Si bien el sector político europeo se enfoca en la supervivencia de la región este invierno, el próximo año podría ser peor.
La pérdida del suministro de gas natural ruso hará que las reservas se agoten más rápido cuando las temperaturas bajen en los próximos meses y hará que el proceso de preparación para las próximas temporadas de calefacción sea aún más difícil. Sin la disponibilidad de una solución rápida, la tensión durará al menos hasta el 2025, según ejecutivos del sector energético.
“Europa podría tener un problema aún mayor el próximo invierno”, dijo Niek Den Hollander, director comercial del gigante energético alemán Uniper SE, en una entrevista en la conferencia Gastech en Milán esta semana. “Es posible que los países no puedan llenar los almacenamientos el próximo verano tanto como hemos logrado este año”.
Europa está atrapada en medio de su peor crisis energética en 50 años, a medida que Rusia recorta de manera drástica las entregas en represalia por las sanciones impuestas tras su invasión a Ucrania. Los precios están disparados, la restricción ha intensificado una crisis del costo de vida y ha llevado a las economías al borde de la recesión.
Los líderes de Europa lidian con el impacto a corto plazo y han destinado más de 300,000 millones de euros (US$ 297,000 millones) para aliviar los costos de la energía este invierno. Pero se enfrentan a un ajuste de cuentas cuando expiren esas medidas y todavía no haya alivio.
Después de décadas de aumentar su dependencia de Moscú, la región ahora hace frente a un reinicio difícil; los consumidores se ven obligados a controlar el uso y las empresas a reducir la producción.
El problema clave es que el gas ruso, que el año pasado cubrió alrededor del 40% de la demanda de la Unión Europea, no puede ser reemplazado fácilmente. Después de que Gazprom PJSC redujo los flujos a través del gasoducto Nord Stream de manera indefinida durante el fin de semana, los suministros a través de Ucrania podrían ser los siguientes.
La UE tiene como objetivo discutir un precio tope en las importaciones de gas ruso, parte de un plan sin precedentes de entrar en los mercados energéticos. El presidente Vladímir Putin ya advirtió que Moscú no suministrará nada si se introduce un tope.
El enfrentamiento ejerce presión sobre los líderes europeos para que diversifiquen las fuentes. Noruega es ahora el principal proveedor de gas de Europa, pero no tiene capacidad para compensar completamente los suministros de Rusia. Otros proveedores cercanos, como Azerbaiyán y Argelia, enfrentan cuellos de botella similares.
El GNL, que puede transportarse por barco desde productores lejanos como Estados Unidos y Catar, es una opción prometedora. Alemania, uno de los países más expuestos a la pérdida de entregas rusas, está presionando para abrir sus primeras terminales flotantes de GNL en los próximos meses.
Pero la capacidad de importación es solo una faceta del problema. La producción mundial de GNL ya es escasa y el aumento de la capacidad lleva al menos tres años, según Colin Parfitt, vicepresidente de Chevron Corp. Mientras tanto, Europa tiene que luchar con Asia por los volúmenes existentes para los próximos dos años.
Dado que Europa tendrá una reserva de gas disponible más reducida, los mercados seguirán ajustados en el futuro previsible.