Madrid se ha convertido en los últimos meses en un lugar de refugio para la disidencia cubana, venezolana y nicaragüense que ha encontrado en la capital de España a otros opositores y otro tono desde el que elevar la voz contra los gobiernos de sus países.
Desde que opositores venezolanos como el empresario Leopoldo López Gil, actualmente eurodiputado, o el exalcalde de Caracas Antonio Ledezma llegaran a España, se ha dado un goteo constante de personalidades que eligieron el país europeo para vivir un “exilio” desde el que seguir con su lucha.
“Yo fui primero a Estados Unidos porque tengo familia y tenía negocios, pero salir es muy difícil, uno necesita una cierta cobija social, calor humano y no lo conseguía en California”, cuenta López Gil.
Durante una visita a Barcelona se dio cuenta de que España le acogería mejor: “el interés humano por nuestro caso era infinito comparado con el de Estados Unidos, por lo que empecé a quedarme aquí e inmediatamente logré amistades y grandes apoyos”.
España, un refugio
Para la escritora Gioconda Belli, quien después de visitar a su hija en Estados Unidos no pudo regresar a Nicaragua, España ha sido “ese abrazo solidario” que todo migrante desea encontrar a su llegada a un país ajeno.
“Aquí hablamos nuestro idioma, España está teniendo una actitud muy positiva con relación a ciertas personas del exilio latinoamericano, hemos encontrado ese abrazo solidario y eso significa todo cuando te tienes que ir de tu país”, dice.
Belli se está tomando su periodo de “exilio” como un “trabajo para Nicaragua” para reclamar la libertad de los presos políticos.
“Irte de tu país es una de las cosas más difíciles por las que pasa un ser humano, irte de tu manera de vivir, necesitas tanto apoyo emocional para reponerte y no desbaratarte”, analiza la escritora, que defiende que esta ola de migración de disidentes será “un aporte para España”.
En esa misma línea se expresa su compatriota y exvicepresidente de Nicaragua, Sergio Ramírez, quien considera que, incluso en tiempos de la dictadura, Madrid fue un refugio.
“Igual que París, han sido dos cabeceras recurrentes para escritores latinoamericanos y las oleadas de exilio que cada tiempo se dan en América Latina muchas veces desembocan en Madrid, ahora coincidimos aquí muchos escritores, artistas, académicos, estudiantes, trabajadores que por penurias económicas vienen a buscar trabajo”, añade.
Para Antonio Ledezma, estos opositores están emigrando a España porque existe un “vínculo indisoluble” con América Latina y defiende que las migraciones generan “la mezcla de razas” que define la región.
“Yo soy hijo de un inmigrante italiano del sur que arribó a Venezuela y su primer trabajo fue como vendedor de helados, o sea esto es un reencuentro con los antepasados”, opina sobre su llegada a Europa.
Más favorables para latinoamericanos
Los hilos históricos entre España y América Latina provocan también condiciones legales más favorables para las estancias de los latinoamericanos en territorio europeo que las que reciben ciudadanos de otras regiones.
Así lo indica Ledezma, quien recuerda que esa es otra de las razones por las que los venezolanos se establecen en España, siendo ya la primera nacionalidad latinoamericana más presente en el país.
Una causa que ha abierto la puerta también a ciudadanos con doble nacionalidad que han huido de sus países por la situación política actual, como las cubanas Carolina Barrero o Liliana Hernández.
Los que no gozan de esa condición también encuentran otros alicientes, como el dramaturgo cubano Yunior García, uno de los impulsores de las marchas pacíficas contra el Gobierno cubano, quien indica que en su caso eligió Madrid por su relación con la cultura.
García considera que Miami está en la mente de los cubanos como un lugar “para prosperar económicamente” y los que tienen más que ver “con el pensamiento, eligen Madrid”.
Además, analiza la oposición cubana en Miami y cree que es “vista por la propaganda del régimen como una oposición más resentida, con un discurso más duro”.
“Obviamente en Miami viven muchos cubanos que perdieron todo lo que tenían o arriesgaron su vida para llegar, los que vivieron lo peor de la dictadura y tienen otro dolor que se traduce en resentimiento”, dice.
A pesar de ello, cree que el “dolor” de los exiliados en España “no es menor”: “a veces podría parecer que tienen menos dolor y menos resentimiento, pero cuando uno profundiza se da cuenta de que hay el mismo dolor estén donde estén, aunque quizá desde aquí el discurso ha sido menos rabioso”.