Los dirigentes de la Unión Europea (UE) se reúnen desde el jueves por la tarde en Oporto en una cumbre centrada en el aspecto social, tras dos históricas crisis económicas en algo más de una década que han aumentado la pobreza y socavado la cohesión europea.
En noviembre del 2017, los jefes de Estado y de gobierno del bloque esbozaron en Goteburgo (Suecia) un giro social para reconciliar a los ciudadanos con el proyecto europeo. Europa empezaba entonces a criticar las políticas que sumieron al continente en la recesión tras la crisis financiera del 2008, y alimentaron el populismo.
Una gran declaración llamada “Base europea de derechos sociales” se estableció al término de esta reunión proclamando 20 grandes principios como el derecho a la educación, la garantía de un sueldo mínimo adecuado, el derecho al acceso a la sanidad o la igualdad de oportunidades...
Muchas palabras, a las que siguieron pocos hechos concretos.
En Oporto (noroeste de Portugal), en una Europa golpeada por los daños económicos y sociales de la pandemia, los dirigentes de los 27 prevén aprobar un “plan de acción” de la Comisión presentado a principios de marzo.
Fija tres objetivos para el 2030: aumentar a 78% la tasa de empleo, garantizar una formación profesional cada año al menos al 60% de los adultos, y reducir en 15 millones el número de personas amenazadas por la pobreza o la exclusión social.
“Vacuna contra el populismo”
“Implementar esta +Base social+ es la mejor vacuna contra las desigualdades, el miedo y el populismo” declaró a principios de enero el primer ministro portugués, Antonio Costa, que ha querido organizar de forma presencial esta cumbre, punto culminante de la presidencia portuguesa de la UE iniciada en enero.
La canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro holandés Mark Rutte renunciaron a acudir y participarán a distancia, debido a la situación sanitaria.
Otros dirigentes sí estarán en Oporto desde el jueves por la tarde, y están previstas algunas cenas y reuniones informales.
El programa oficial se inicia el viernes con una conferencia que congrega a representantes de la sociedad civil y a cargos electos. Proseguirá el sábado con una reunión informal de jefes de Estado y de gobierno.
“No vamos a salir de esta cumbre diciendo +hemos decidido tal o cual medida+. Espero un fuerte mensaje político sobre el aspecto social”, afirmó el comisario europeo de Empleo Nicolas Schmit.
“Creemos que esta cumbre puede marcar un hito si todo el mundo se compromete a que después de la pandemia no adoptemos las mismas malas recetas que tomamos tras la crisis financiera. Hay que acabar con la austeridad” declaró el secretario general de la Confederación europea de sindicatos, Luca Visentini.
Los 27 están profundamente divididos. Los países del Sur, como Francia, España, Italia o Portugal abogan por un fuerte plan social. Los países del Norte, celosos de sus eficaces modelos nacionales, y los del Este, que temen perder su competitividad, rechazan la perspectiva de salarios mínimos armonizados a escala europea.
Pero para Sofia Fernandes, experta de asuntos sociales en el Instituto Jacques Delors, “incluso los países más reticentes son conscientes de que hay que aportar una respuesta a los problemas de los ciudadanos”.