El embajador de Rusia ante Naciones Unidas, Vasili Nebenzia. (Foto: EFE).
El embajador de Rusia ante Naciones Unidas, Vasili Nebenzia. (Foto: EFE).

Transcurría la sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de , bien entrada la noche del 23 de febrero, y a Vassily Nebenzia se le veía conmocionado, con la cara pálida y los hombros caídos.

Rusia, el país que él representa en la ONU, acababa de invadir Ucrania, un movimiento que sigue hasta hoy estremeciendo al mundo.

A sus 60 años, Vassily Alekseevich Nebenzia -un hombre calvo, macizo, con gafas de marco delgado y que a menudo juega con su reloj- dirigía el Consejo.

Fue una primera vez estremecedora para la ONU: el hombre que presidía el imponente organismo dedicado a defender la paz mundial era también el representante de una potencia nuclear que en ese momento desataba la guerra contra una democracia.

¿Sabía Nebenzia, cuando abrió la sesión y se sentó a escuchar a sus colegas enviar súplicas a Moscú para retroceder las fuerzas armadas que rodeaban a Ucrania, que estas ya habían invadido?

¿Creía en las palabras que leyó en su discurso?

“No lo sé, pero creo que no”, dijo un funcionario de la ONU a la AFP, bajo la condición del anonimato. Numerosos embajadores dijeron compartir esa impresión.

El embajador ucraniano, Sergiy Kyslytsya, le pregunta frecuentemente a Nebenzia si realmente está en contacto con Moscú.

La enviada británica, Barbara Woodward, especialista en asuntos chinos y rusos, le recordó a Nebenzia que “el gran escritor ruso Alexander Solzhenitsyn escribió: “Al hombre no solo se le dio una sola vida, sino una sola conciencia”.

“Sé que usted hoy habló bajo instrucciones, pero le pido que informe de vuelta fielmente a Moscú lo que ha escuchado hoy, la urgencia de este Consejo por un llamado a la paz”.

Nebenzia no respondió a la solicitud de la AFP por una entrevista.

Ha seguido, en un tono de resignación, la línea de su gobierno en las reuniones de emergencia del Consejo desde que estalló la guerra, y más sesiones se esperan para esta semana.

Bajo las miradas exasperadas de sus colegas extranjeros, ha leído discursos negando los reportes de los medios sobre destrucción de ubicaciones civiles.

En respuestas espontáneas ocasionalmente ha usado la palabra “guerra”, prohibida por Moscú para referirse a Ucrania. Sin embargo siempre ha sido cuidadoso en indicar que la palabra la dijo primero su jefe, el ministro de Asuntos Exteriores Sergéi Lavrov.

“El sistema ruso nunca había estado tan centralizado”, dijo un embajador occidental de manera anónima.

Los diplomáticos rusos “son excelentes profesionales, pero no están en una posición para interactuar con el poder, simplemente están allí para ejecutar los dictados del gobierno, estén o no involucrados en su elaboración -usualmente no-”, agregó.

Dos cosas a la vez

En la ONU, Nebenzia es conocido por su profundo dominio de los temas. Su carrera lo ha llevado a Bangkok y Ginebra, con una especialidad en organizaciones internacionales. Se mueve sin problema en el escenario de maniobras multilaterales y usa su amplio entendimiento de los procedimientos en beneficio de su país.

Aparte de las ocasionales y teatrales discusiones dentro del recinto sagrado del Consejo de Seguridad, la relación con sus colegas es cordial y amable y se han mantenido así desde la invasión, de acuerdo con varias fuentes.

El embajador es un hombre culto y con sentido del humor.

“Puedo hacer dos cosas al mismo tiempo”, le dijo a la AFP con una sonrisa, después de mostrar su sorprendente habilidad para dar un discurso en ruso mientras escuchaba la traducción simultánea en inglés a través de auriculares.

Los rusos están entrenados en este tipo de multitarea, dicen sus asistentes. Eso les permite asegurarse de que sus mensajes sean procesados tan precisamente como sea posible en el idioma en el que la mayoría lo escuchará, y para corregir cualquier error en el momento, dicen los diplomáticos.

En las recepciones diplomáticas Nebenzia muestra su lado alegre. Su cóctel favorito es “mitad vodka, mitad champaña”, le contó alguna vez a dos periodistas franceses.

Casado y padre de un hijo, al embajador le gusta tomarse libres los fines de semana en su moto deportiva europea. Es un pasatiempo solitario que va bien con el nuevo estatus que pesa sobre él por la crisis en Ucrania.

Sin embargo nunca está lejos del drama por estos días.

El 28 de febrero, durante una conferencia de prensa que marcaba el final del mandato rotativo de Rusia en el Consejo de Seguridad, abruptamente interrumpió el procedimiento para contestar su teléfono celular.

Después de escuchar sin hablar, colgó y anunció -adoptando un tono de víctima- que Estados Unidos había expulsado a 12 miembros de su misión diplomática.

Fuentes en Washington han dicho que los doce serían espías, sin conexión alguna con la guerra. Después, diplomáticos le dijeron a la AFP que serían militares.