Los países occidentales acentúan el boicot diplomático del régimen bielorruso, que está cada vez más aislado después del escándalo internacional que provocó el desvío a Minsk de un avión comercial europeo.
Bielorrusia se ha visto obligada a cerrar legaciones diplomáticas debido al deterioro de las relaciones con sus vecinos y la unánime condena internacional de la represión violenta de las protestas por orden del autoritario presidente, Alexandr Lukashenko.
Italia, el primer revés
Italia, un país con larga tradición de amistad e inversiones en la antigua Unión Soviética, abrió el camino al negarse de momento a aceptar al nuevo embajador bielorruso y actual portavoz del Ministerio de Exteriores, Anatoli Hlaz, según el diario italiano Corriere della Sera.
“Es la primera vez que ocurre. Una categórica postura política en relación con el ilegítimo presidente bielorruso”, comentó Vladímir Astapenko, antiguo embajador bielorruso en Argentina.
Astapenko dimitió del cargo después de que las fuerzas de seguridad reprimieran violentamente las protestas pacíficas que estallaron después de las fraudulentas elecciones presidenciales de agosto del 2020.
Desde entonces, se ha pasado a la oposición, exiliada en países como Polonia y Lituania, y vaticina que otros países podrían secundar la decisión del Gobierno italiano.
“En el marco de la Unión Europea (UE) los países practican una política exterior común. Se puede esperar que la activa posición de una de las partes sea apoyada por el resto. Por lo que sabemos, la UE baraja ahora una decisión sobre el nivel de relaciones diplomáticas con Lukashenko”, comentó.
En las últimas horas se le sumó Eslovenia, quien anunció que ha decidido reconsiderar su decisión de autorizar la apertura de un consulado bielorruso en su territorio.
La líder opositora en el exilio, Svetlana Tijanóvskaya, se había dirigido a las autoridades eslovenas al respecto durante su visita al país balcánico.
Cierre de legaciones
Además, Minsk se ha visto obligado a cerrar varias legaciones como la embajada en la vecina Letonia, mientras la de Canadá será clausurada próximamente.
El propio Lukashenko, que acusó primero a Rusia y después a Occidente de buscar su derrocamiento, anunció la reducción de las representaciones diplomáticas en el exterior.
“Esto significa el fracaso total de la política exterior del ministro Vladímir Makéi. No ha sido capaz de proteger las legaciones diplomáticas. No hemos oído nada de una reducción en el Ministerio del Interior o en el KGB”, dijo Astapenko.
Según los expertos, Makéi no tendrá más remedio que aceptar las nuevas reglas de juego y es que su ministerio se ha convertido en un órgano más de propaganda estatal.
“Ésta es la crisis más dramática en política exterior desde la independencia de Bielorrusia”, comentó Arseni Sivitski, director del Centro de Investigaciones Estratégicas y de Política Exterior.
El incidente del avión de Ryanair, desviado el 23 de mayo por orden de Lukashenko para detener a un periodista crítico con su régimen, Román Protasevich, demostró que Minsk no está preocupado por la reacción internacional y que cada vez tienen más influencia los órganos de seguridad y menos, los diplomáticos.
“Política exterior propiamente dicha no existe en Bielorrusia. Lo último que piensan las fuerzas de seguridad es en la diplomacia”, dijo.
Mientras pierde contacto con Occidente, la oposición liderada por Tijanóvskaya es la que marca la pauta de la agenda bielorrusa en la arena internacional.
Sivitski consideró un “proceso sin precedentes” que, en medio del creciente ostracismo de Lukashenko, la líder opositora haya celebrado ya decenas de reuniones con jefes de Gobierno y diplomáticos europeos.
“Tal atención de la comunidad europea sólo se concedió a crisis políticas y militares como las de Yugoslavia, Georgia y Ucrania”, agregó.
Una alianza muy costosa para Rusia
En un intento de evitar su completo aislamiento, Lukashenko ha apostado todo por demostrar su lealtad al presidente ruso, Vladímir Putin, que le respalda ante las críticas internacionales desde hace casi un año.
Según Sivitski, lo que ha olvidado Lukashenko es que Rusia y Occidente están a punto de iniciar un proceso de normalización de sus relaciones.
“Minsk se está volviendo cada vez más tóxico. El apoyo a Lukashenko es demasiado caro. Rusia no está dispuesto a seguir asumiendo los gastos de su supervivencia. Hablamos de no menos de US$ 5,000 millones al año”, señala.
A esto se suma que, debido a las sanciones occidentales -la UE ha cerrado su espacio aéreo a las aerolíneas bielorrusas-, China ya no vería a Bielorrusia como la puerta de entrada a Europa.