Era un objetivo prioritario: desde las primeras horas del ataque contra Ucrania, a fines de febrero, el ejército ruso se apoderó de una represa y de una central hidráulica clave para alimentar en agua la anexionada península de Crimea.
Tres meses más tarde, las turbinas del sitio, ubicado en Nova Kajovka, en la región de Jersón, en el sur de Ucrania, funcionan en medio de un incesante estrépito.
La instalación está intacta, el agua fluye y va a parar al río Dniepr.
La AFP pudo viajar al lugar el 20 de mayo, durante una visita de prensa organizada por el ministerio ruso de Defensa, bajo permanente vigilancia de soldados con el rostro cubierto y armados con metralletas.
Varios responsables rusos indicaron que Rusia tiene como objetivo anexionar las regiones ucranianas de Jersón y Zaporiyia, constituyendo así un puente terrestre, que sirva de unión entre el territorio ruso y Crimea.
Y la central, aún pintada con los colores ucranianos, es considerada como un “objeto estratégico” sensible. Está situada bastante lejos del frente, más al norte, pero los rusos, que ocupan la zona, temen “sabotajes”.
“Ha habido intentos (de saboteadores) de traer cargas explosivas, pero todas han sido desbaratadas” asegura Vladimir Léontiev, un prorruso nombrado responsable por Moscú de la administración civil y militar del distrito de Kajovka.
Leontiev no detalla estas acusaciones y destaca solamente que una ruptura de la represa supondría “una gran desgracia” y devastadoras inundaciones.
En la represa, se ve una gran brecha en la barrera de seguridad de la carretera, como si un vehículo la hubiera atravesado. No hay explicación por parte de las autoridades.
“Mucha agua” para Crimea
Construida en 1956, durante el período soviético, la represa hidroeléctrica de Kajovka permite enviar agua al canal de Crimea del Norte, que parte del sur de Ucrania y atraviesa toda la península.
Pero tras la anexión del 2014, Kiev ha cerrado el grifo. Una medida que ha provocado importantes problemas de irrigación y de acceso al agua en Crimea.
Las nuevas autoridades prorrusas afirman que las entregas de agua a Crimea a través del canal se han reanudado y que ahora 1.7 millones de metros cúbicos son enviados cada día a la península.
“Hay mucha, mucha agua que va a Crimea. De momento no pedimos que sea pagada, es nuestra contribución para compensar las pérdidas sufridas por los ucranianos y los rusos durante ocho años”, proclama Leontiev.
Indica que “todo el personal” de la central se quedó y trabajó sin interrupción desde el 24 de febrero. Los civiles, tras ser controlados por los soldados rusos, pueden seguir usando la carretera que pasa por la represa y atraviesa el Dniepr.
La central sigue produciendo electricidad que se adosa a la red ucraniana unificada y alimenta a la vez zonas controlados por Kiev y las que han sido invadidas por Moscú.
“No podemos detener la producción de energía y su envío a la red (ucraniana) unificada. De momento es físicamente imposible”, indica Leontiev.