El nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, se ha estrenado ante sus socios europeos en una cumbre marcada por las tensiones con Rusia, el repunte del coronavirus COVID-19 y las diferencias en asuntos energéticos, crisis heredadas de su antecesora, Angela Merkel, una referencia durante los últimos 16 años en la Unión Europea (UE).
A Scholz, que no carece de experiencia en las reuniones de la UE pues ya conoció sus mecanismos como ministro de Finanzas con Merkel, le espera ahora una definición de su papel como líder de la principal potencia europea, ante la que el resto de los socios comunitarios no ocultan su expectación.
“Fue una experiencia buena e importante”, resumió lacónicamente Scholz en relación a la Cumbre de este jueves cuando daba cuenta, junto con el presidente francés, Emmanuel Macron, de lo abordado y decidido por los 27.
De ese modo despachó el canciller la correspondiente pregunta acerca de qué le pareció su estreno como líder de su país en un Consejo Europeo, un modo de afrontar cuestiones de la prensa que en medios alemanes se vincula con una cierta inclinación de Scholz -algunos se atreven de hablar de alarde- a eludir respuestas directas.
Promete que Alemania tenderá puentes
Llegó a Bruselas el nuevo canciller habiendo declarado previamente en Berlín ante el Bundestag su intención de hacer que Alemania no esté al margen en las cuestiones europeas, sino que sea un líder que construya “puentes”, en la línea de sus predecesores.
A Scholz le antecedió una canciller Merkel cuya mediación salvó numerosos Consejos Europeos, de ahí que desde esta semana se vayan a mirar con mucha atención no solo sus declaraciones, sino también sus gestos y sus silencios.
“Tiene que mostrar hasta qué punto continuará la política de Angela Merkel: con su manera pragmática, objetiva y reservada, ha contribuido mucho a la construcción de consenso en la UE”, dice la politóloga Tanja Börzel, directora del Centro para la Integración Europea de la Universidad Libre de Berlín.
“Debido a su naturaleza, ciertamente tiene el potencial para asumir su papel”, añade Börzel, quien aprecia líneas de compromiso que el canciller puede estar dispuesto ya a asumir, por ejemplo en el ámbito del futuro de la disciplina fiscal dentro de la UE tras la pandemia.
“Me imagino que está haciendo campaña para que no se tengan en cuenta ciertos gastos gubernamentales (por ejemplo, inversiones en protección climática, transformación digital, etc.); eso podría ser una línea de compromiso entre los cuatro ‘frugales’ (Holanda, Suecia, Dinamarca y Austria), por un lado, y países como Italia, España y Francia por el otro” añade.
Scholz ya ha adelantado que es partidario de ampliar las políticas en las que se debería abandonar el principio de la toma de decisiones por unanimidad, lo que complicará los acuerdos por ejemplo con Francia, sobre todo en ámbitos como la política exterior y de seguridad, aunque también con los euroescépticos Polonia y Hungría.
La decisión por mayoría es un tabú que en la UE complica los avances, su ausencia explica la lentitud de la respuesta unida de los 27, alimenta las críticas de los euroescépticos pero se enfrenta a resistencias históricas difícilmente superables.
Börzel aprecia no obstante que, “si existe voluntad política en el Gobierno federal, el instrumento de la Política Exterior y de Seguridad Común reforzada ofrece la posibilidad de avanzar sin los que frenan”.
“Llevará tiempo, pero al final Alemania es el actor crucial en el Consejo Europeo sin cuyo acuerdo nada se mueve en Europa. De modo que Scholz muy pronto -como Merkel- será un hacedor de compromisos”, opina por su parte Jacob Kirkegaard, experto en asuntos europeos del German Marshall Fund (GMF).
La ventaja de haber gestado un acuerdo de coalición
El hecho de que el canciller socialdemócrata presida un gobierno de coalición en Alemania con liberales y verdes le concede, según dice Kirkegaard, una posición “en el centro de la política, que es un buen lugar desde el cual formar acuerdos”.
“Llevará un poco de tiempo y tendrá que pasar la incertidumbre de las elecciones en Francia, pero creo que durante el 2022 se pondrá en los zapatos de Merkel como artífice de compromisos en materia fiscal y que se mostrará más decidido en relación con el respeto del estado de derecho y respecto al clima que ella”, prevé Kirkegaard.
Está por ver sin embargo cómo articula el canciller -un centrista pragmático dentro de su partido, nacido en el noroeste de Alemania y exalcalde de Hamburgo-, las relaciones con los socios del este y con Rusia, un ámbito geográfico en el que Merkel partía con ventaja por su experiencia vital y desde el que proceden los retos internos y externos urgentes a los que la UE debe dar respuesta si quiere sobrevivir y ser relevante.