Los trópicos albergan el 80% de la biodiversidad del planeta, sin embargo, en el 2020 se perdieron cerca de 2.3 millones de hectáreas solo en la selva amazónica, una de las áreas más extensas de esta zona central del globo terráqueo.
Es una pérdida alarmante que está acelerando aún más el cambio climático, advierten desde el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) en el marco de la celebración del Día Internacional de los Trópicos, que se celebra el 29 de junio.
Los científicos llevan años alertando de que a pesar de la gran riqueza biológica existente en la región tropical, numerosas especies se encuentran amenazadas debido al cambio climático, la deforestación y la explotación maderera, convirtiéndola en la zona con la mayor tasa de pérdida de biodiversidad del planeta, lo que conlleva graves problemas a nivel económico, político y social, según Naciones Unidas.
Los trópicos se encuentran en la zona central del globo terráqueo, entre el Trópico de Cáncer y el de Capricornio y abarca casi toda la superficie de muchos países como Brasil, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Tailandia, Lagos, Indonesia o Malasia, entre otros.
Los trópicos se caracterizan por presentar temperaturas cálidas durante todo el año, con una media entre 25 a 28 grados Celsius. Esto se debe a que los rayos del sol inciden con menor inclinación sobre esta zona del planeta, impidiendo que se debiliten al atravesar la atmósfera.
Como consecuencia, tampoco experimentan las estaciones como el resto de la Tierra y solo se registran dos a lo largo del año: la estación húmeda y la estación seca.
El volumen de lluvia puede variar mucho de una zona a otra del trópico. Algunas zonas, como partes de la cuenca del Amazonas en Sudamérica, reciben casi 3,000 milímetros (litros por metro cuadrado) de lluvia al año. Sin embargo, otras tienen un clima más seco, como el desierto del Sahara en África, que sólo recibe entre 35 y 100 litros por metro cuadrado de lluvia al año.
Las temperaturas cálidas y las precipitaciones influyen en el tipo de flora y fauna de esta región, la cual alberga el 80% de toda la biodiversidad que habita el planeta, según un informe de Naciones Unidas.
A pesar de los innumerables casos a resaltar, entre los casos curiosos de los trópicos se encuentran, el árbol baobab, un árbol adaptado para almacenar agua en su tronco que prospera en los trópicos áridos de África, mientras que en la lluviosa isla de Sri Lanka, en el océano Índico, se pueden encontrar hasta 250 especies de ranas.
Entre las zonas más características de la región tropical están los manglares, que constituyen un ecosistema único formado por árboles o arbustos que crecen en agua salada y viven semisumergidos en la zona intermareal de las costas tropicales o subtropicales.
Los manglares son sistemas muy sensibles a la variación de las condiciones ambientales, por eso, el cambio climático representa su principal amenaza.
Estos ecosistemas están “adaptados a unas condiciones muy especiales de salinidad, nivel del agua, sustrato y clima, las cuales se están viendo alteradas, afectando muy negativamente al funcionamiento de los manglares”, explicó la Coordinadora de Bosques del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Diana Colomina.
Los manglares desempeñan “un papel fundamental” en la lucha contra el cambio climático, ya que son capaces de absorber hasta cinco veces más dióxido de carbono que los bosques terrestres.
Los manglares “son capaces de capturar el dióxido de carbono (CO2) y transmitirlo al suelo, que tiene una capacidad de almacenaje mucho más amplia, donde queda secuestrado, evitando que este escape a la atmósfera”, explica Colomina.
No obstante, también son ecosistemas muy sensibles a la variación de las condiciones ambientales y el cambio climático representa su principal amenaza.
Por ello, la coordinadora de WWF alerta de que los ecosistemas tropicales deben ser protegidos y gestionados de una manera sostenible que permita seguir asegurando el bienestar de las personas y de la biodiversidad que dependen de estos.