El movimiento opositor Rusia Abierta anunció su disolución ante el endurecimiento de las leyes que limitan las actividades de organizaciones extranjeras declaradas “indeseables” en el país.
“Rusia Abierta pone fin a todas sus actividades. Cerramos nuestras sedes regionales. Todos los miembros del movimiento fueron excluidos y su membresía anulada, para evitar cualquier tipo de persecución”, afirmó el director ejecutivo del movimiento, Andréi Pivovárov, en su canal de Telegram.
El Parlamento ruso estudia una enmienda al código penal ruso que sanciona la participación en ONG extranjeras declaradas “indeseables” con multas entre 300,000 a 500,000 rublos (de US$ 4,000 a 6,800) o penas de hasta cuatro años de cárcel.
Pivovárov señaló que se acercan las elecciones a la Duma del Estado, la cámara baja del Legislativo, y “las autoridades están dispuestas a todo para impedir la participación de políticos independientes”.
“Queremos proteger a nuestros partidarios”, dijo al explicar la disolución de Rusia Abierta.
Esto no significa, añadió, “que nos quedamos de brazos cruzados”.
“Cada uno de nosotros hará lo posible para que Rusia sea libre. Elecciones limpias, alternancia del poder, un parlamento libre, un tribunal justo, en eso creemos y eso deseamos para Rusia”, alegó.
Esas fueron, señaló el político, las bases de la organización creada en el 2001 por iniciativa del oligarca ruso Mijaíl Jodorkovski, “y nadie nos prohibirá que seamos sus partidarios”.
Jodorkovski fue una magnate petrolero, el hombre más rico de Rusia hasta que cayó en desgracia y cumplió diez años de cárcel, la mayoría en Siberia, antes de ser indultado en 2013 por el presidente ruso, Vladímir Putin, su gran enemigo.
El Kremlin, por su parte, negó que la disolución de Rusia Abierta sea una consecuencia de “purgas políticas” en el país.
“El espacio político no se limita a Rusia Abierta. Es mucho más rico y multifacético. Por ello la disolución de un movimiento no significa la purga del espacio político”, dijo el portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov.