires, las oficinas más pequeñas de los corredores del mercado se ven inundadas de trabajo.
A solo unas cuadras de las mesas de dinero ubicadas en las torres más altas del centro de Buenos Aires, las oficinas más pequeñas de los corredores del mercado se ven inundadas de trabajo.

Un año de actividad frenética en las mesas de dinero de los principales bancos argentinos acaba de detenerse repentinamente.

La imposición de el 1 de septiembre recortó volúmenes y estabilizó el peso, la moneda de peor desempeño del mundo este año. Las novedades por precio hasta un 15% se han desplomado a no más de 0.4% en el espacio de una semana.

Un operador, que pidió no ser identificado porque no se permite hablar sobre la situación de su banco, dijo que ya no llega temprano a la oficina y que mientras está en su escritorio, pasa tiempo leyendo sobre otros temas mientras sus colegas realizan diligencias.

A muchos operadores les preocupa que su nueva calma haya llegado para quedarse y que sus trabajos estén en riesgo. Los diseñadas para detener la caída del peso y defender las reservas de divisas del banco central les han movido el piso. El volumen de negocios se ha desplomado, ya que las compañías solo pueden limitar a comerciar divisas para operaciones de comercio exterior.

El negocio de los bonos también se derrumbó después de que los controles de capital impidieran a los inversionistas extranjeros sacar su dinero del país fácilmente.

A solo unas cuadras de las mesas de dinero ubicadas en las torres más altas del centro de Buenos Aires, las oficinas más pequeñas de los corredores del mercado se ven inundadas de trabajo.

Los ahorros de capital han sido generados rápidamente, incluido el dólar MEP. Funciona así: la gente compra dólares, luego compra bonos denominados en dólares y los vende por pesos en el mercado local. El diferencial entre el tipo de cambio oficial y el tipo MEP les genera un beneficio de 7%, a la vez que permite a la contraparte sacar su dinero del país.

“Apenas damos abasto”, asegura Federico Grand de Guardati Torti SA, un corredor de granos en Ciudad de Rosario. Allí, los clientes llegan hasta tres veces al día.

El único inconveniente es el límite mensual de US$ 10,000 en compras en dólares para los argentinos comunes.

“La novedad de la oportunidad de la operación se extiende en boca”, asegura Grand. “Algunos clientes llegaron al límite solo durante la semana pasada”.

El aumento de la actividad también tiene algo de alivio a los operadores de divisas ahora inactivos.

La mesa está cerrada cerrada, afirma un operador, que trabaja en uno de los principales bancos de Argentina y declinó ser identificado. Él y sus colegas ahora están colaborando en otras áreas del banco para pasar el tiempo.